jueves, 26 de febrero de 2015

LET' S GO MURPHYS : Crónica del concierto de los Dropkick Murphys en la Sala Razzmatazz ( 17/2/15)


Enmarcado en la gira “CELTIC PUNK INVASION TOUR” la doble visita española de los DKM arrancó ayer en la barcelonesa Sala Razz – por cierto en Madrid ya hace días que han puesto el cartel “sold out” – con un programa que comenzó a las siete de la tarde con The Mahones, para luego seguirles Blood or Whiskey & Bryan McPherson. Pero el plato fuerte eran los bostonianos que parece que le han tomado cariño a nuestras ciudades por lo menudo que las visitan y por los llenazos que consiguen. Y es que la sala estaba a petar antes de las nueve y media, hora que arrancó el directo, de un público local y foráneo, veterano y jovenzuelo sediento de la fiesta que prometía la banda.
                   
Con toda puntualidad las luces se apagaron para aparecer en la pantalla el logo del grupo entre una misteriosa humareda a la vez que sonaba una balada tradicional deSinnead O’ Connor. Tras tal expectación los siete músicos se situaron rápidamente para abordar un inicio atronador. Comenzando con “Out Of Our Heads” y su declaración de intenciones “Here we go, here we go We’re out of our heads, and it’s starting to show”, cantaban mientras los primeros remolinos se formaban en la pista. Luego “Citizen C.I.A.” con sus aromas a los Clash, “The Gangs All Here” y un plato fuerte avanzado como la fabulosa “Rose Tatoo” coreada al unísono por toda la audiencia. La tradicional “Rocky Road To Dublin” con las imágenes de boxeo clásico de fondo, homenajeaba su pasión por aquel deporte y por la lucha en general. Una lucha que se vivió a lo largo y ancho de la pista, con los habituales bailes hormonales de sus seguidores alentados por un Al Bar que, siempre bien erguido y tras su boina y tatuajes, cumple perfectamente el papel de hombre duro de la banda con su agreste voz, gestos de boxeo y actitud rebelde. Para cuando el otro líder y bajista Ken Cassey adquiere el papel de solista principal desaparece de escena. Son quizás las canciones de Ken las menos punks de su repertorio, seguramente mas idóneas a su voz más dulce y profunda.

                         
Pero ante todo, los Dropkick sonaron compactos, dando muestra de su energía punk y melodías celtas, con todo su arsenal de instrumentos (gaita, acordeón, flautas,…) y la potencia de una batería que les hace elevar el tono de sus interpretaciones.

                   
Fue de este modo como a lo largo de la escasa hora y media que estuvieron tocando lograron tener del todo entregados a su público hasta que abordaron la recta final con platos fuertes como “The Warriors Code” o “Johnny, I Hardly Knew Ya” antes de que se plantara en el centro de las tablas el también bostoniano Bryan Mc Pherson que interpretó la folky “Caps And Bottles” con su harmónica y guitarra acústica, completada al final con los auténticos protagonistas de la velada. Luego se sumaron el resto de “teloneros” con el himno “I’ m Shipping Up To Boston” que fue el punto y final previo a los previsibles bises. Estos, arrancados por todo el auditorio coreando “Let’s Go Murphys! Let’s Go Murphys!” comenzaron con la ilustrativa “The Boys Are Back” y “Kiss Me I’ m Shittfaced” momento en que hicieron subir al escenario a un grupo muy numeroso de jovenzuelas con Ken desplegando toda su simpatía. Luego el meollo de arriba se fue ampliando con la subida de chicos que pudieron bailar junto a sus ídolos “Skinhead On The MBTA” y gritar al unísono “United” de la final “If The Kids Are United”.

                        

Este fue el fin de fiesta del gran directo de esta buena banda digna heredera de los Stiff Little Fingers y los Pogues, que a muy seguro se debe disfrutar mucho más yendo del todo borracho y dispuesto a partirse la cara bailando como si te fuera la vida.


Texto: Àlex Guimerà Fotos: Juanjo Cordero

                      

Publicado en http://notedetengas.es/cronica-de-concierto-dropkick-murphys-sala-razz-barcelona-170215/

viernes, 20 de febrero de 2015

DISCOS DEL 2015: The Decemberists/ What A Terrible World, What a Beautiful World:


Finalmente ha llegado al mercado el séptimo disco de estudio de The Decemberists. Tras el aclamado y luminoso “The King Is Dead” de 2011 ha llegado “What A Terrible World, What a Beautiful World” con una enorme expectación para ver si lograban mantener el nivel de su antecesor. Lo fácil hubiera sido repetir fórmula, pero ya se sabe que los de Pórtland son imprevisibles, tal y como con su última entrega dejaron atrás la senda ópera-indie del “The Hazards Of Love” ahora han querido alejarse del country-pop mas tradicional para hacer un disco que no siendo fácil, va haciéndose apetecible con las escuchas, valga el tópico.



Y es que los matices, la complejidad de los arreglos y la amalgama de influencias son el poso que fluye del nuevo vinilo. para empezar “The Singer Adresses His Audience” que arranca acústica y sentida para acabar en medio de un coro góspel y de unas distorsiones de guitarra.

“Cavalry Captain” evoca el sonido Filadelfia sobre todo por sus deliciosas segundas voces y las bailongas trompetas. Luego llega uno de los momentos cumbres con “Philomena”, cuyo estribillo cautivador y saltarín se rinde a unos coros “vintage” para darnos una auténtica lección pop. Maravillosa.

“Make You Better” es el single de presentación que ya conocíamos y uno de los temas mas evidentes, no falto de su punto melancólico perfectamente equilibrado con lo rítmico que lo hermana con el “Authomatic Of The People” de los REM.

Mas desnudas “Lake Song”, que flota entre violines y el piano; “Hill The Water’ s All Long Gone” que transmite a través de la proximidad vocal de Colin Meloy y unas segundas voces y violines que hemos escuchado mucho en el pasado en el viejo Leonard Coen; la arenosa e íntima “Carolina Low” con su toque religioso; y “12/17/12” con protagonismo de la harmónica, guitarra acústica, una tenue sección rítmica y un mensaje que surgió tras ver al presidente Obama hacer el discurso a la nación después de los asesinatos en el Instituto de Newtown en 2012.





“The Wrong Year” lleva una guitarra rítmica The Cure (en su versión descafeinada), acordeón y mucho rasgueo de cuatro cuerdas, mientras que “Anti- Summersong” parece escapada del anterior disco de los decembristas, por su estribillo redondo y su toque mas tradicional.

“Easy Come, Easy Go” en cambio presenta unas guitarras y unos efectos de ritmo propios de las bandas sonoras de los westerns de Ennio Morricone. El vendaval llega con “Mistral” y su mejunje de harmónica, acompañamiento vocal y solo de guitarra.


                   

Luego el final perfecto con “ A Beggining Song” – aunque pueda parecer mal ubicada- medio tiempo sincero y puro, directo y épico, con su grandilocuencia y sus zumbidos-efectos sonoros inclusive. La rúbrica perfecta a este “What A Terrible World, What a Beautiful World” . El inesperado (en el buen sentido) nuevo disco de los Decemberists, lleno de sorpresas y bastante alejado del “The King Is Dead”, siendo buenísimo por otros conceptos. Los violines abandonan el establo y se meten en la cámara, las guitarras ya no cabalgan sino que puntean, y la voz principal se acerca y se apoya en unos coros que rozan la excelencia. El resto lo ponen las soberbias composiciones de este genio de gafas y peinado anticuado.

Por Alejandro Guimerà
Publicado en http://notedetengas.es/the-decemberists-what-a-terrible-world-what-a-beautiful-world/

viernes, 13 de febrero de 2015

BOB DYLAN- THE COMPLETE THE BASEMENT TAPES: Relato de cómo se gestaron las cintas del sótano:


El comienzo de esta historia se remonta en el año 1966. Dylan ya se había "electrificado" y el Show Bussiness lo había absorbido hacia el Olimpo de los Dioses del Rock merced a la santísima trilogía " Bringing It All Back Home" - "Highway 61 Revisited" (1965) - "Blonde On Blonde" (1966). No cabe duda de que aquel tipo de solo 25 años ya lo había hecho todo ¿Qué nuevo disco se le podía exigir sino? Entonces cuando nadie se lo esperaba llegó el 29 de julio y el fatídico accidente con su Triumph 500 en Woodstock, un final perfecto y el que podría haber sido el nacimiento de un nuevo mito de muerte prematura (James Dean, Buddy Holly, Sam Cooke,...). Pero no, el bueno de Robert Zimmerman tenía una infinidad de cosas que hacer y que ofrecernos, y el accidente sólo sirvió para que se apartara de su odiada vida pública amén de crear especulaciones en torno a su desaparición.
                                   

Tras pasar un mes recuperándose en casa del doctor Ed Thaler en un pequeño pueblo de la zona llamado Middleton, en el que logró un anonimato impensable para él en aquellos tiempos, Dylan hizo que su mánager Albert Grossman cancelara una macro gira de 64 conciertos dado que había decidido recluirse por un tiempo en la mansión " Hi Lo Ha" (Woodstock).

La falta de detalles de aquellos días ha llevado a realizar especulaciones como que en realidad Dylan murió en el accidente de moto y que luego se impuso a otra persona para suplantarlo - al estilo de otro músico de carrera longeva, Paul Mc Cartney - o que en realidad no hubo tal accidente y que la "falsa reclusión" de Dylan era en realidad un proceso de desintoxicación.

Aunque la verdad es que Dylan en esa época mantuvo contacto con los miembros de su banda de acompañamiento "The Hawks", con quienes se había desgastado en una gira de 1965 y 1966. Con ellos empezó tocando primero en el salón rojo de su casa para luego pasar al mítico sótano de "Big Pink", la casa en la que se hospedaban aquellos por 125 dólares al mes.
                                
Con un enorme secretismo el bardo y los futuros miembros de The Band, los multi instrumentistas Robbie Robertson, Rick Danko, Richard Manuel, Levon Helm (el batería se incorporó algo más tarde) y Garth Hudson, empezaron a tocar juntos para matar el tiempo, siendo sesiones tan productivas que decidieron grabarlas. Con el ánimo de tocar libremente lo que les apeteciera, reinterpretando el cancionero popular americano que había recopilado Alan Lomax en la Gran Depresión, probando con nuevas composiciones que seguían surgiendo de la chistera de Dylan, abordando piezas country o rythm' n blues y en definitiva buscando la vuelta a los orígenes de lo que debe ser la música, alejada del ojo público y de su feroz industria.
                                       

El resultado de todo, una conexión letal entre los músicos, con largas funciones en las que las risas, las probaturas, las emociones a través de las notas, la evasión y la creatividad fluyeron en aquel humilde sótano de aquel lugar recóndito en medio del bosque mientras el mundo seguía su camino. Era 1967 y los cambios sociales florecían mientras que las luchas por los derechos civiles abundaban en las calles, la guerra de Vietnam arruinaba la vida de mucha gente, el sexo y las drogas cada vez eran menos tabús, el arte abría puerta tras puerta y la música en concreto expandía sus posibilidades capitaneados por el "Sgt. Peppers" y el "Pet Sounds".

Pero el hasta entonces héroe juvenil, ídolo musical y líder de los movimientos anti-sistema, nadaba a contracorriente en su propio río, haciendo lo que le apetecía y sin someterse a ningún mandamiento. Quería divertirse con la música, crear nuevas canciones, experimentar, aprender y en definitiva fluir.


En aquellas sesiones se registraron hasta más de 100 canciones recogidas en 40 cintas que quedaron años en el limbo. Aunque a decir verdad, las filtraciones del material dieron paso al nacimiento de la piratería musical o lo que es lo mismo a la aparición de los discos "no oficiales". El mito de los discos fantasma tuvo su punto y aparte en junio de 1975 cuando se editó el famoso doble disco de 24 cortes bajo el título “The Basement Tapes”. Una compilación fabulosa prácticamente integrada por las composiciones originales de Dylan que no reflejaba las dimensiones del legado del sótano.

                                  
Han tenido que pasar 46 años para que finalmente, lo que nació como un divertimento privado sin más aspiraciones, acabara empaquetado en "THE BASEMENT TAPES COMPLETE: THE BOOTLEG SERIES 11", siguiendo con la colección Bootleg que año tras año nos va engordando la herencia del genio de Minnesotta. Aunque lo nuevo ha traído también una edición "RAW" que se reduce a dos álbumes de 19 cortes cada uno y que en realidad anda bastante parejo al disco de 1975.

Para los coleccionistas y curiosos lo más recomendable es la edición completa, sólo esta es capaz de transmitir las sensaciones de las jornadas musicales de 1967, solo la macro-edición evoca el feeling entre músicos y el espontáneo proceso creativo de Dylan. Es en la edición completa dónde tenemos los 139 temas que se fijan como cifra máxima de las "cintas del sótano".

                                         

Para quienes tengan la fortuna (nunca mejor dicho) de acceder a los seis vinilos, que tengan en cuenta que los medios rudimentarios en que fueron capturados ofrecen la impresión de ser más antiguos del 67 (año de los estudios multi-pistas), lo que refuerza las sensaciones de autenticidad, por algo se señala ese momento como el nacimiento del lo-fi que tantos momentos de gloria nos dio en los años noventa.

Dicho esto, aconsejaremos a los oyentes que se dejen llevar, que investiguen, que busquen y se pierdan entre el montón de canciones. Que entiendan que no se trata de un disco al uso, pues no se grabó como tal, más bien es un enmarañado viaje musical lleno de pequeñas jam sessions de todo lo que en aquel momento les interesaba a sus artífices.

Como la música negra con la combativa "People Get Ready" escrita por Curtis Mayfield para sus The Impressions, o el blues de piezas simpáticas como “All American Boy” de Bobby Bare y “Tupelo” de John Lee Hooker. El Country, que aparece en “You Win Again” de Hank Williams, “A Satisfied Mind” de Jack Rhodes o en “Four Strong Winds” y “The French Girl” del cantautor canadiense Ian Tyson (de Ian & Sylvia) . También en “A Fool Such As “ popularizada por el mismísimo Elvis y en “Folsom Prison Blues”, “Big River” y “Belshazzar” de otro rey como es Johnny Cash. Tampoco faltan las reinterpretaciones de clásicos del Dylan Folkie como "Blowin' In The Wind", "It Ain' t Me Baby" o "One Too Many Morning".

Pero el peso pesado del disco lo aguantan dos bloques: las antes citadas canciones tradicionales y los temas de nueva creación.

Para los temas de nueva creación, aparecen algunas ya archifamosas dentro de la discografía del bardo como la reivindicativa "I Shall Be Realised" o "Quinn The Eskimo (Mighty Quinn)" que daría la vuelta al mundo el año siguiente a manos del grupo pop Manfred Mann, o "You Ain' t Goin' Nowhere" y "Nothing Was Delivered" incluidas en clave country en el disco de los Byrds "Sweethert Of The Rodeo" (1968) con voz de Gram Parsons . También otras bastante desconocidas como "I' m Not There", inédita hasta la inclusión en la BSO de la controvertida película de 2007 de mismo nombre. Y las que ya conocíamos del disco de 1975 como "Odds And Ends", que sigue la estela del "Blonde On Blonde"; el maravilloso medio tiempo "Too Much Or Nothing" o "Open The Door, Homer".

Sin olvidarnos de las colaboraciones con The Band "This Wheels On Fire" (Rick Danko) y "Tears Of Rage" (Richard Manuel), ambas incluidas en el seminal debut de aquellos "Music Froim The Big Pink" (1968).
                                        

Si nos centramos en las tradicionales, no todas son covers folk, también hay rockabilly ("Roll on Train"), rock de acento mejicano ( "Mary Lou , I Love You Too"), revisiones pop-folk ("Santa Fe" que ya la conocíamos del Bootleg Series Vol. 1-3), baladas emotivas ("Bells Of Rhymney" también robada por el "Sweetheart Of The Rodeo"), y un interminable etcétera reflejado en distintas tomas de la misma canción, con fluctuaciones no solo de tono, melodía y ritmo sino incluso de letra.

Allí está precisamente la grandeza de las BT, ser testigo con la oreja de la privacidad de estos tipos tan grandes, como son Robbie Robertson, que nunca lo fue tanto, con una guitarra magistral y llena de matices según la canción, o Rick Danko, bordándolo con el bajo puesto al servicio del resto de instrumentos, ni que decir de Garth Hudson, con unos teclados casi primitivos pero en tantas ocasiones preciosos, o Richard Manuel capaz de abordar con excelencia el instrumento que le pongas delante, lo mismo que Levon Helm quien además fue el encargado de las grabaciones y los años posteriores de su custodia. Y por encima de ellos el propio Dylan, que no lo vamos a descubrir aquí pero que en aquellas sesiones introdujo las variantes y los registros de voz, a pesar de que a veces dejara protagonismo a las de sus compañeros, con unas armonizaciones que luego serían santo y seña en The Band.



Es a grandes rasgos el sonido de unas canciones hechas desde la paz y el sosiego, desde la distancia con el mundo y por quien se siente libre con su arte alejado de las presiones de las discográficas. Un sonido que ha llegado a los fans fragmentado a lo largo de los años, rodeados del misterio y de la leyenda, y que por fin casi medio siglo después podemos gozarlo en nuestros equipos y meternos de lleno en la intimidad de unos músicos irrepetibles. Benditas sesiones.


Por Alejandro Guimerà

Publicado en http://www.elgiradiscos.com/2015/01/bob-dylan-basement-tapes-complete.html

viernes, 6 de febrero de 2015

DISCOS DEL 2015: Belle & Sebastian- Girls In Peacetime Wants To Dance:


Estamos a principios de año y ya empezamos a encontrar los primeros discos más esperados del ejercicio.  Este es el caso del "Girls In Peacetime Wants To Dance", anunciado nuevo disco (noveno de estudio) de los escoceses Belle & Sebastian, del que ya nos habían adelantado el año pasado un primer single. Se trataba de la desconcertante " The Party Line" con sus formas de synth pop sin sustancia que nos hicieron temer que los de Stuart Murdock no se hubieran tirado a la piscina sin agua como habían hecho recientemente los suecos  Mando Diao. Para nuestra tranquilidad, una rápida escucha del nuevo compendio ha ahuyentado nuestros fantasmas al comprobar que el abuso de los sintetizadores ha sido moderado y en ocasiones incluso acertado. Es el caso de "Enter Sylvia Plath" cuya melodía ascendente entronca con los mejores momentos de aquel movimiento ochentero - aromas a Pet Shop Boys y al "Terra Titanic" - . Otro caso es "The Book Of You" en la que la electronización se cruza con elementos de la factoría Spector, lo que junto con la dulce voz de Sarah Martin dan un buen resultado. Aunque la más destacable de la estirpe es "Play For Today" cuya alternancia de voces, teclados oníricos y épica lo llevan a terrenos "Dream Pop" que le sientan de maravilla.  
Espantadas las sombras del Synth Pop el resto del álbum es mas bien conservador, pues sigue los cánones "Twee Pop" de la banda: melodías simples, voces cálidas, pop sereno, rica instrumentación y por encima de todo las altas dosis de dulzura.
Desde la autobiográfica  "Nobody' s Empire" , de guitarra preciosa y estribillo seductor, Stuart nos cuenta los obstáculos de su infancia con sus problemas de salud. Maravillosa pieza es también es la balada "The Cat With The Cream", tierna, etérea y no falta de unos violines ambientales deliciosos. La réplica de Sarah es "The Power Of Three", con su voz susurrante,  teclados arrebatadores y aromas popies retros.
                             
También mira hacia atrás, aunque esta vez en la década de los setenta, "Perfect Couples"  de influencias acid jazz, funkys y de la música disco de esa época. La enérgica "the Everlasting Muse" tiene elementos de la música celta, mientras que "Ever Had A Little Faith?" retoma los primeros discos de los B&S. 

A pesar de la variedad de los sonidos "Girls In Peacetime Wants To Dance" suena compacto y nos confirma que estos tipos siguen profundizando y descubriéndose en los sonidos pop como nadie, buscando nuevas influencias para no caer en la repetición a la vez que manteniendo su inimitable esencia. Y aunque tarden cada vez más tiempo en sacar nuevos discos, se distraigan con otros proyectos (cine, literatura,...) y ya hayan pasado sus mejores momentos, los Belle & Sebastian siguen engordando un legado de música pop sin parangón en nuestros días.