Robert Fripp es uno de aquellos personajes difíciles de definir. Como guitarrista es virtuoso y polifacético, su talento puede mostrar infinitas caras o maneras de tocar el instrumento, técnicas que pondrá a disposición de su arte. Como artista es enigmático, experimental y de inagotable ingenio musical. Solo hace falta con ver su trayectoria, no solo con King Crimson, cuya formación ha ido renovando en función de sus necesidades creativas, sino lo desconcertantes que pueden llegar a ser sus proyectos como lo es The Orchestra of Crafty Guitarists, cuyo directo, recientemente tuve la fortuna o quizás desgracia de presenciar.
De lo que no me cabe ninguna duda es de que su primer disco In The Court Of Crimson King es un disco con mayúsculas, un fabuloso ebullicio de vanguardismo sesentero que abrió anchos caminos para el rock progresivo, del que muchos atribuyen su paternidad. Gravado en 1969, lo conforman cinco canciones monumentales cuya autoría está repartida entre los músicos que en él tabajaron junto al misterioso guitarrista de Wimbore Minster, capitaneados por Greg Lake (bajista y voz) y con las letras de Peter Sinfield, el único que repetiría dos años después con el también imprescindible Islands.
La portada, es una pintura de un amigo de este último, Barry Godber fallecido poco después de editarse el disco. Se trata del retrato colorido del hombre esquizoide del siglo 21, reflejo de la angustia de aquella época ante el futuro y sus incertidumbres, el cual encandiló a la banda ya que encajaba de lleno en el mensaje que se quería dar. Además 21 st Century Schizoid Man es también el titulo del primer tema de este In The Court Of Crimson King, un huracán musical de redoble de batería, magistral riff de guitarra, saxo y voz distorsionada, que transita entre oscuros sonidos de ambiente e improvisaciones jazzísticas. Es desgarradora y desesperada, pero a la vez contundente.
En I Talk To The Wind, los ritmos se aflojan y el asunto cambia de tercio. Ahora el protagonismo lo toman unas flautas barrocas y una voz que aparece delicada, casi susurrando. La melodía corre a cargo del teclista y flautista del grupo, Ian Mc Donald que la compone junto a Sinfield, quien escribe, como no, sobre su visión fatalista del ser humano de finales del siglo veinte.
Epitaph, es un Himno con mayúsculas, de esos que uno no alcanza a comprender que hayan pasado tan desapercibidos por el gran público. Una escucha atenta de esta y comprovarás de lo que hablo: te despellejará, jugará contigo y se apoderará de ti para fluir a su merced. Sus harmonías son crecientes y su final simplemente apoteósico.
Moonchild es una nana de tenebrosa mirada, de melodía suave y percusión metálica minimalista cuya voz no suena directa ni translúcida. De repente todo se para para adentrarse en un bosque de notas e instrumentos enmarañados en enredaderas made in Jazz. Pura improvisación deslumbrante que retorna al dulce inicio.
El disco termina de la mejor manera posible, con el tema que le da título, una tremenda pieza que te quita el poco aliento que aun te podía quedar. De instrumentación compleja se abre con un Greg Lake con voz de trovador y se levanta con unos coros celestiales enmedio de los múltiples sonidos y melodías de órganos, metáles, guitarras acústicas y flautas que invaden los mas de nueve minutos que dura la composición.
Quizás este disco no obtuvo un reconocimiento ni una acogida masiva ni debida, pues ni el quinto puesto en las listas británicas ni el ventioctavo de las listas al otro lado del charco en nada reflejan el gran impacto que supuso entre las corrientes intelectuales y artísticas coetáneas a quienes no solo dejó del todo bocabiertos sinó que les añadió nuevos horizontes a los ya marcados en esa irrepetible época de revolución creativa e innovación musical.
EPITAPH
The wall on which the prophets wrote
Is cracking at the seams.
Upon the instruments of death
The sunlight brightly gleams.
When every man is torn apart
With nightmares and with dreams,
Will no one lay the laurel wreath
As silence drowns the screams.
Between the iron gates of fate,
The seeds of time were sown,
And watered by the deeds of those
Who know and who are known;
Knowledge is a deadly friend
When no one sets the rules.
The fate of all mankind I see
Is in the hands of fools.
Confusion will be my epitaph.
As I crawl a cracked and broken path
If we make it we can all sit back
And laugh.
But I fear tomorrow Ill be crying,
Yes I fear tomorrow Ill be crying.
Por Àlex Guimerà
jueves, 13 de agosto de 2009
GRANDES DISCOS: In The Court Of Crimson King (1969) por KING CRIMSON
Etiquetas:
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Discazo. El mejor de King Crimson (y eso que tiene unos cuantos de los buenos).
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