domingo, 24 de diciembre de 2023

DISCOS NAVIDEÑOS: Lucinda Williams - Lus Jukebox Vol. 5: Have Yourself A Rockin´ Little Christmas (2021):



En pleno confinamiento de la pandemia del Covid, la buena de Lucinda tuvo que cancelar su gira por lo que comenzó a grabar conciertos en su canal de Youtube y por streaming junto a su formidable banda: Stuart Mathis (guitarra), Stephen Mackey (bajo) y Fred Eltringham (batería). La gracia de estos directos "virtuales" era que cada uno tenía su temática propia, de lo que fue publicando a lo largo de la segunda mitad del 2021 hasta seis álbumes. Parte de la recaudación del proyecto se destinó a financiar locales de música independiente afectados por la crisis sanitaria.  Así Lu dedicó sus bolos a realizar versiones del malogrado Tom Petty "(Runnin’ Down A Dream: A Tribute To Tom Petty. Vol.1"), de Bob Dylan ("Bob’s Back Pages: A Night Of Bob Dylan’s Songs. Vol. 3") o de los Rolling Stones ("You Are Cordially Invited? A Tribute To The Rolling Stone" Vol. 6). Pero también se atrevió con el cancionero de la Nothern Soul ("Northern Souls: From Memphis To Muscle Shoals & More. Vol. 2") y del country americano ("Funny How Time Slips Away: A Night of 60’s Country Classics. Vol. 4").

                            


Y como colofón a tal formidable proyecto se atrevió a atacar villancicos y a publicar un disco navideño, como antes lo habían hecho grandes de la canción popular americana como Ella Fitzerald, Frank Sinatra o James Brown. 



Así encontramos "Run Rudolph Run" que alejada a la versión original de Chuck Berry viene desde un blues más oscuro, aunque por blues parad la oreja a "Little Red Rooster" con Lu dando el callo en la interpretación vocal. Más cálida se muestra en "Please Come Home For Christmas" y jazzy en "Have Yourself A Merry Little Christmas". El toque ramonero llega con "Merry Christmas (I Don't Want To Fight Tonight)", más bailonga y desenfadada. Aunque mi favorita de todas es la versión de "If We Make It Through December" de 1973 de Merle Haggard and the Strangers y que es la que mejor sienta en la piel de nuestra rockera favorita, melancólica como nunca, melodica como siempre.

Un disco al que aconsejamos que hinquéis el diente en estas fechas navideñas para disfrutarlas al lado de esta incansable mujer que engrandece el legado del rock.

Feliz Navidad!

miércoles, 20 de diciembre de 2023

DISCOS DE 2023: RIDERS OF THE CANYON- Riders Of The Canyon:



Uno de los epicentros de la música pop en Catalunya en los últimos cuarenta años ha sido sin duda alguna la ciudad de Vic. Sede del "Mercat de la Música Viva", donde la ciudad se transforma para albergar todo tipo de conciertos en sus salas y calles; además ha sido cuna de un sinfín de nombres importantes como El Último de la Fila, Loquillo y Los Trogloditas o Núria Graham. Por algo lo han bautizado como el "Liverpool catalán". Y el último milagro surgido de sus calles es Joana Serrat, una cantautora con influencias de folk y americana cuya carrera arrancó en 2012 con su debut "The Relief Sessions" y de la que destacamos su mejor trabajo en solitario hasta la fecha, "Cross the Verge" (2014), plagado de arreglos atmosféricos y ensoñadores bajo unas letras muy introspectivas.

Para la ocasión la viguetana ha querido dar un paso más allá en su cruzada por abanderar el género rock americano al formar el super-grupo Riders Of The Canyon, que en realidad nació en 2017 cuando telonearon a los norteamericanos The Band Of Heathens en la desaparecida Rocksound de Barcelona. Unos años después grabarían cinco cortes que formarían el EP de debut lanzado el año pasado, que han completado con otras tantas composiciones más para definir este homónimo larga duración.

Un proyecto que lo completan Matthew McDaid, un neoirlandés afincado en Girona autor de grandes canciones de corte "yankee" (que nadie se pierda su "Of The Beaten Track" de 2017) u otro músico de enorme solvencia que se suma a la alineación es su tocayo y también catalán Joan Usart, un cantautor de poderosa voz y autor de dos discos de folk-americana muy interesantes (dos en inglés y su último "Llamp de Bosc", de 2020 ,en catalán). La banda se completa con Victor Partido, un veterano músico, promotor musical (director del Festival Altaveu de Sant Boi) y director de un estudio de grabación, quien ha formado parte de muchos proyectos y bandas.

¿Y qué encontramos dentro de la funda del debut de esta Súper Banda? Pues un colosal trabajo artesanal en dónde las voces celestiales se aúnan con una producción instrumental pulcra cargada de pianos lacrimosos, slides, acústicas y ritmos trepidantes que rezuman aroma americano, situándolos en el punto de mira de los seguidores de la Americana de todo el planeta.

Entrando al detalle encontramos "Sunrising", que es pop-rock luminoso, enérgico, muy a la onda de lo que dominaba parte de las listas de éxitos en los ochentas. Una pieza digna de Bruce Springsteen o Ryan Adams. La pasional "Here In My Dreams" podría pasar como la versión más edulcorada de Nick Cave, mientras que "Everything Blooms In Springs" me recuerda al más intimista Richard Hawley. "Wild River", en cambio, la podría firmar Jason Isbell o las mejores bandas del Laurel Canyon (valga la redundancia) en los setenta. Y ya que hablamos de esa escena, un recuerdo a Fleetwood Mac y a la Linda Ronsadt "popera" se mece en los medio tiempos "Master Of My Lonely Time" y "Some Kinda Adiction", que a cargo de Joana suenan celestiales. Como la pieza que da nombre al álbum y a la banda, que es profunda, mística, delicada y nos trae unos vientos que son una barbaridad.

El cierre lo pone una "Sorrow Song" que mira hacia los "American Recordings" de Johnny Cash. Inquietante a la vez que sosegada la voz de Usart dirige esta pieza que se pierde entre arreglos y paisajes sonoros. Fuera del disco ha quedado el single "Sunflower", una balada acústica lanzada recientemente, lo que nos hace intuir la continuidad del proyecto. Un proyecto al que no nos queda más remedio que rendirnos y dar la enhorabuena al cuarteto, por saber aunar fuerzas, equilibrar personalidades y sacar jugo a sus experiencias y talentos para conformar el que a bien seguro será uno de los álbumes de este 2023 a punto de finalizar. Esperemos que sigan cabalgando por mucho tiempo.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

DISCOS DE 2023: IRON AND WINE - Who Can See Forever Soundtrack:


Decir Iron And Wine es referirse a Sam Beam, uno de los tipos más prolíferos del folk americano de los últimos años. Saltó a la fama cuando la deliciosa balada, “Flightless Bird, American Mouth”, se incluyó en la Banda Sonora de la saga vampírica teenager “Crepúsculo”. Pero la verdad es que muchos ya lo adorábamos desde, al menos, el “Our Endless Numbered Days” (2004) y sobre todo con el ya más famoso “Sheperd’ s Dog” (2007), en donde viró hacia un folk más experimental. Lo cierto es que luego no ha parado de publicar buenos trabajos de estudio en los que las texturas acústicas, los ritmos y la calidez de su voz han sido su santo y seña. Y no nos olvidemos tampoco de las interesantes colaboraciones con Calexico – hasta dos trabajos “In Reins” y “Years To Burn” - o con otro adorable barbudo como es el cantante de Band Of Horses, Ben Bridwell, amén a sus volúmenes de los "Archives" en los que recoge descartes y versiones ajenas, en una especie de particulares "Bootlegs".

Estamos ante un tipo que enamora gracias a su manera de tocar la guitarra acústica, a sus melodías, a su romanticismo en las letras y a su autenticidad y capacidad de explorar el folk. Para el año pasado, la publicación de un EP con canciones de la cantantautora Lorraine McKenna fue la antesala de este “Who Can See Forever”, que compila algunas de sus canciones en formato directo pero que es en realidad la banda sonora de un documental dirigido por Josh Sliffe y protagonizado por Iron And Wine cuyas canciones fueron grabadas justo antes de la pandemia (en 2019) en Haw River Ballroom (North Caroline). Lo curioso es que, pese a ser anunciado en paralelo, el documental no se estrenará hasta el año que viene.

Publicado por su discográfica, Sub Pop, el álbum no es el primer compendio del músico en directo, pues en el mismo 2019 se editó “Live At The Thirth Man Records”, un cercano concierto con apenas diez temas en los que se presentaba el cantautor al estilo "storyteller", guitarra acústica en mano. Para la ocasión las canciones vienen mucho más trabajadas instrumentalmente con contrabajo, cello, toda clase de ritmos, voces y muchas dosis de revisión. Y es aquí donde recae la magia de este nuevo trabajo, pues como si se tratara de un Bob Dylan de bolsillo, el bardo de Carolina de Sur ha reinventado su cancionero dándole una vuelta a las estructuras y a las melodías. Para ello se acompaña del cello de Teddy Rankin, del bajo de Sebastian Steinberg, de Beth Godfellow a la batería y percusiones y Eliza Hardy al teclado, todos al servicio de un repertorio que no tira de obviedades y mira especialmente hacia sus primeros cinco años de carrera.



El disco arranca con una “The Trapeze Swinger” que se escucha desprendida de toda dulzura, creciente, dura y desgarradora. Del “Sheperd’s Dog” aparecen una “The Boy With A Coin”, que suena como lo haría en un MTV Unplugged; bajo una forma más ruda que las originales nos encontramos con “House Of The Sea” y “Wolves”, que nadan entre marañas de cuerdas y ritmos de chatarra a lo Tom Waits mientras que “Pagan Angel And A Borrowed Car” languidece entre coros femeninos. Más pareja a la original encontramos la lejana “Naked As We Came”, reducida al arpegio de la guitarra. Del mismo álbum, “On Our Wings” se muestra más vestida con unas percusiones y cuerdas inquietantes, bluesy y taciturna. “Call Your Boys” reluce con las voces de fondo y un piano encantador, y “Woman King” es jazz experimental creando ambientes capaces de irritar. Para los que no les gusten los riesgos mejor que se paren en “Call Your Boys” y sus bellos acompañamientos vocales, cuerdas y piano. Las miradas más recientes se centran en su último trabajo de estudio sin colaboraciones, “Beast Epic” (2017), cuando nos presenta “Thomas Country Law”, “Last Night” y “About A Bruise”.

                                 


Y para el cierre una emotiva “Muddy Hymnal” que nos lleva hacia el año 2002 y que mira a la cara al legado de The Band. Eran los inicios de la carrera de “Hierro y Vino”, este encantador proyecto folk lo-fi que va para los 25 años de historia y que nos ha regado un montón de melodías, ternura y sorpresas sonoras. Estaremos atentos al largometraje en 2024.

Por Àlex Guimerà

viernes, 1 de diciembre de 2023

MOR SHANE MACGOWAN VEU I ÀNIMA DE THE POGUES:



Shane MacGowan (25/12/1957- 30/11/2023)



DIRTY OLD TOWN
I met my love by the gas works wall
Dreamed a dream by the old canal
I kissed my girl by the factory wall
Dirty old town
Dirty old town
Clouds are drifting across the moon
Cats are prowling on their beat
Spring's a girl from the streets at night
Dirty old town
Dirty old town
I heard a siren from the docks
Saw a train set the night on fire
I smelled the spring on the smoky wind
Dirty old town
Dirty old town
I'm gonna make me a good sharp axe
Shining steel tempered in the fire
I'll chop you down like an old dead tree
Dirty old town
Dirty old town
I met my love by the gas works wall
Dreamed a dream by the old canal
I kissed my girl by the factory wall
Dirty old town
Dirty old town
Dirty old town
Dirty old town



                  Rest In Peace Irish Poet

miércoles, 29 de noviembre de 2023

DISCOS DE 2023: THE NATIONAL- Laugh Track:

                           

Hace apenas medio año desde la publicación del disco "First Two Pages Of Frankestein" de The National, y cómo éste llegaba tras las crisis de su vocalista Matt Berninger y bajo el retorno de su guitarrista, Aaron Dessner, tras sus exitosas producciones. Mucho se había especulado sobre la falta de inspiración o estancamiento de la banda, así como sobre la posibilidad de ruptura de la misma. Máxime cuando tras el notable debut de Matt, "Serpentine Prison" (2019), uno podría vislumbrar una interesante carrera en solitario.

Y es que quizás el principal problema del sexteto neoyorquino ha sido la falta de asunción de riesgos y la línea continuista que han seguido tras su explosión con "Boxer" (2007) y sobre todo con "High Violet" (2010), discos que les encumbraron en la primera división del indie y que les situaron en paradigma de la modernidad pop-rock. De sus continuaciones no podemos hablar de fracasos ni tampoco de bajones ya que ellos se mantuvieron en su zona de confort explotando y maximizando sus virtudes: La voz de barítono de Beringer, la batería redoblada, la épica y el dramatismo de las composiciones, las letras existencialistas, las guitarras afiladas y ese post-rock de nuevo milenio plagado de elegancia y madurez.



Bajo estos parámetros han ido avanzando, trabajando los matices instrumentales a través de unos cuidados arreglos, y en cierto modo rebajando la energía de antaño. Con ello, "First Two Pages of Frankenstein" se trataba de un buen disco que se dejaba escuchar, con el añadido de las colaboraciones de Sufjan Stevens, Phoebe Bridgers y una Taylor Swift que le debía gran parte del resultado de "Folklore" al propio Aaron. Habían cubierto el expediente para este 2023 y todo indicaba que tendríamos que esperar un tiempecito antes de poder vislumbrar su próximo movimiento discográfico.

Pero nada más lejos de la realidad, ya que en pocos meses llegaba la noticia de la publicación para este 2023 del décimo álbum de estudio de los "Nacionales", con el título "LaughTrack" y con una portada y arte parejo al "First Two Pages Of Frankestein", mostrando en niño con el busto y el letrero "Paul", ésta vez con el fondo de un salón y a todo color.

Al parecer muchos de los doce nuevos cortes de "Laugh Track" fueron compuestos e ideados en las mismas sesiones de estudio que "First Two Pages of Frankenstein", acabando de tomar forma en medio de la gira de conciertos de presentación de aquel álbum pero también a través de las Jam Sessions realizadas por la banda en los estudios de Portland, Flora Recording & Playback, un desarrollo que terminaron de completar en la sala de grabación con nuevos músicos invitados, del mismo modo que su predecesor. También igual que en aquel, la sombra de la depresión de Berninger planea a lo largo de todo el elepé, ya sea por su tonalidad como por unas letras que siguen corriendo íntegramente a cargo del vocalista y que, entre otros temas, hablan de desazón vital y de soledad.


En lo musical se repiten los samplers y las capas de bases o instrumentales. Es el caso de los dos singles extraídos: la tenebrosa "Alphabet City" y una "Space Invader" que nos regala un final atronador con una exhibición de batería. Más afables sin embargo resultan la pegadiza "Deep End (In Paul' s Pieces)" y "Dreaming", que viene cargada de tintes ochenteros. En "Weird Goodbyes", en cambio, el colorido lo aporta la particular voz de Justin Vernon (AKA Bon Iver).

Las mejores baladas del álbum son la que lo titula - en la que repite a las voces la insaciable Phoebe Bridgers, quien había aparecido ya en el disco "Frankestein"- y un "Crumble" donde se acompañan por Rosanna Cash, bonita mezcla de tonalidades recordando las similitudes del timbre grave de Matt con las del añorado padre de aquella, Johnny. Pero sobre todo destaca la solemnidad y el intimismo de una "Hornets" al piano que parece todo un ejercicio de sinceridad emocional del vocalista. Por su parte la flipante "Smoke Detector" nos lleva hacia el New York más vanguardista y sucio. Digna pieza del más desatado Lou Reed, a lo largo de casi ocho minutos la narración de la lírica surfea entre una incesante base rítmica y una tormenta eléctrica que coquetea con el noise. ¿Eso no es salirse de la zona de confort? Pues aciertan.

No podemos valorar mal este disco, como tampoco lo hemos hecho antes con ninguno de los anteriores de la banda. Estos tipos saben lo que hacen y a lo que juegan, y lo hacen bastante bien, la verdad. Difícilmente nos arrojarán canciones que nos dejen con la boca abierta ni posiblemente a estas alturas ganarán nuevos seguidores o crearán nuevas corrientes artísticas con surgimiento de bandas que los imiten; pero estamos ante buenas canciones que entran muy bien y que las podemos gozar a las mil maravillas. De eso se trata ¿No?

Por Àlex Guimerà







martes, 21 de noviembre de 2023

ROCK AND RÍOS- Palau Sant Jordi 2 de noviembre de 2023:



Horas antes, a escasos metros del Palau Sant Jordi, se jugaba el Barça-Madrid de fútbol con presencia en las gradas de los Stones Mick Jagger y Ron Wood. Ambos, junto a Keith Richards, son pura historia del rock inglés y podría decirse que también del rock americano, quienes no sólo no han dejado de hacer giras si no que han sido capaces en pleno año 2023 de publicar un discazo como es el tan comentado "Hackney Diamonds". En la península no deberíamos dejarnos llevar por la envidia con "sus satánicas majestades" ya que tenemos a un tipo como Miguel Ríos que merecería un reconocimiento que desgraciadamente a día de hoy no tiene. Pionero del rock and roll español en los sesenta, artista de éxito internacional en los setenta con "Himno de la Alegría" y artífice de la renovación del rock a principios de los ochenta de la mano de poderosos directos como el "Rock & Ríos", del que quiso dar testigo con el homónimo álbum grabado en los días 5 y 6 de marzo de 1982 en el Pabellón de Deportes del Real Madrid. Cuatro décadas -y un amago de retirada del granadino- después, por fortuna este año ha querido dar un merecido homenaje y recuperar el espíritu de aquel hito de la música española.



Con la gira realizando paradas por distintas ciudades de nuestra geografía (Mallorca, Alicante, Valencia, Murcia o San Sebastián) los conciertos han ido recogiendo el mismo repertorio -con alguna excepción- que en los conciertos y el disco original, a lo que ha ido añadiendo invitados sorpresa apoyándose por una banda, cómo no, de músicos excepcionales.

Sin escatimar técnicos de luces, sonido y un largo personal dirigidos por el gran y reivindicable Carlos Narea, encima del escenario ha lucido como nunca una banda joven y renovada que ha contado con dos baterías (uno, el joven hijo del propio productor Pablo Narea), dos teclados, bajo y dos guitarras, una de las cuales se encontraba en manos del único de los músicos originales de aquel clásico álbum, hablamos del legendario John Parsons.

La cita en cuestión albergó menos público del esperado, por lo que el Palau Sant Jordi quedó algo reducido, al igual que una mala organización forzó un retraso de comienzo del show, ya que abrió puertas a escasos minutos de la hora señalada. Nada de ello iba a deslucir el espectáculo que íbamos a presenciar, en el que el sonido, las luces, los videos e imágenes, las interpretaciones y sobre todo el carisma y fuerza del protagonista estuvieron por encima de toda expectativa que tuviéramos.




No se me ocurre mejor arranque para un concierto que "Bienvenidos", pero si en Barcelona además le añades las estrofas en catalán, te pones al público en el bolsillo de forma inmediata. Es lo que hizo de buena entrada Miguel, quien en todo momento mostró su simpatía, dominio del público y humildad (presentando y reconociendo a todos los que formaban parte de la organización en uno u otro sentido).



El setlist, como se ha dicho, era ya conocido, por lo que las sorpresas en el cancionero fueron más bien nula, suplido eso sí con un dinamismo y un ritmo que hicieron del bolo de lo más entretenido. Como por ejemplo, el futurismo de los videos de "El sueño espacial" y "Año 2.000", o las imágenes sobre la historia de los últimos treinta años en España para ilustrar una "Generación límite" que, si bien fue concebida entre finales de la dictadura y principios de la transición, aprovechó para recordarnos que el mundo sigue con las mismas alegrías y los mismos errores y luchas, para acabar dedicándola a las nuevas "generaciones límite" del presente, quienes tienen que enfrentarse a las nuevas crisis y guerras en busca del cambio.




Para el rock salvaje con el que denunció la droga en los ochenta "Un caballo llamado Muerte", se subió al escenario a acompañarle el cantante de Sopa de Cabra, e ídolo local, un enérgico Gerard Quintana. Otro que le acompañó fue un Coque Malla enfundado en un traje plateado en el sensacional "Blues del autobús" con el que se narra la vida en la carretera de los músicos. Menos reconocida fue la cantante Joana Amaro, ex de Lorenzo Santamaría y portentosa rockera, presentada como "la Reina de la Noche" antes de interpretar dicha pieza a pleno pulmón. En "Buscando la luz" la aparición de cantantes de coros góspel de Terrassa, Barcelona, Sant Cugat y Tarragona dio el toque espiritual necesario a la pieza, mientras que uno de los primeros momentos de clímax del recital llegó con las baladas encandenadas de "El río" y "Santa Lucía", coreadas por el respetable y antesala del momento más electrizante de la noche, el que propiciaron las contundentes "Ciudad de Neón" y "Banzai".



El recuerdo a su tierra andaluza vino con "Al Sur de Granada" y "Al-Andalus". En "Los viejos rockeros nunca mueren" se cambió de chaqueta girándosela por una con dibujos de calaveras que le sirvieron para recordar a sus ídolos rockeros fallecidos (Fats Domino, Jimi Hendrix, James Brown...). Acto seguido llegó "Rocknroll Boomerang", con la leyenda Leslie de los Sirex acompañándole a las voces y un vídeo con mitos del rock en las pantallas. Presentado con un reflexivo speach por parte de Miguel, llegó el esperadísimo "Himno de la Alegría", que contó con la efervescencia del público, la vuelta de los solistas gospel a los coros y la sensación de estar frente a un verdadero himno, no sólo por la música (la 9ª de Beethoven), sino por esa necesaria letra que nos ruega por la hermandad entre los seres humanos.

Pero si tuviera que elegir un momento, quizás mse quedo con la recta final del concierto, poniendo sobre el escenario toda la tralla con la exhibición de las capacidades instrumentales de los músicos: redobles de baterías, solos de guitarras inalcanzables, bajos letales, teclados imposibles, pianos a lo Jerry Lee Lewis, y un Mr. Ríos que no parece que esté para jubilarse dada la lozanía de la que hace gala y la plenitud vocal que aún atesora (maravilloso cuando se pone a jugar haciendo coros con el público). Instantes para no dejar de gozar con piezas como "Mueve tus caderas", "Rock' n roll en la plaza del pueblo" o "Lua Lua Lua". Para el bis, una "El rock de una noche de verano", inédita en el repertorio del show de antaño pero que puso la guinda a un espectáculo tan disfrutable como reivindicable. Miguel Ríos legendario.

Por Àlex Guimerà

miércoles, 15 de noviembre de 2023

LUNA: Sala Apolo (La 2) 27 de octubre de 2023:



Los lejanos años noventa nos arrojaron un manantial de buenas bandas, cada una con su particular universo sonoro. Una de ellas es sin duda Luna, una formación neoyorquina liderada por un Dean Wareham que a finales de los ochenta había capitaneado una de las formaciones pioneras del "Dream Pop" como fueron los Galaxie 500. Terminados aquellos, se enfrascó con su actual proyecto, donde recoge las enseñanzas de la Velvet Underground y de los sonidos más crepusculares del New York de los setenta. La banda cambió de músicos a finales de los noventa pero Dean se ha ido manteniendo al frente, mientras que las nuevas incorporaciones, Sean Eden (guitarra), Lee Wall (batería) y Britta Phillips (bajo), han ido permaneciendo a lo largo de los años consolidando el proyecto y compactando su sonido que cada nueva vez que uno ve su directo se da cuenta de cómo ha crecido.



Antes de que aparecieran en escena pudimos gozar de unos interesantes teloneros, los Gold Lake, un veterano trío curtido entre La Gran Manzana y Madrid y que estrenaba el disco “Weightless”. Con una propuesta que nada entre los Beach House, Lana del Rey y Sain Ettiene, lograron encender con su cercanía y sensibilidad a una abarrotada Sala 2 de Apolo.

Sin apenas tiempo para descansar, apareció el cuarteto protagonista sin mucha ceremonia, para transportarnos a alguna pequeña sala de conciertos de Manhatan. Rápidamente y tras un “Bona nit” desplegaron una “Slide” del que es quizás su mejor álbum “Lunapark” (1992). Ya de entrada quedamos atrapados con ese tono musical que los empareja con la escena indie americana de su época junto a mitos como Pavement, Yo La Tengo o Sonic Youth. Todo gracias, en parte, a un Dean cantando con la displicencia de Lou Reed, sus arpegios de guitarra, los ritmos marcados por bajo y batería y esa guitarra monstruosa capaz de crear infinitos espacios eléctricos.




De buenas a primeras llegaron sus éxitos “4000 Days”, con sus “remembers”, la maravillosa “Chinatown”, con su melancólica letra, y la pegadiza “Superfreaky Memories”, piezas con las que uno se pregunta por qué siendo tan buenos nunca han tenido más repercusión. Punto y aparte merece el recordatorio a la efeméride del día, el décimo aniversario del fallecimiento de Lou Reed. Claro inspirador de su sonido, Dean dijo que todo el mundo recordaba dónde se encontraba ese fatídico día: en su caso en Las Vegas “pero no jugando”. Acto seguido y a modo de homenaje una menos conocida del genio de Long Island, “New Sensations”, para luego dar paso a la archiconocida y aclamada “Satelite Of Love".



Memorables resultaron unos desarrollos instrumentales en los que dimos cuenta de la compacto que se encuentra el combo, con el buen rollo entre sus miembros -para quién no lo sepa Dean y Britta son matrimonio desde hace años – con un Sean Eden espectacular demostrando ser un gran discípulo de la escuela de Neil Young, virtuoso a los pedales y a los efectos. Pero Sean no sólo es un portento a las seis cuerdas sino que aporta segunda voces, y en el caso de la bucólica “Still At Home” lo bordó a la voz principal mientras Dean rasgaba una cristalina guitarra.

 

Otros instantes para recordar los tenemos con la delicada “Tracy I Love You”, del "Pup Tent" (1997), o los “pa-pa-pa-pás” de “Friendly Advice”, al igual que un final reservado para la psicodelia de “23 Minutes In Brusels” y todo su progreso sonoro. o por lo menos hasta que llegaron los bises con “Femme Fatal”, de la Velvet con Britta desplegando todos sus encantos a lo Nico, a la que le siguió “Marquee Moon”, de Television, con la que nos vino a la mente la participación de Tom Verlaine en sus primeros álbumes. Emulando al legendario guitarrista, los riffs enmarañados y los pasajes electrizantes supusieron la cúspide de una velada a cargo de unos tipos que siempre es un gozo poderlos escuchar en directo.

Por Àlex Guimerà


viernes, 10 de noviembre de 2023

TEENAGE FANCLUB - Sala Paral·lel 62 (19 de octubre de 2023):



Habíamos leído en las redes sociales que el sonido de algunos de los anteriores conciertos de la gira peninsular de Teenage Fanclub no había sido bueno. También teníamos cierto recelo con la ausencia de Gerald Love y con el hecho de que con él se habían marchado de las giras algunas de las mejores canciones de los de Glasgow. Sin embargo, sabíamos que el nuevo álbum, "Nothing Last Forever" (2023), de la formación contenía un buen número de notables composiciones, algo que de hecho nunca han dejado de hacer a pesar de que sus discos hayan podido ser más o menos irregulares. Pero sobre todo, y aún faltando uno de sus pilares fundamentales, no nos podíamos perder a una de las grandes bandas de los noventa, un grupo que si bien se vio comercialmente eclipsada por el Brit-Pop y por el Grunge, fue capaz de ofrecer una propuesta rompedora en la que recuperaba las esencias de los Byrds a la vez que jugaba con las guitarras más sucias del indie americano de la época.





Con ello, y a pesar de que la sala nos ubicó en asientos, algo que se agradece cuando pasas los cuarenta aunque el rock and roll hay que vivirlo de pie, pudimos gozar de lo lindo de un quinteto que actualmente siguen capitaneando Normal Blake y Raymon Mc Guinley con el apoyo de la batería de Francis Mc Donald (con ellos desde el año 2000) y los jóvenes Dave McGowan (bajo) y Euros Childs (teclados), pero que en la gira se ha incrementado a sexteto.



En el presente tour la formación ha querido reivindicar su último trabajo y el anterior, “Endless Arcade” (2021), a la vez que no da la espalda a su época dorada, evitando claro está, las composiciones de Love. Con el inicio algo frío con la nueva “Tired To Be Alone”, la conexión llegó rápido con los coros a capella iniciales de “About You” y el memorable estribillo “Always on my mind, always take your time, take my time and I can find my way”. Otra legendaria tonada que también hizo levantar de sus asientos a los fans más veteranos fue la guitarrera “Alcoholiday”; lo mismo que logró “What You Doing To Me” con esas voces y esas guitarras que hubieran encajado en la discografía de MCGuinn, Crosby y compañía. Y es que damos fe que el encaje de las trabajadas segundas y terceras voces, la maraña de guitarras afiladas, los pianos o teclados pluscuamperfectos y los ritmos frenéticos siguen funcionando a la perfección en los directos de los escoceses.



Entremedio sonaron también las recientes “See The Light” y “I Left The Light On”, con su serena dulzura, y una “Endless Arcade” cantada por el discreto Raymon. Menos previsibles fueron “Did I Say”, de su grandes éxitos de 2003, o la menor “It’ s A Bad World”, que no es de las mejores del excelente “Songs From The Nothern Britain” (1997), del que extraer “I Don’ t Want To Control of You" fue una decisión más acertada. Un repertorio que dejó algunas curiosidades como en “Your Love Is the Place Where I Come From" ver al siempre sonriente Norman luciéndose al xilófono o en “Everything Is Falling Apart” la aparición de un saxofón letal.



Pero nos quedamos con la recta final y la popera “I’ m In Love”, del disco “Here” de 2016, y con los desarrollos finales de “My Uptight Life”, con la sala medio en silencio y las voces de los músicos rezando “All My Life I Felt So Uptigh Now It’ s all alright”. Fue la antesala de la eterna “The Concept”, directa hacia nosotros desde su obra maestra “Bandwagonesque” (1991), rindiendo honores a sus inicios, lo que confirmaron en los bises con “Everything Flows”, que si bien no es de las mejores de su cancionero, supuso el arranque de una banda de rock que no podemos calificar de otro modo que legendaria.





jueves, 2 de noviembre de 2023

DISCOS DE 2023: GRETA VAN FLEET- Starcatcher:



Apenas tienen 26 años y ya van para su cuarto elepé -no nos engañemos, "From The Fires" (2017) no era un simple EP- y a pesar de la pandemia llevan a sus espaldas un buen trote de conciertos alrededor del mundo. Marcados para lo bueno y para lo malo por las omnipresentes (y cansinas) comparaciones con Led Zeppelin, podemos decir que el cuarteto ha logrado alcanzar un altísimo nivel instrumental y vocal maximizado por lo compactos y coordinados que suenan en sus directos.

Lejos quedan los formidables hits como "Safari Song" y "Highway Tune" o la sensacional revisión de "A Change Is Gonna Come" de Sam Cooke, entre medio publicaron "Anthem Of The Peaceful Army"(2018) y "The Battle At Garden' s Gate" (2021), magníficos trabajo que quizás adolecieran de singles fáciles que les hubieran encumbrado como el "hype" del momento. Aunque a decir verdad, son malos tiempos por el rock.



Para su nueva entrega, "Starcatcher", los tres hermanos Kiszka, junto con el batería Danny Wagner, fueron a Los Angeles con la intención de grabar bajo las órdenes de Josh Kiszka (también con Jason Isbell y Chris Stapleton) unos doce cortes con los que han querido refinar su sonido a través del rock americano. Un sonido propio que han ido buscando en cada paso que han dado y que parece que con la nueva entrega están alcanzando.



Abre las puertas la creciente "Fate Of Faithful", enmarañada entre teclados y solos, con esa aurea misteriosa "made in Led Zep". Es la entrada a todo el imaginario sonoro de los de Michigan, que nos ofrecen de todo y más. En ese itinerario hay espacio para desgarradoras baladas (" Waited All Your Life"), fulminantes riffs y solos de harmónica ("Falling Sky"), ampulosidad a los violines ("Scared The Threat"), punk-blues acelerado ("Runaway Blues"), ritmos Black Sabath ("Frozen Light"), rock celta explosivo ("The Archer") o despedidas abrasivas ("Farewell For Now"). Y por destacar alguna, diría sin duda "Meeting The Master", con su carga de pomposidad y delicadeza a partes iguales, resulta estremecedora.



Mucha controversia ha habido y hay en relación a esta banda. Sin ir más lejos, Steven Wilson les ha tildado de banda de tercera, otros consideran que han recibido una cantidad desproporcionada de atención mediática en comparación con otras bandas emergentes más originales. Son opiniones y todas son respetables, faltaría más. Por parte nuestra compramos y abrazamos esta propuesta en alza basada en el enorme talento juvenil del cuarteto y en su amor ilimitado por el rock de los setenta.

Por Àlex Guimerà



viernes, 27 de octubre de 2023

ESPECIAL 10 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE LOU REED: Sus 10 discos en solitario imprescindibles:

 





TRANSFORMER (1972): 

El segundo disco de Lou estuvo producido por un David Bowie (junto a Mick Ronson) en plena época glam y es el que lanzó su carrera en solitario gracias a himnos como "Satelite Of Love", "Vicious", el baladón "Perfect Day" y sobre todo el himno de los parias y de la contracultura "Walkin On The Wild Side". El álbum, que muestra una portada del rockero "travestido", no sólo es uno de los mejores discos de los 70 si no de la historia del rock en general. Imprescindible.






BERLIN (1973): 


Tras el éxito que obtuvo con "Transformer" Reed decide cambiar de tercio y publicó esta ópera rock que profundiza en la miseria humana como pocos (o nadie) lo han hecho a través de sonido de ambiente, pianos lagrimosos y una voz envolvente. Un disco deprimente, oscuro y muy triste que en su día no tuvo buena aceptación pero que el paso del tiempo lo ha encumbrado como lo que es: una auténtica obra maestra del rock.






ROCK ' N ROLL ANIMAL (1974):


¿Uno de los mejores discos en directo de rock hechos nunca? Posiblemente. Y es que con éste álbum Lou Reed sacó su parte más salvaje acompañado de una gran banda para revisar algunos de los temas de la Velvet Underground y darles una nueva vida a través de desarrollos guitarreros y logradas improvisaciones. ¡Espectacular! 







SALLY CAN' T DANCE (1974): 


La facilidad de mutar y evolucionar en poco tiempo del ex-velvet quedó de nuevo patente con este álbum surgido por las presiones de la discográfica y en el que recuperó piezas compuestas en los sesenta, se pintó el pelo de amarillo y se puso unas rayban. Influenciado por las drogas y por su noviazgo con Raquel (un transexual) el disco es un grito de rabia de un inconformista y rebelde que busca su sitio en el mundo.







CONEY ISLAND BABY (1976): 


Otra de las cimas del artista llegó en 1976 con este disco que hacía olvidar el experimental y controvertido "Metal Machine Music" (1975) gracias a unas canciones maduras, románticas, poéticas e inspiradas. Divertido en "The Gift", amoroso en "Crazy Feeling" o rabioso en "Kicks". Ocho maravillosas composiciones entre las que destacan la oda autobiográfica "Coney Island Baby" que cierra como nunca un álbum sencillamente genial.



THE BELLS (1979):



De nuevo buscando la vanguardia, Lou se metió de lleno a jugar con sintetizadores, micros, distorsiones y un sonido funk de baile muy en boga en la época del punk. Un Disco claramente influenciado con lo que su amigo Bowie estaba haciendo en Berlin. Baile desenfrenado ("Looking For Love"), sonidos artificiales ("City Lights"), krautrock ("Disco Mystic"), funky y saxos ("I Want To Boggie With You") y mucho más en un disco para reivindicar.



THE BLUE MASK (1982):


Con 35 años y después de superar una larga travesía por el desierto fruto de sus adicciones a la heroína y a al alcohol, Lou volvió a agarrar la guitarra y se juntó con Robert Quine y Fernando Saunders para dar forma a este álbum que recuperaba el sonido menos experimental de la Velvet y ofrecía poderosos himnos como "Waves Of Fear", "Heavenly Arms" o " Average Guy". 



NEW YORK (1988): 


La resurrección comercial de Lou Reed llegó con este disco formidable en el que rendía homenaje a su ciudad, y lo hacía a base de rock poderoso de riffs y percusiones. Con su habitual poesía, las melodías más contagiosas llegaron de la mano de gemas como la dinámica "Romeo Had Juliet",  el rock clásico "Dirty Blv.",   el mediotiempo "Haloween Parade" o la rabiosa "There Is No Time". Guitarras y músculo para marcar los 80. 



MAGIC AND LOSS (1992):


Dos años después de publicar el sensacional "Songs For Drella" junto a John Cale en el que rendía homenaje a su mentor Andy Warhol, Lou compuso este disco conceptual al lado del guitarrista Mike Rathke marcado por el dolor de las pérdidas de gente cercana y por la enfermedad. Una catarsis sobre la existencia no falta de toques de humor absurdo, con  esa genialidad narrativa tan particular que sólo él era capaz.




ECSTASY (2000):


Con el nuevo milenio y a punto de cumplir los sesenta Lou publicó su disco más extenso (14 cortes y casi 80 minutos) en los que demostró frescura de ideas y pulso para seguir electrizándonos (como en las guitarras sucias de "Mystic Child" o de la larguísima "Like a Possum"), cuando no sorprendiéndonos ("Ecstasy") o mostrando su cara más tierna ("Baton Rouge"). Un disco muy completo con un final épico como "Big Sky" que de nuevo nos hace rendirnos a sus pies.








miércoles, 18 de octubre de 2023

THE LONG RYDERS - 8 de Octubre de 2023 Sala Upload (Barcelona)




The Long Ryders actuaron por primera y única vez (hasta la fecha) en Barcelona en las Fiestas de la Mercè de 1986. Un año después publicarían su tercer álbum, "Two-Fisted Tales", tras el que se separarían. Un corto espacio de tiempo, su fundaciónd date de 1982, para ser capaces de generar una leyenda tan grande. Por algo se les ha etiquetado como unos de los padres del "Nuevo Rock Americano" que a principios de la década de los ochenta recuperaron los sonidos de los grupos americanos de los sesenta insuflándoles energía punk.

                               
 


Los Long Ryders apenas duraron tres álbumes y cinco años, pero fueron asumidos como banda de culto e incluso se les ha atribuido el mérito de ser pioneros del sonido "Alt-Country" y de la "Americana" que tantos éxitos ha cosechado desde los noventa a través de bandas como Wilco o Jayhawks, por decir algunos nombres. Lo cierto es que los tres discos clásicos de los Ryders son maravillosos compendios de pastillas rock yankee dignas de los más grandes. Ellos tomaron el camino de la ruptura mientras que otros de sus coetáneos de movimiento, ya sean R.E.M. o Los Lobos, aguantaron y consiguieron un reconocimiento masivo, en especial los de Athens. Sin embargo nuestros protagonistas siempre han permanecido a la sombra del gran público, incluso con sus retornos esporádicos a los directos y con la publicación en 2019 de "Pshycodelic Country Soul" y este mismo año con "September November", un álbum en el que demuestran que aún son capaces de crear buenas canciones.



                          


Es por todo ello que en la pequeña Sala Upload el pasado domingo no cabía ni un alfiler por culpa de la legión de los fans del rock americano que se acercaron a un concierto que tuvo como aperitivo a la banda local Piggies, quienes a pesar de no haber tocado desde hace un año desplegaron su energía y poderío en una mezcla que se antoja entre Elvis Costello y los New York Dolls. Un sexteto cargado de buena onda y pura actitud rockera que incluso se atrevieron con una versión de los Fliying Burrito Brothers.


Con el arranque de la potente "Tell It To The Jutge On Sunday" el cuarteto angelino formado por Sid Griffin, Stephen Mc Carthy y el batería Greg Sowders, junto al bajista Murry Hammond, sustituto del fallecido Tom Stevens, demostró a las primeras de cambio que conservan el punch encima del escenario. Y es que las voces de Sid y Stephen, la energía de Greg a las baquetas o las guitarras afiladas parecen no haber perdido fuelle ya que sonaron rudos, compactos, en ocasiones sensibles, dinámicos y, en definitiva, brillantes.


Le siguió otro tema del icónico álbum "Native Sons" (1984), la country "You Don't Know What's Right, You Don't Know What's Wrong", justo antes de presentar el single del nuevo álbum "September November Sometimes". Pero el directo se basó sobre todo en su material clásico, compuesto entre otras por la guitarrera "I Had A Dream", "State Of Our Union" y sus riffs a lo Chuck Berry, la dylaniana "Final Wild Songs" o la épica "I Want You Bad", de los NRBQ.




La presencia inevitable de los Byrds se materializó con el recuerdo a Gene Clark de la mano de "Ivory Tower", en la que participó el fallecido cantante, o en la versión de "Feel Whole Lotta Better", cantada por un esforzado Murry Hammond para quien Sid pidió que coreáramos su nombre. Un Sid que, ya sin su barba de ermitaño, se mostró divertido y disfrutón mientras posaba para las fotos, nos retrataba con su Iphone, rasgaba la Rickenbacker como nunca o soplaba la armónica.


Para el final dejaron la gloriosa "Light Of Downtown", quizás la mejor del "State Of Our Union" (1985), y "Walls (Circus)", de Tom Petty, haciendo de los aullidos de "Looking For Lewis And Clark" el colofón en forma de bis, cerrando un bolazo que nos debían desde hace treinta y siete años. Legendarios.


Por Àlex Guimerà