viernes, 14 de julio de 2023

DISCOS DE 2023: GOV' T MULE- Peace...Like A River:




Gov't Mule debutaron en 1995 con su homónimo álbum en el que fijaron las bases de su sonido hard rock-blues con influencias de rock sureño.  Unas influencias evidentes ya que sus fundadores Warren Haynes (voz y guitarra) y Allen Woody (bajo) formaron parte durante mucho tiempo de la banda de los Allman Brothers. Han pasado casi treinta años y una infinidad de álbumes entre los que destacaríamos por decir algunos "Life Before Insanity" (2000) o "By a Thread" (2009) siendo su santo y seña  sus poderosos directos de los que han dejado testimonios con joyas como "Live At Roseland Ballroom" (1996) o "The Deepest End" (2003). Son los Mule cuya música viene marcada por los mencionados influjos musicales pero también  y sobre todo por los riffs de guitarra del virtuoso Haynes - nombrado por la Rolling Stone como uno de los mejores guitarristas de la historia -  y por sus letras de naturaleza introspectiva.

Aunque a lo largo de su extensa carrera también han tenido tiempo de explorar otros caminos: desde adentrarse en el funk y el soul ("Deja Voodoo" de 2004), atreverse con el dub y el reggae ("Mighty High" de 2007), sacar soberbios directos de versiones ( "Mullennium de 2010) o incluso revisar el legado de los Pink Floyd ("Dark Side Of The Mule" de 2014).


                        

Ahora ya sólo queda Warren Haynes al timón, y las últimas referencias las encontramos en un disco power blues "Revolution Come...Revolution Go" (2017) y  en el tratado blues primario "Heavy Load Blues" (2021). Si bien este último fue grabado a la par durante la pandemia junto con el disco que nos ocupa, cada uno en una sala distinta de los estudios  Power Station de New England. Sin embargo y a pesar de la coincidencia espacio y tiempo, ambos discos resultan muy distintos ya que con el nuevo recuperan las esencias southern en un blues menos clásico y más evolucionado, plagado de los desarrollos instrumentales habituales de la banda.

Es por lo que dos años después sale a la luz bajo el sello califoniano Fantasy Records un "Peace...Like A River" de bonita portada que contó con la producción del propio Haynes y de John Paterno  (Elvis Bonnie Raitt, Elvis Costello, Los Lobos...) y con participación de dos ilustres "Billys": Billy F Gibbons de ZZ Top y  el actor Billy Bob Thorton.

Desde el momento en que uno pone la aguja al vinilo en  "Same As It Ever Was" el oyente queda cautivado con un riff de guitarra contagioso y un sólido ritmo a la vez que una voz envolvente de Warren infundida de sentimiento y entrega, transmitiendo la profundidad de sus letras y la pasión detrás de ellas.

                                        

La siguen "Shake Our Way Out", un blues pesado que cuenta con la guitarra más barbuda del blues, "Made My Peace" y su solo de guitarra desgarrador y la emotiva balada southern "Your Only Friend" con un logrado desarrollo en el que no faltan el lucimiento de la guitarra solista y los efectos del  hammond. En la misma onda está "Gone To Long", recordándonos a los Lynyrd Skynyrd más pasionales. Mucho de los de Ronnie Van Zant hay también en "Peace I Need" perdiéndose en una instrumentación impresionante, de trabajados solos de guitarra, líneas de bajo memorables  y golpes de batería irresistibles.

La funkie "Dreaming Out Loud" cuenta con el apoyo en los instrumentos y en las voces del multinstrumentalista de New Orleans Ivan Neville y de la cantautora Ruthie Foster. Los vientos, bongos y los wha-wha se van sucediendo en la pieza más bailonga del combo. Otra invitada de las sesiones de grabación fue la también afroamericana  Celisse quién aportó su vozarrón para el corte soul  "Just Across de River".


                       

El actor protagonista de" El hombre que nunca estuvo allí" (Dir. Joel Coen) aparece recitando  en la pieza de más de siete minutos  "The River Only Flows One Way" entre humo y oscuridad.

Nuevamente los de Atlanta vuelven con una experiencia musical única en dónde evidencian su evolución y creatividad lograda a lo largo de los años. Amos y señores de las Jams más rockeras que podemos encontrar en el panorama musical americano y enlace directo con una de las dos grandes bandas del rock sureño como fueron los inigualables Allman Brothers, los Gov' t Mule no tienen prevista por el momento gira Europea ni visita a nuestro país. Estaremos atentos para ser testigos de sus bolos imprescindibles pues.

Por Àlex Guimerà


Publicado en http://www.elgiradiscos.com/2023/07/govt-mule-peacelike-river.html

sábado, 8 de julio de 2023

DISCOS DE 2023: THE LEMON TWIGS- Everything Harmony:

 



Michael (24 años) y Brian D’ Addario lo petaron con su anterior y monumental “Songs For The General Public” (2020), un álbum plagado de hits directos al cerebro que incluso superaba la maravillosa (e infravalorada) ópera pop “Go To School” (2018) y el notable debut “Do Hollywood” (2014). Con semejantes precedentes, el cuarta duración –quinto si contamos el hasta la fecha inédito “What We Know”- se antojaba un considerable reto para la dupla de Long Island. Evolucionar sin repetirse a la vez que mantienes el nivel que se te supone no debe ser tarea nada fácil.


Criados en un hogar en el que la música era prácticamente una religión, los hermanos comenzaron desde muy pequeños a aprender a tocar instrumentos, llegando a dominar batería, bajo, guitarra, pianos e incluso violín y cello. Con tales capacidades y una dieta constante de la música de los sesenta y setenta no es de extrañar que hayan llegado hasta donde lo han hecho, aunque ellos siempre se han movido entre sellos independientes, primero con la discográfica inglesa 4AD y ahora con el nuevo trabajo bajo la distribución de los neoyorquinos Captured Tracks.

Un nuevo paquete de temas que se abre con la balada melancólica “When Winter Comes Around”, en la que uno se da cuenta que estamos ante unas voces fuera de lo normal. La sigue “In My Head”, el single infalible que muchos esperábamos y que entronca con el disco predecesor, con un destacado tono power-pop, aunque su melodía nos suena demasiado familiar (¿"Moon River"?). “Corner Of My Eye” suena a clásico, digno del McCartney más edulcorado en su etapa con los Wings o del Brian Wilson más inspirado. Barroquismo instrumental, voz principal afilada, tempo onírico. Sin duda la mejor pieza del álbum.

                                    

“Any Time Of Day” es puro soft-rock setentero, mientras que en “What You Were Doing” agarran el aprendizaje de los Big Star para expresarse. Hay más pop poderoso con “Ghost Run Free” y con la irreverente “Everyday Is The Wors Day Of My Life” encontramos folk-rock del mejor, los cellos aparecen en “What Happens To A Heart” con su épica a la deriva y también en la que titula el disco, junto a unas voces casadas a la perfección, mientras que “Born To Be Lonely” parece surgida de un musical.

                                  

Para resumir, el disco en cuestión lleva toda la carga de perfeccionamiento en cuanto a instrumentación y armonías vocales, si bien, quizás en momentos adolece de cierta precisión melódica, ya que en ocasiones uno podría haber esperado estribillos más acertados sabiendo de lo que son capaces sus autores. Sin embargo, no cabe duda que el álbum se postulará como uno de los mejores del año en el terreno pop ya que su mirada hacia el soft-pop de los años setenta (10 CC, su padrino Todd Rundgren, Supertramp,…) es de una madurez impensable para unos veinteañeros. Ello y otras muchas razones hacen que uno tenga claro que The Lemon Twigs son una de las mejores bandas jóvenes del panorama actual independiente: inquietos, talentosos, originales e inconformistas. Por ello no queremos resignarnos y seguimos esperando a que llegue su mejor trabajo. 

Por Àlex Guimerà


Publicado en http://www.elgiradiscos.com/2023/06/the-lemon-twigs-everything-harmony.html

domingo, 2 de julio de 2023

BOB DYLAN- Gran Teatre del Liceu (24/06/23):



Leí hace poco a Ignacio Julià afirmar que Bob Dylan es el norteamericano vivo más importante de nuestros días. Razones no le faltan para tal contundente sentencia: cronista de nuestros tiempos, eje vertebrador de la evolución del rock a mediados de los años sesenta, restaurador de la tradición musical estadounidense del siglo XX y Premio Nobel "accidental" (o la medalla al Everest como se refirió Leonard Cohen), Dylan es un cerebro creativo sin límites. A sus 82 años, además, se resiste a dejar los escenarios y lo hace sin autocomplacencia para continuar su lucha por ese arte al que sigue debiéndose y amando. No en vano en plena pandemia fue capaz de regalarnos su enésima obra maestra, un milagro que pocos esperaban y que este mes hemos podido gozar de su presentación en directo en distintos puntos de la Península. Entre ellos, la vuelta al Gran Teatre Liceu de Barcelona que coincidió con el solsticio de verano y la verbena de San Juan, regalándonos dos oportunidades para ser testigos de sus renovados directos tras su paso por el mismo recinto en marzo de 2018 en plena "fiebre Sinatra" del bardo.

Con el acierto de prohibir el uso del teléfono móvil durante la audición para evitar distracciones y volver a los viejos tiempos en los que vivíamos los momentos sin más, el aforo para el segundo pase estuvo nutrido de los habituales veteranos nostálgicos pero también de las nuevas generaciones que han sabido conectar con la esencia del bueno de Zimmerman. Quien esperara un revival con perfectas y simples recreaciones de “Blowin’ In The Wind”, “Like A Rolling Stone” o de “Mr. Tambourine Man” se encontraban en el foro equivocado, ya que el Dylan del “Never Ending Tour” es mucho más: sus directos son auténticas creaciones en sí, reinvenciones de su cancionero y una experiencia emotiva y sonora no apta para todos los paladares.

Otro elemento que jugaba a nuestro favor fue el propio teatro-ópera, con ese clima, sonoridad y ambientación que auspició una actuación que en recintos al aire libre puede llegar a restarle acústica y proximidad, como atestiguaron sus pasadas visitas en Jardins de Pedralbes o en el Poble Espanyol, por ejemplo. La tenue luz roja, las cortinas de fondo y la banda tan bien conjuntada nos transportaron a algún tugurio del sur de los Estados Unidos de los años cincuenta.

El imponente conjunto de la actual gira la forman Bob Britt (guitarra) Jerry Pentecost (bateria), Doug Lancio (guitarra), Tony Garnier (bajo y contrabajo) y Donnie Herron (steel guitar y violín), estos dos últimos los únicos presentes en la grabación del álbum “Rough And Rowdy Days”. Unos músicos cuya ubicación en el escenario resulta fundamental, con Britt y Lancio situados justo detrás del piano de Dylan para poder captar sus notas y variaciones con el fin de poder seguir y desarrollar sus improvisaciones. Y es que el directo más que rockero es puro Jazz, mutación e innovación constante.



Para el arranque escogió el blues de cámara a cargo de una “Watching The River Flow” incluida en su “Greatest Hits Vol. II” de 1971 y la titánica “Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine”, del “Blonde On Blonde” (1966). Le siguieron una cristalina y envolvente “I Contain Multitudes”, con Tony Garnier al cello, y la humeante “False Prophet”, alargada con unas derivas instrumentales memorables y un final atronador.

El setlist de la gira contempla nueve de los diez cortes del “Rough And Rowdy Ways”, a excepción de la inalcanzable “Murder Must Foul” (esa maravillosa oda al final del siglo pasado de 16 minutos), completados con otros temas menos evidentes del eterno cancionero del de Minnesota. Es el caso de “When I Paint My Masterpiece”, canción de 1971 que en su día prestó a The Band y que para la ocasión arrancó con la frágil voz de Dylan al piano y a la que incluyó un violín para llorar.

                        

De las nuevas, “Black Rider” se escuchó misteriosa a la vez que perezosa, merced a una instrumentación etérea y algo onírica; mientras que “My Own Version Of You”, en cambio, sonó más marchosa que en su versión de estudio, con lucimiento de Dylan al piano; “Key West”, desfigurada (en el buen sentido de la palabra) y lánguida, evocó a cierto misticismo y el precioso vals “I’ ve Made Up My Mind To Give Myself To You” nos la interpretó frágil y delicada.

De las rescates, quizás la más conocida que sonó fue “I’ll Be Your Baby Tonight”, iniciada a modo góspel con la ovación del auditorio para luego derivar en pura energía bluesy. Y es que no nos engañemos, el concierto fue un concierto de blues en toda su esencia. Lo confirma una sensacional “Gotta Serve Somebody”, del reivindicable “Slow Train Coming” (1979), que fue pura energía eléctrica no falta de ritmos a lo Bo Diddley, improvisación jazzísticas, desarrollos bluegrass y la unánime aclamación de un público que estuvo en todo momento a la altura del evento. Y eso se notó, ya que se vio a nuestro héroe disfrutando de verdad, sintiéndose cómodo e incluso haciendo bromas cuando presentó a su banda, momento en el que nos dijo “es un placer tocar aquí”.

                                    

Aunque para la versión de “To Be Alone With You” el blues perdió protagonismo a favor del country de violín y guitarra acústica, la sorpresa llegó con la versión elegida para la ocasión, un “Not Fade Away” de Buddy Holly, quien según sabemos por las memorias de Dylan fue el culpable de sus inicios en la música. Significativo, también fue, que esa pieza fue popularizada por los primeros y más blueseros Rolling Stones y que en el Liceu sonó a todo trapo con el mejor y más rejuvenecido Dylan a la voz, potente y desgarrador. Y como si se le hubieran rejuvenecido sus desgastadas cuerdas vocales, para “Mother Of Muses” nos cantó de un modo celestial, solo al piano aunque contara con un tenue acompañamiento instrumental que fue casi testimonial. La cosa ya iba terminándose con “Goodbye Jimmy Reed”, donde el contrabajo abandonó el escenario y fue sustituido por el bajo eléctrico en un temazo en el que el clásico dialogo voz-guitarra del blues estuvo en su esplendor. El cierre lo puso el baladón “Every Grain Of Sand”, de “Shot Of Love” (1981), el primer álbum no recopilatorio que me compré de Dylan, por cierto, a la que dotó de una nueva melodía tan bonita como la original.
Tras ello, el vacío, a pesar del saludo de los músicos y de la despedida aplaudida al octogenario, quien a pesar de darnos tanto sobre el escenario se le notó la fragilidad física propia de su edad. Y uno se quedó pensando que quizás no había podido ver en directo al Dylan folky de los festivales míticos, o al rockero de 1965, o al de la “Rolling Thunder Review” en los setenta, pero la fortuna le había traído el privilegio de gozar de su gira del “Rough and Rowdy Days”. Quizás la última página del gran genio.

Por Àlex Guimerà