domingo, 8 de febrero de 2009

GRANDES DISCOS: The “Chirping” Crickets (1957) por BUDDY HOLLY


El pasado martes se cumplieron 50 años de uno de los momentos más relevantes de la historia del rock cuyo recuerdo no hemos querido desde aquí pasar por alto, nos referimos a la muerte de Buddy Holly.


El tres de febrero de 1959 Charles Hardin Holley –ese era su verdadero nombre, que a menudo utilizaba para firmar sus composiciones- se encontraba en el transcurso de una gira que le debía llevar por distintas ciudades de Estados Unidos compartiendo cartel con nombres tan ilustres de la época como Dion and The Belmonts, The Big Bopper y Ritchie Valens (autor de “La Bamba”) aunque sin contar con sus hasta hacía poco inseparables Crickets.


Ese fatídico día, tras acabar su concierto en Clear Lake (Iowa) se decidió alquilar una avioneta de cuatro plazas para ir a la siguiente actuación que debía de celebrarse en Minnesota. De este modo se evitaban los interminables viajes en autobús lo que les permitiría descansar antes de su siguiente compromiso. Así, y junto a los mencionados Big Bopper y Valens, quien consiguió la cuarta y última plaza tras ganarla a suertes con Tony Allsup (guitarrista de Holly), subieron a una avioneta que acabaría con sus vidas tras estrellarse en un campo de maíz del mismo estado de Iowa. Había nacido el mito.
Dos años antes Buddy había publicado su primer y mejor trabajo "The “Chirping” Crickets", todo un hito para el futuro desarrollo de la música popular. El disco cuenta con la participación de los Crickets al completo Niki Sullivan a la guitarra rítmica, Joe B. Mauldin al contrabajo y Jerry Allison a la batería, aunque curiosamente no vino firmado por Buddy Holly sinó por su verdadero nombre, mientras que las canciones contenidas de su puño y letra aparecieron indistintamente bajo el nombre de Holley o Hardin .
El vinilo fue creado para reunir en un largo duración sus tres grandes éxitos hasta el momento junto con sus caras B, a los que se añadirían algunas versiones.
Y eso es lo que se hizo en los menos de 26 minutos que dura, desde su inicio con la fabulosa “Oh Boy!” a la que sigue la futura stoniana “Not Fade Away”.
Los otros dos éxitos en cambio se colocaron en el otro reverso del disco. Primero la inmortal “That'll Be The Day” cuyo título fue arrancado de una frase de John Wayne en"Centauros del Desierto", y seguramente la canción mas brillante que se incuyó. Y a continuación la cara B de su single “I'm Looking For Someone To Love”.
El disco incluye además dos versiones de Roy Orbison, “You've Got Love” y “An Empty Cup (And A Broken Date)”, así como también da cabida a versiones de auténticos temas Soul como son las baladas “It's Too Late” (de Chuck Willis) y “Send Me Some Lovin” (Lloyd Price), evidenciando las miras abiertas y perspectiva de futuro del genio tejano.





Se trata de un disco que reúne material de lo mejorcito de la época del boom rockabilly de finales de los 50 añadiendo elementos innovadores y avanzándose unos años en su propuesta musical. La propia formación de los Crickets es un claro ejemplo, los cuatro miembros sustituyeron al clásico grupo a tres, con dos guitarras, una ejerciendo el ritmo otra la melodía. De este modo, en el disco podemos apreciar como Sullivan marca el ritmo de las canciones con su rasgueo mientras Holly traza las líneas melódicas. Mención aparte el contraste entre la musicalidad contundente de la banda con la suave voz principal y la candidez de los coros (añadidos con posterioridad por The Picks, por cierto).
Holly pasaba de tupés, actitud y rebeldía, en su lugar se presentaba con buena apariencia, y , eso si, con sus inconfundibles gafas de pasta, objeto de culto para la posteridad. El de Lubbock (Texas) simplemente ponía todo su empeño y alma en la música. Se dice que fue el precursor del pop, y razón no falta, rompió los moldes hasta entonces establecidos para el reciente rock ´n roll, algo que no únicamente se desprende de su modo de interpretar sino también de su modo de componer. En este sentido fue posterior referencia para los grupos de la denominada “Invasión Británica” de principios de los sesenta, bebiendo de sus creaciones grandes como los Rolling Stones o los Beatles (McCartney además acabaría comprando los derechos de sus canciones para su explotación).
Y ya para terminar, y a modo de epitafio, daré uso de un tópico acabando con la primera frase de la canción que le dedicó el cantautor Don McLean en el año 1971 (“American Pie”).
“A long, long time ago...
I can still remember
How that music used to make me smile”
En eso debe consistir la música, en hacer feliz. Buddy Holly 50 años después de su desaparición aún lo sigue logrando..


THAT'LL BE THE DAY
Well that'll be the day
when you say goodbye.
Yeah that'll be the day
when you make me cry.
You say you're gonna leave,
you know it's a lie
'cos that'll be the day
when I die.
Well you gave me all your loving
and all your turtle doving,
all your hugs and kisses
and your money too.
You say you love me baby,
still you tell me maybe
that somebody, well
I'll be through.
Well that'll be the day
when you say goodbye.
That'll be the day
when you make me cry.
You say you're gonna leave,
you know it's a lie
'cos that'll be the day
when I die.
Yes that'll be the day
when you say goodbye.
Yes that'll be the day
when you make me cry.
You say you're gonna leave,
you know it's a lie
'cos that'll be the day
when I die.
Well when Cupid shot his dart,
he shot it at your heart.
So if we'll ever part,
and I'll leave you.
You say and hold me,
and you tell me boldly
that some day, well
I'll be through.
Well that'll be the day
when you say goodbye.
Yes that'll be the day
when you make me cry.
You say you're gonna leave,
you know it's a lie
'cos that'll be the day
when I die.
Yeah that'll be the day.
Ohoh that'll be the day.
Ohoh that'll be the day.
Ohoh that'll be the day.

Por Àlex Guimera

domingo, 1 de febrero de 2009

GRANDES DISCOS : Johnny Cash at Folsom Prison (1968) por JOHNNY CASH

“Hello I´m Johnny Cash”, así de simple y directo iniciaba sus conciertos el hombre de negro, y así se inicia este disco gravado en directo en el interior de la prisión de Folsom (California) y ante su población reclusa. El origen del album se remonta años atrás cuando en su estancia en Corea prestando servicios como radioperador para el ejercito de los EEUU nuestro protagonista visionó el film Inside de Walls of Folsom Prison lo que le inspiró para escribir la canción “Folsom Prison Blues”, que grabaría para la Sun Records, por allá diciembre del año 1955. Ello, y la compasión y el afecto que sentía por los presos hicieron que se decidiera a finales de la década de los 60, en plena esfervescencia Flower Power a realizar una serie de conciertos en Centros Penitenciarios para y por sus internos.
Y es así, como el 13 de enero de 1968 agarró su guitarra y se adentró en ese lugar al que nunca deberíamos de ir a fin de celebrar un concierto del que saldría un LP para Columbia, su por entonces discográfica.
Pocos músicos de rock han confraternizado tanto con el lado oscuro de la vida como lo hizo Johnny Cash a lo largo de toda su carrera, lo que le valió el referido apodo “Man in Black”, también por ir siempre vestido de negro, claro está. Y esa actitud se transpira a lo largo de este disco-concierto. Al control y supervisión impuesto por las autoridades y funcionarios del centro, él respondió con frases provocadoras y finas ironías, intercaladas entre canción y canción, alcanzando al respetable de modo letal, en una conexión artista-público difícil de alcanzar, mas en ese determinado contexto. Por algo él había sido uno de ellos tiempo antes. En cierto modo lo seguía siendo.
El repertorio lo formaron unos cuantos temas clásicos del Country mas otro tanto de firmados del puño y letra del artista de Arkansas, a los que añadió "Greystone Chapel" canción escrita por un prisionero de la misma cárcel de nombre Glen Sherley, que tocó por primera vez el día anterior. En la elección del listado de canciones intervinieron ferozmente los estamentos del centro, lo que supuso que desaparecieran las historias de forajidos y personajes al límite de la ley que tanto adoraba Cash para sustituirlas historias con contenidos de carácter redentor y expiador.
La interpretación musical de Cash es fantástica: su puesta en escena es arrogante, divertida a la vez que oscura, y su voz tenue y vigorosa como siempre, toma el control absoluto de cada una de las piezas. Pero no está solo, le acompañan otro genio del country-rock como es Carl Perkins, su por entonces inseparable June Carter y su banda de siempre "the Tennessee Three", cuyo guitarrista Luther Perkins (no es hermano del autor de “Blue Suede Shoes”) fallecería ese mismo año; cada uno realizando su papel a la perfección. Mención aparte la Family Carter a los coros, mostrando cuan importante fue su apoyo para Cash en un momento tan delicado de su carrera cuyos cimientos se tambaleaban por culpa de su adicción a las anfetaminas.

El concierto se inicia por la puerta grande, con la canción que da sentido al concierto, “Folsom Prison Blues”, su ritmo te atrapa al primer compás, ya no puedes abandonar la escucha del directo. Mis otras favoritas, “Cocaín Blues”, “Orange Blossom Special” y su maravillosa harmónica, el clásico después interpretado por The Band “Long Black Veil” y las famosas “I Got Stripes” y “Jackson”. En esta última Johnny y June realizan una auténtica competición de poderío vocal, con alternancias voz grave-voz aguda y segundas voces que hacen las delicias del espectador. Un momento cumbre.
La actual versión del disco remasterizada en cd difiere de su edición original en vinilo porque añade varios temas (“Busted”, “Joe Bean” y “The legend of John Henry´s Hammer”) joias que nunca deberían de haberse eliminado. Pero además ha salvado la censura de los cortes y comentarios de internos que en su día fueron eliminados, como al final de “Dark As The Dungeon “ advierte a los reos de que "este concierto está siendo grabado para hacer un álbum, no pueden decir "mierda" o "joder" ni nada por el estilo”. O cuando por megafonía se reclama la presencia de algún preso revoltoso a la entrada de la sala. De este modo hoy gozamos mas intensamente de lo que allí dentro se vivió y de la tensión que se respiraba en el ambiente, pues el dispositivo de seguridad estaba alerta de posibles motines y rebeliones.
Cierto es que Cash después tocaría en otras prisiones, incluso fuera de su país, y que el siguiente año editaría en disco un concierto en la prisión de San Quentin, también obra cumbre en su trayectoria, pero no volvería a alcanzar las cotas que aquí logró, no solo por calidad musical, sino por la actitud transgresora y empatía con el público en cuestión, quien quedaría rendido para siempre a sus pies. Nunca jamás los presos de Folsom se sintieron tan libres como aquella tarde de enero de 1968.


FOLSOM PRISON BLUES (AT FOLSOM PRISON)

I hear the train a comin'
it's rolling round the bend
and I ain't seen the sunshine since I don't know when,
I'm stuck in Folsom prison, and time keeps draggin' on
but that train keeps a rollin' on down to San Anton..
When I was just a baby my mama told me. Son,
always be a good boy, don't ever play with guns.
But I shot a man in Reno just to watch him die
now every time I hear that whistle I hang my head and cry..

I bet there's rich folks eating in a fancy dining car
they're probably drinkin' coffee and smoking big cigars.
Well I know I had it coming, I know I can't be free
but those people keep a movin'
and that's what tortures me...

Well if they'd free me from this prison,
if that railroad train was mine
I bet I'd move just a little further down the line
far from Folsom prison, that's where I want to stay
and I'd let that lonesome whistle blow my blues away.....



Por Alex Guimerà

CRÓNICAS DE CONCIERTOS : KAISER CHIEFS (Barcelona 29-1-2009)



Ya sabía que los Kaiser Chiefs en directo eran divertidos. Los había visto en el Summercase, dando brincos y trepando por las instalaciones del escenario al son de sus míticos OOOOOOOOOHHHHHS y AAAAAAAHHHHS, chapurreando palabras en español y haciendo la pelota a los barcelonenses. Sin embargo, tal vez por los efluvios alcoholicos en los que estuvieron sumergidas aquellas ocasiones o por la inherente gran festividad que se respira siempre en un festival, su potencial para hacer enloquecer a la gente, a mí la primera, me pasó más desapercibido que ayer por la noche. Ayer sí me di perfecta cuenta: Kaiser Chief son LA FIESTA, en mayúsculas, una fiesta en si mismos, sin necesidad de nada más, ellos solos son un festival en el escenario capaz de animar al más muermo y al más exhausto de la sala y convertirlo en otro feliz sudoroso en lo que más que un concierto de pop es una celebración de su grandeza. Tras una versión acortada del "Spanish metal" incluida en su último album, no se andaron por las ramas y con su ya legendario "Everyday I love you less and less" revolvieron el Razzmatazz y no le dieron tregua hasta pasadas hora y media. "Everything is average nowadays", "Modern way" "Na na na na nah", "Ruby", su nuevo single "Never miss a beat", los éxitos se sucedieron uno detrás de otro, implacables, sorprendentemente seguidos, llegando incluso a hacerme pensar: "Si en la primera media hora de concierto ya están tocando todos estos temazos, ¿cómo van a llenar el resto del concierto?". Pero que absurda, que ridícula era mi preocupación. Los de Leeds son una inacabable fuente de euforia, e incluso las canciones de su nuevo disco, que tan flojillas me habían parecido apenas unas horas antes a través de mis auriculares, cobraban una fuerza espectacular bajo los focos del directo, indiscutiblemente acentuadas por la excelente interpretación y la epiléptica puesta en escena del líder del grupo Ricky Wilson, el hooligan más carismático del mundo, que brincó, lanzó panderetas, se paseó por entre el público, se subió a los altavoces y si no se puso a trepar por las instalaciones del Razzmatazz, fue porque un inquietísimo segurata le seguía los pasos y coartaba sus movimientos con cara de pocos amigos.
Pero quedaban todavía temazos, más temazos, entre otros "Thank you very much", "Heat dies down" o "The angry mob", la canción que da título a su segundo album y que reflexiona sobre el poder de los medios y lo facilmente manipulables que son las masas. Y hablando de manipulación de las masas, que manera más efectiva de demostrar sus argumentos que con su triunfal desenlace coreado hasta el infinito por todos los asistentes, siempre guiados por el brazo orquestral del cantante, el más grande genio de la manipulación, en cuanto a hacer saltar a las multitud se refiere. Como broche final antes del descanso, la que probablemente es ya la más mítica de sus canciones, "I predict a riot", su cómica crítica de la cervezera noche de fiesta inglesa, o mejor dicho, del final de ella, cuando ya adentrada la madrugada, las guiris oxigenadas vuelven a casa haciendo eses y devorando patatas fritas mientras sus novios se enzarzan en peleas para ver quien coge un taxi primero.
Tras el intermedio les tocó el turno a la nueva y más tranquila "Tomato in the rain", la cara b "Take my temperature" y a la brillante "Oh my god", de nuevo, otro memorable estribillo y otra canción convertida en himno.
Una muy grata sorpresa la que me llevé ayer con Kaiser Chiefs, a los que, tengo que reconocer, me ha costado reconocerles el crédito que merecen. Cierto es que a menudo abusan de sus chillidos marca de la casa y caen en estribillos previsibles, y que pueden no ser el grupo más apropiado si lo que buscas es significados filosóficos o profundas trascendencias, pero es precisamente su sencilla fórmula de efectivas melodías la que los consagra en su grandeza. Y es que a veces, tardamos en apreciar la esplendidez de las cosas simples. Como debería suceder con todo buen grupo de pop, Kaiser Chief crecen en el escenario y se encargan de hacer felices al público dándoles exactamente lo que quieren, una hora y media de buenas canciones y euforia contagiosa, ¿qué más se le puede pedir a un concierto?


Por Elisenda Hernández Janés