martes, 27 de diciembre de 2011

Vinnie Moore and Hard Wires (4/12/2.011)


Es cierto que cada vez quedan menos históricos de la era dorada de la guitarra metalera por visitarnos. Y no podemos decir que Vinnie Moore no haya recalado en España. Sendas giras con UFO y en solitario han hecho que su nombre haya salido del guetto de los nostálgicos de la guitarra ochentera, pero es cierto que por el momento UFO no plantean una nueva gira europea y que en solitario, Moore ha decidido -al igual que dos años atrás- que Barcelona quede tachada de la lista de ciudades visitables. Con lo cual, y teniendo en cuenta que esta vez las ciudades afortunadas han sido Las Palmas, Sevilla y Madrid, decidimos aplicar el refrán que dice “si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma”. Por tanto agarramos un vuelo para ir a Madrid y de paso aprovechar al máximo el tiempo: entrevistar al propio Vinnie Moore, disfrutar de su concierto, y ya que estábamos allí, entrevistar al viejo amigo del programa Jorge Salán.
La sala elegida para el evento fue la sala Ritmo y Compás, una sala con un aforo reducido pero acogedora (recuerda a la antigua sala barcelonesa Garatge) y con mucha solera rockera, pues es también escuela de música, local de ensayos (con más de 180 salas) y estudio de grabación. Si a todo esto le sumamos la gran cantidad de conciertos que se realizan en ese escenario al año, no es difícil imaginar que Ritmo y Compás es el centro neurálgico madrileño del rock y el metal. Algo de lo que por desgracia, carecemos en Barcelona.
Si bien no estaba anunciada la asistencia de ningún telonero, un cartel con el nombre de Hard Wires escrito a boli que vimos al entrar a la sala nos dio a conocer su existencia. En verdad nos costó entrar en su rollo. Los nervios pasados con la entrevista (que fue genial) y las ganas de ver al genio de la guitarra nos impedian concentrarnos. Además, el hecho de ver al cantante con un estilo tan rancio, ochentero e hiperagudo en su forma de cantar hizo que no disfrutáramos del comienzo. Pero por fortuna, esto sólo duró un par de canciones. La banda formada por Fleky (baterista), Mark Bass (bajista), Luismikiss (guitarrista) y liderada por el vocalista argentino Kalen H-W nos convenció a base de un set muy enérgico y rockero. Siendo su estilo una especie de fusión entre Poison y Skid Row (de hecho tocaron un cover de “Talk dirty to me” de los primeros), nos ofrecieron un show muy ochentero con grandes dosis de actitud y buena puesta en escena. A destacar el carismático vocalista que supo hacer muy bien su papel de frontman y del cual cabe destacar su notable técnica vocal -de la cual renegamos en las dos primeras canciones-, y que cantó al límite de sus posibilidades desde la primera estrofa a la última. Como dato negativo estaría el guitarrista, cuyos solos mostraron bastantes errores. En su descargo decir que teniamos el chip puesto en modo “virtuosismo neoclásico” ante lo que íbamos a ver más tarde, y que la actitud, buen rollo y energía que desprendía Luismikiss y toda la banda hacen que pasemos por alto cualquier bending desafinado que pudieramos oír.
Os recomendamos que paséis por su web oficial, ya que ofrecen sus dos álbums en descarga gratuita (aunque el disco físico evidentemente lo vendían en la sala). No tenéis excusa para no disfrutar de esta excelente formación.



Tras unos minutos para el consabido cambio de backline, aunque manteniendo la espantosa a la par que incomprensiblemente encantadora batería en acabado violeta purpurina, llegó el turno del protagonista de la noche, quien comenzó con el pegadizo riff de “Ridin’ high”, uno de los tres que iba a tocar del “Meltdown”, seguido por el rápido y contundente “Check it out!” del mismo disco, dos trallazos mágicos, llenos de fraseos y melodías virtuosas ideales para abrir el concierto.
La sala estaba llena a las tres cuartas partes de la capacidad, y entre el público podía verse aparte de guitarristas aficionados, algún profesional, como el virtuoso Tony Hernando. El escenario era sencillo, sin grandes focos ni efectos lumínicos como nos tienen acostumbrados los grupos de heavy metal o hard rock, lo cual hacía intuir que aquí el verdadero protagonista iba a ser el talento y la gran calidad técnica e interpretativa de los músicos y no la pirotecnia (aunque de pirotecnia guitarrera hubo para dar y tomar). Tras los temas mencionados, el set-list dio paso a una de la baladas más hermosas de toda su discografía, “Rain”. Una vez más la melodía invadía la sala y Vinnie nos deleitaba con su inconfundible forma de tocar. Después llegó el primer cover de la noche. El señor Moore se sacó de la chistera una versión del “Spanish castle magic” de Jimi Hendrix que entusiasmó al público, y donde pudimos ver cantar a Fulvio Feliciamo, el guitarrista de apoyo que lleva Vinnie.


A continuación se nos introdujo en el laberinto de “The maze”, un tema neoclásico que recordaba sus primeros discos llenos de arpegios y solos vertiginosos, todo un disfrute para los sentidos y los amantes de la técnica, con un buen solo de batería entre medio. Sin descanso llegó el segundo cover de la noche, “While my guitar gently weeps” de George Harrison grabado originalmente en su segundo disco, y en el que Vinnie Moore demostró, que pese a ser un músico cuyo nombre se relaciona de inmediato con virtuosismo, un enorme control técnico y símbolo de una época y un estilo, un lirismo y una expresividad fuera de lo común. Una interpretación que pone los pelos de punta. Y tras la sutileza de este tema volvió a la carga con “In control” de su primer disco, otro misil neoclásico que hizo vibrar al público, obligándonos a cambiar el chip una vez más y haciéndonos recordad porqué es uno de los padres del metal neoclásico. Como curiosidad, decir que sin previo aviso el segundo guitarra desapareció y el mismo Vinnie exhortó al público a llamarle. ¿Tal vez le vino un repentino apretón?



Después de la explosión de “In control” vino otra de sus baladas por excelencia, “As time slips by” de su segunda obra “Time odissey”, un tema emotivo y evocador donde los haya, de esos para cerrar los ojos y empezar a volar, y tras este, el tercer cover, “Rock me baby”, un tema muy bluesero grabado por B.B. King en su momento pero versioneado por multitud de guitarristas como Jimi Hendrix o Robin Trower posteriormente. Nuevamente tuvimos otra descarga de virtuosismo neoclásico con “Daydream”, uno de los mejores temas de su exitoso debut “Mind’s eye” y que nos hacía recordar que el concierto, por desgracia, llegaba a su fin. Después vendrían los bises: el cuarto y último cover de la noche (“Foxy lady” de Jimi Hendrix) y el clásico y divertido hard rockero “Meltdown”, que a punto estuvo de no ser tocado, cuando el segundo guitarra sustituía su Fender Stratocaster por una Ibanez JS Signature, y ésta tenía algún problema ya que la correa no dejaba de soltarse. Mientras, su “jefe” jocosamente comentaba que eso no pasaba con guitarras americanas.



Menos de hora y media de concierto que por supuesto, supo a poco. El set-list tampoco fue de nuestro agrado. Si bien no sobró ningún tema, faltaron muchos. Se obvió por completo uno de sus mejores trabajos, el “Out of nowhere”, así como -y esto es lo más extraño- su último disco, el “To the core”. Es comprensible que siendo este el último show de la gira, el cansancio arrastrado por los músicos hiciera mella (aunque no se notara sobre el escenario), pero teniendo en cuenta que ésta era su primera visita a la capital, y que tanto el concierto de Las Palmas como el clinic se habían suspendido (uno por problemas con el vuelo y el otro las escasas entradas vendidas), bien podrían haber alargado el concierto con algunos temas más. Y sobre el tema de las versiones, al margen de la de Harrison ya aparecida en uno de los discos de nuestro protagonista, hay que admitir que no hubo riesgo, se apostó por un caballo ganador. Nunca se va a fallar con Hendrix ni con un potente blues rock. Y mucha gente esperaría un “Rock bottom” de UFO, por ejemplo.





Hablemos de cuestiones técnicas y de la banda. La calidad del sonido fue correcta, los dos cabezales Marshall eran suficientes para transmitir la esencia del sonido VM, pero lo que sí asombraba era ver la precisión en la ejecución de los temas, un Vinnie Moore que no fallaba ninguna nota y que hacía las delicias de los guitarristas que allí nos encontrábamos viendo como dominaba algunas de las técnicas que le han hecho famoso como el sweep picking o el hybrid picking. Además, resultaba chocante verle ejecutar con tanta limpieza y claridad sus solos o riffs teniendo en cuenta el elevado nivel de distorsión y ganancia con el que tocaba. Pero más chocante todavía fue ver que en un concierto con tantas notas tocadas, tantos bendings y tantos palancazos, Moore no sólo no cambió de guitarra, sino que tampoco afinó ni una sola vez su instrumento. Benditas Dean, ¡me pido una para los Reyes Magos! No obstante, así como el sonido general fue excelente, no lo fue para el otro guitarrista, Fulvio Feliciamo, a quien prácticamente no se le oyó su guitarra, y eso que en las versiones de Hendrix tuvo sus momentos de lucimiento, tanto tocando como cantando. El resto de la banda rayó a gran nivel, como no podía ser de otra forma. Simone Massimi al bajo y Roberto Pirami a la batería acompañaron a la perfección, aunque la sobriedad en su presencia fue constante. Y esto fue otra de las pegas del concierto. Si bien íbamos a lo que íbamos, a ver a uno de los mitos de la guitarra ochentera, gusta ver una banda que se compenetra, se divierte e interactúa. En cambio Feliciamo y Massimi estuvieron a la izquierda del todo, Pirami y su batería violeta en el centro y Moore a la derecha. Este último es raro. Su colección de pedales estaba situada en un lateral y si bien se acercaba al centro prácticamente todo el concierto lo realizó desde el lateral. No diré que la banda no interactuara entre sí, pero siempre era entre canción y canción. Es decir, la banda concedía todo el protagonismo a su líder. Vinnie, por cierto, estuvo muy simpático en su labor de frontman e incluso saludó y dedicó un tema a una pareja de fans que había venido desde ¡Los Ángeles! a Las Palmas, y al haberse suspendido ese concierto volaron de nuevo a Madrid. Pero bueno, estos detalles negativos no enturbian lo que fue un concierto lleno de fuerza, expresividad y técnica.





Por último, destacar que es una pena que un guitarrista tan excepcional como este no esté en la primera fila con los grandes del hard rock y el shred instrumental como Satriani, Vai, Malmsteen, o Petrucci. Quizás el hecho de no haber estado en ningún grupo de los grandes (con permiso de UFO) o el haber grabado únicamente discos instrumentales en su primera época le haya podido perjudicar para darse a conocer. Además, con toda probabilidad, si hubiese hecho más giras para promocionarse estaría mejor considerado y podríamos ver más público en las salas, ya que este concierto se llenó solo en unos tres cuartos siendo una sala de aforo reducido, en domingo y a un precio más que razonable. Y el clinic programado para aquella misma tarde y a un precio irrisorio se suspendió debido a las escasas entradas vendidas. Recuerda bastante al caso de su coetáneo Tony MacAlpine, quien siendo uno de los pilares del shred acabó en la banda y a la sombra de otro histórico del guitarreo, como es Steve Vai, quien sí ha sabido mantenerse en primera división.



En cualquier caso ha sido un placer acudir a este concierto, aunque haya sido como una especie de viaje en el tiempo hacía los 80 y 90, cuando los virtuosos tenían más prestigio que ahora, para poder ver a un guitar hero en el olvido por muchos pero todavía recordado por otros.



Por Albert Sanz y Iván Macías.
Ver entrevista completa en la web http://guitarexperienceradioshow.com/

domingo, 11 de diciembre de 2011

GRANDES DISCOS: Here´s Little Richard (1956) por LITTLE RICHARD:

Con su primer álbum de estudio “Here´s Little Richard” Richard Wayne Penniman (su nombre completo) ponía definitivamente los cimientos a un nuevo género musical al que un disc jockey llamado Alan Fred había bautizado como rock´n roll al mismo tiempo que lo hacían otros dos monstruos como Elvis Presley y Chuck Berry. Mientras el Rey se erigía como el auténtico ídolo y embajador mundial del rock ´n roll y Berry en un perfecto retratista de la sociedad del momento, Richard era simplemente el descaro y la provocación. Ya fuera desde su imagen extravagante y actitud histriónica que jugaba con la ambigüedad sexual, como desde el modo agresivo y enérgico con el que interpretaba su música.
Este carácter e imagen casaban a la perfección con la concepción inicial del rock´n roll íntimamente vinculado con el baile y con la sexualidad, emergido como un nuevo modo de expresividad confrontado con la rigidez de valores que imperaba en la sociedad norteamericana de entonces. Habiendo pasado ya los peores años de post guerra había llegado el momento en que la juventud se reivindicara al mismo tiempo que las minorías negras pudieran abrirse paso en la cerrada sociedad blanca. Y allí estaba el pequeño Richard para encabezar esta nueva revolución social.

De orígenes humildes al lado de once hermanos en el si de una empobrecida familia de un predicador adventista, fue formándose desde la más tierna edad en la música cantando en el coro de la iglesia de su padre y metiéndose de lleno al piano, cuya técnica perfeccionó con el paso de los años.
Pero Richard no era un chico normal y al aflorar su adolescencia fueron habituales sus devaneos sexuales que enseguida quedaron contrapuestos con su entorno pastoral y con la rigidez de la reprimida comunidad en la que se hallaba. Por este motivo, su padre lo echó a la calle con tan solo trece años, tras lo cual tuvo que pasar un periodo vagabundeando (sobreviviendo cantando en esquinas y tugurios) hasta que finalmente fue acogido por un matrimonio blanco que regentaban un local musical llamado “Tick Tock” en donde pudo empezar a desarrollarse como artista.
Tomando como ídolos a cantantes ghospel como la gran Mahalia Jackson pero también a cantantes R&B de Nueva Orleans, fue perfilando poco a poco su música para llegar al híbrido que es el rock ´ n roll. Durante varios años no dejó de actuar por todo el Estado de Georgia y de formar parte de distintos grupos, amén de gravar algunos discos sin obtener resultados.
Finalmente, y desesperado por la falta de progresos, en 1955 mandó una maqueta a la discográfica californiana Speciality Records quienes le propusieron gravar para ellos.



Salido a la luz en verano de 1956, “Here´s Little Richard” fue su primer elepé que a penas alcanzaba los 28 minutos de duración y mostraba una original portada de fondo naranja con la imagen de Richard tupé inclusive con la cabeza ladeada y la boca abierta como emitiendo uno de sus aullidos salvajes. Una premonición de lo que dentro se escondía.
Un contenido que difícilmente defraudó a ningún al oyente y que empezaba por todo lo alto, con su primer y mayor éxito hasta la fecha “Tutti Frutti” en el que daba rienda suelta a sus gorgoritos mientras aporreaba el piano como un poseso. Original de las primeras grabaciones de 1955 esta canción se encuentra entre las candidatas a considerarse como la primera pieza del rock´n roll compitiendo con “That´s Alll Right Mamma” de Elvis, “Maybellene“de Berry o “Rock Around The Clock” de Bill Halley entre otras. Su letra original tuvo que ser censurada por el exceso contenido lascivo y sus referencias homosexuales. No en vano la expresión “Tutti Frutti” significaba gay en argot popular. La mas que reconocible onomatopeya inicial “A-wop-bop-a-loo-bop-a-lop-bop-bop” intentaba parodiar a una batería y es el santo y seña de este temazo que aun habiéndolo escuchado un millón de veces suena tan freso y radiante como el primer día.



Con “True, Fine Mama” quedan evidentes las raíces gohspel del rock ´n roll y del propio artista. En cambio “Can´t believe you Wanna leave” es un blues interpretado con todo el desgarro y sentimiento posible, como solo un negro es capaz de transmitir tanto sentir.
“Reddy Teady” es otro pedazo de dinamita rock ´n roll concebida para el baile mas desenfrenado, suena bastante mas rápida y cruda que la fabulosa versión que posteriormente popularizaría Elvis.
“Baby” es una pieza soul al mas puro estilo Atlantic y Stax demostrando a cuantos influenciaría después el genio de Georgia. “Oh Why” es un poco jazzistica, mas a la onda de Ray Charles, blues algo mas relajado con solo de viento y ladridos incluido.



El toque piano marca de la casa que abre “Slippin and Slidin” deja paso al otro instrumento protagonista del disco, el saxofón. Aunque esta es mas inocente que otras mantiene la estructura básica del nuevo estilo musical con la denominada escala de blues.
Las que la siguen son mucho mas enérgicas y vuelven a mostrar al Richard mas arrebatador y desenfrenado, desde al himno sudoroso y bestial de “Long Tall Sally”, a las no menos reconocibles “Rit It Up” o “Jenny Jenny”, esta última es una invitación sexual a una mujer. Las tres, además de estar en este álbum, fueron sencillos de enorme éxito y encumbraron a Richard como uno de los artistas del momento.


Además de este elepé, en 1956 el autoproclamado “arquitecto del rock and roll” participó en dos películas, "Don't knock the rock" y "The girl can't help it" que incluían actuaciones suyas y gracias a lo cual sus canciones pudieron llegar a un número mayor de público.
Sorprendentemente y hallándose en la cresta de la ola de la popularidad así como en un punto álgido de creatividad - 8 de las doce composiciones de este álbum tienen su marca - , en 1957 se retiró del showbussiness rechazando por completo al rock ´n roll para emprender una carrera como reverendo en Alabama, lo que causó un shock a la industria y a la audiencia musical.
Tras un parón de cinco años, en los que solo se han rescatado grabaciones de temas religiosos, en el panorama musical estaban emergiendo nuevos grupos ingleses que se inspiraban directamente en el legado del rock n roll. Como cuando unos jovencitos Beatles cantaban impetuosamente “Long Tall Sally”. Este hecho fue el detonante para su vuelta a los escenarios y a los estudios de grabación. De este retorno en los sesenta resultan recomendables unas maravillosas sesiones que tuvo junto a Jimi Hendrix en las que ambos demuestran su ilimitado poderío.


Estandarte de la nostalgia del pionero rock ´n roll y superviviente de unos tiempos irrepetibles, no ha dejado de regalarnos a lo largo de los años su sonrisa imborrable y su total entrega encima de los escenarios de los que a día de hoy aún no se ha bajado a pesar de haber transcurrido ya casi sesenta años desde que se subiera por primera vez. Como otros de su especie, nació para actuar y seguro que seguirá haciéndolo hasta su último latido.

Por Àlex Guimerà




TUTTI FRUTTI
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy,
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom

I got a gal named Sue
She knows just what to do
I got a gal named Sue
She knows just what to do
She rock it to the east
She rock it to the west
She's the gal I love best

Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy,
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom

I got a gal named Daisy
She almost drives me crazy
I got a gal named Daisy
She almost drives me crazy
She knows how to love me, yes indeed
boy you don't know
What she does to me

Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy,
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom

Well, tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy,
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom

I got a gal named Daisy
She almost drives me crazy
I got a gal named Daisy
She almost drives me crazy
She knows how to love me
Yes indeed, boy you don't know
What she does to me

Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy, ohhh
Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy,
Tutti frutti, oh Rudy,
Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom

viernes, 2 de diciembre de 2011

GRANDES DISCOS : The Queen Is Dead (1986) por THE SMITHS


Los 80 son una de las épocas más excitantes de la historia de la música popular, por la ausencia de normas y por una amplitud de mira todavía no superadas. La generación del 80, los hijos del baby boom, se enfrentaban a una sociedad en llamas, a un gobierno hostil y a la depresión de un Imperio en descomposición. En el fondo, el espíritu punk, el “no future” y el “do it yourself”, habían calado en el imaginario colectivo. A diferencia de los 60, cuando todo era nuevo, las bandas encaramaron la lucha contra un stablishment asentado en el poder y desposeído de la ingenuidad de antaño, una industria discográfica ya en pleno rendimiento y unos medios de comunicación más manipuladores que nunca.
La esencia de ese espíritu es la ausencia de un estilo definido pero un propósito compartido. Joy Division y New Order, The Wedding Present, Echo & The Bunnymen, The Jesus & Mary Chain, Cocteau Twins, The KLF, Depeche Mode, Felt, Billy Bragg o quien nos ocupa, The Smiths, están tan lejos en lo estético como cerca en lo ascético y conceptual. Su pugna es la lucha constante por la credibilidad en la era del renacimiento pop tras la ola punk.
El nacimiento de la escena independiente en su máximo esplendor se explica a través de un hervidero de artistas que buscan algo más que un producto de consumo y entretenimiento. El reflejo de este entusiasmo generalizado se tradujo a nivel social en una prensa musical potente. Publicaciones como las desaparecidas Sound y Malody Maker, o New Musical Express (NME) llegaron a vender más de medio millón de ejemplares semanales a principios de la década, e incluso Rough Trade obtenía más beneficios a través de los fanzines publicados que de los discos editados.
Pese a todo, los 80 también rompen con el tópico y el estereotipo del pop independiente como sinónimo de minoritario, pobre o bajos presupuestos. Muchas de las grandes obras de la década se fraguaron en sellos indies emparados bajo el paraguas de grandes multinacionales.
Entre el pop metal de Def Leppard, el indie rock de Manchester, la explosión gótica de The Cure con Desintegration (1989) o el exuberante art-rock de Kate Bush, una obra destaca por sobre del resto por sus referentes refinados y su actitud. The Queen Is Dead (Rough Trade, 1986) es la cumbre creativa de The Smiths. Un clásico atemporal del pop.

Poco o nada nuevo se puede aportar a día de hoy respecto del grupo liderado por Morrissey y Johnny Marr, acompañados de Andy Rourke y Mike Joyce, y menos todavía después del 25º aniversario de la publicación de su mejor obra, sobre el que han fluido ríos de tinta y creado miles de entradas on-line. Antes de filosofar o recurrir a literatura de categoría regional, mejor adoptar las palabras de Johnny Rogan, periodista musical irlandés y autor de varias obras y biografías sobre los Kinks, Neil Young, Lennon o los propios Smiths. “The Smiths formaban al mismo tiempo parte de esa nueva ola pop mientras se distanciaban de su filosofía y repelían su superficialidad (la de Spandau Ballet, ABC o Culture Club). También apoyaban el retorno de la canción pop de estructura perfecta, se llamaban a sí mismo grupo y no banda, renegaban de la vetusta y falsa imagen del rock de los 70 y del igualmente anticuado, incoherente y antimelódico estruendo de tres acordes del punk. Lo que ofrecían y establecían era una fusión intrigante de viejos y nuevos valores. Formalmente parecían poco más que un grupo de beat de los inicios de los 60 (la clásica formación de voz, guitarra solista, bajo y batería). Pero no eran simples imitadores de The Beatles (como por ejemplo The Knack) ni tampoco entraban en la categoría de pop suave y ocurrente de The Tourists, Orange Juice o Aztec Camera”.

The Smiths, cercanos ya desde su propio nombre a la Inglaterra más terrenal, hicieron de la proximidad y la confusión su bandera. Morrissey moldeó un discurso de gran contenido poético, melodramático y romántico. Ya en su primer concierto en The Haçienda, llenaron el escenario de gladiolos, algo que se convertiría en habitual a lo largo de toda su carrera. “Queríamos algo de armonía con la naturaleza y mostrar algo de optimismo en Manchester”, recordó en su momento el propio Morrissey sobre su debut en aquel local “estéril e inhumano”.
El gran volumen de productividad de The Smiths a largo de su existencia ya apuntaba a una breve trayectoria. Tras la edición de The Smiths (Rough Trade, 1984), Meat Is Murder (Def Jam, 1985) y Hatful of Hollow (Rough Trade, 1984), que reunía el contenido de siete singles, The Queen Is Dead llegó en uno de los momentos más complicados en la formación. Grabado a lo largo de diciembre de 1985 y publicado en junio del año siguiente, fue producido por los propios Morrissey y Marr y no por John Porter. Pese a todo, su relación personal atravesaba por uno de los momentos más delicados, no tenían manager fijo (nadie podía con aquellas dos personalidades tan fuertes), Andy Rourke fue apartado por estar enganchado a la heroína y la incertidumbre rodeaba todo el trabajo en plena renegociación del contrato con Rough Trade.
El cúmulo de circunstancias adversas, sin embargo, favoreció la concepción de un disco que refleja los conflictos de una época pero también los internos. Geoff Travis, propietario de Rough Trade, es Mr. Shankly, Marr se muestra más abrasivo que nunca y se acerca a The Velvet Underground y MC5 con guitarras superproducidas (“The Queen Is Dead”) y “Mozzer” destapa su vertiente más ingeniosa. “There Is a Light That Never Goes Out” es, posiblemente, la mejor creación de The Smiths. “Llévame esta noche / donde hay música y hay gente / joven y viva (…) Y si un autobús de dos plantas / choca contra nosotros / morir a tu lado / es una maravillosa forma de morir” , declara. Melódicamente impecable, conmovedora y con gran sentido del humor, ha crecido con el paso de los años. No tuvo el reconocimiento merecido en su momento -ningún tema de superó el número 10 en las listas de éxitos del Reino Unido-, ya que Marr decidió apostar por “The Boy With The Thorn In His Side” como single. El sencillo de “There Is a Light That Never Goes Out” no se editó hasta 1992, ya con la mercadotecnia Smiths a pleno rendimiento.
Los medios tiempos resultan impecables en la propia “The Boy With The Thorn In His Side” o “Cementry Gates”, pero también el tono más dramático y radical de los Smiths más clásicos alcanza las mayores cotas (“I Know It’s Over” y “Never Had No One Ever”). El espíritu romántico es inherente en todo el trabajo (“Podemos pasear por lugares tranquilos y secos / y hablar sobre cosas preciosas / pero la lluvia que alisa mi pelo… / Oh estas son las cosas que me matan”) y ya se plasma en la portada, una instantánea de Alain Delon en el film “La Muerte No Deserta” (1964). Pero el gran rédito de The Queen Is Dead es el gran espíritu crítico a la sociedad contemporánea focalizado en el ataque a la monarquía y a los medios obstinados en hacer carnaza de sus diminutas tragedias.
El distanciamiento entre Morrissey y Marr precipitó la disolución del grupo en 1987, después de firmar un Strangeways Here We Come (1987), más sofisticado y detallista que sus antecesores. Un epitafio para una formación única pero también para una época.


Por Cesc Guimerà





There Is The Light That Never Goes Out

Take me out tonight
Where there's music and there's people
And they're young and alive
Driving in your car
I never never want to go home
Because I haven't got one
Anymore
Take me out tonight
Because I want to see people and I
Want to see life
Driving in your car
Oh, please don't drop me home
Because it's not my home, it's their
Home, and I'm welcome no more
And if a double-decker bus
Crashes into us
To die by your side
Is such a heavenly way to die
And if a ten-ton truck
Kills the both of us
To die by your side
Well, the pleasure - the privilege is mine
Take me out tonight
Take me anywhere, I don't care
I don't care, I don't care
And in the darkened underpass
I thought Oh God, my chance has come at last
(But then a strange fear gripped me and I
Just couldn't ask)
Take me out tonight
Oh, take me anywhere, I don't care
I don't care, I don't care
Driving in your car
I never never want to go home
Because I haven't got one, da ...
Oh, I haven't got one
And if a double-decker bus
Crashes into us
To die by your side
Is such a heavenly way to die
And if a ten-ton truck
Kills the both of us
To die by your side
Well, the pleasure - the privilege is mine
Oh, There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out
There Is A Light And It Never Goes Out