viernes, 27 de marzo de 2015

JOAN BAEZ en el Palau de la Música Catalana (19/03/15):


Uno de los mejores aciertos de la presente edición del “Banc de Sabadell Festival Mil·leni” fue volvernos a traer a la dama de la canción Joan Baez (quien ya estuvo en el festival en 2010) y programarla para dos noches. Afortunadamente pudimos gozar de una de sus actuaciones, la del jueves, para ver cómo a pesar de la edad (74 años muy dignamente llevados) y a pesar de sus dificultades de afonía (incrementados el día siguiente), la neoyorquina fue capaz de ofrecernos un muy entretenido y dinámico directo cargado de sorpresas y lleno de emociones dirigidas por su maravillosa música.



Con el acertadísimo formato íntimo que sustenta su gira actual, bajo el acompañamiento del incombustible multi-instrumentalista Dirk Powell (guitarra, bajo, acordeón, violín, piano, mandolina, banjo), el percusionista Gabriel Harris, y puntualmente Emma, asistente personal de la Baez a la vez que dotada solista.

                              

De entrada la diva sola bajo el foco y su guitarra en mano, con sus formidables punteos y su garganta prodigiosa nos trasladó al festival de Newport a principios de los sesenta a pesar de estar en épocas y distancias muy lejanas y de interpretar“God Is God” un tema de un genio de generación bastante posterior como es Steve Earle. Por cierto, de él son varios de los temas de su último disco “Day Alter Tomorrow” (2008).

Luego poco a poco se fue ganando al respetable y arrancando los aplausos a base de una música que logra hablar por si sola, unas canciones (mayoritariamente versiones) con mensaje y reivindicación propia, vestidas y arregladas a medida, con mayor o menor apoyo instrumental, adaptadas para cada ocasión.

              

Especialmente ovacionadas fueron las catalanas “Itaca” de Lluis Llach, emblemática y reivindicativa, leída pero interpretando el momento y la tradicional “Rossinyol” incluida en su emblemático disco “Gracias a la Vida” (1974). También lo era en parte la sindicalista “No nos moverán” coreada por el teatro y convertida al bilingüismo; mientras que de un catalán como Joan Manel Serrat cantó la adaptación del poema de Miguel Hernández “Llegó con tres heridas” .

Otras aclamadas fueron las poesías prestadas de grandes como “su” Bob Dylan (“ It’s All Over Now Baby Blue”), Leonard Cohen (“Suzanne”) y Johnny Cash (“Long Black Veil”) esta última soberbia al violín y a dos voces. O los rescates del cancionero tradicional americano como “ The House On The Rising Sun” con un notable solo de bajo o “Give Me Cornbread When I’ m Hungry”, acompañado con un bailoteo de Joan y Dirk. Ni que decir cuando conectó a través de la música a dos mundos tan enfrentados como son el judío (“Dona Dona” coreada por todo el auditorio) y el islámico (“Jari Ya Hammouda” de ritmo a todo trapo); o cuando sonó su éxito “Diamonds & Rust” derivada a la guitarra.

                      

Para la recta final reservó la versión de “Gracias a la Vida” de Violeta Parra y el himno universal “Imagine” con una letra pluralizada (“ You May Say We’ re A Dreamers…”) que no tuvio rubrica con la esperada “Blowin’ In The Wind”. Fue el cierre de la velada que nos ofreció esta mítica trovadora del siglo XX que logró cautivarnos tras estar a la altura de su leyenda.


Por Alejandro Guimerà


Publicado en http://notedetengas.es/cronica-del-concierto-joan-baez-en-el-palau-de-la-musica-catalana-190315/

                     

viernes, 20 de marzo de 2015

DISCOS DE 2015: THE WATERBOYS- MODERN BLUES


Pocas son las veces que te pones un disco una primera vez y lo tienes que volver a escuchar otra y otra vez para atónito darte cuenta de la magia que se esconde detrás de él. Son obras en las percibimos un poso poco habitual que las distingue del resto y que sabemos que pasarán los años y seguirán sorprendiendo y emocionando como las que mas. Este es el caso de “Modern Blues”, el nuevo disco de los Waterboys.

La última referencia que teníamos de la banda, “An Appointment With Mr. Yeats” (2011), musicalizaba de modo entregado poemas del premio Nobel irlandés – ojo con “Sweet Dancer” -. Aunque no dejaba de ser un disco mas que correcto y cierto capricho personal de Mike Scott, escocés de nacimiento e irlandés de corazón, con el que quiso expresar una devoción por su cultura de acogida. Luego fue girando con una banda de la que él es prácticamente el único superviviente de los ochenta (también el violinista Steve Wickham) para revisar su material clásico ante los deleitados seguidores que aún conservan de antaño. Unas giras que dejaron constancia de su fornido legado también de que conservaban un buen estado con los instrumentos. Todo conducía a pensar que se trataba de otra gran banda revival, cuyos mejores momentos creativos habían aparcado en un pasado en el que se habían colado accidentalmente en una liga mainstream con la que nunca se sintieron cómodos.
                             
Es con tales antecedentes y contra todo pronóstico como nos han dejado helados tras arrojar este trabajo a las pocas semanas de 2015. Con él los “chicos del agua” dan un radical giro de timón a través de nueve cápsulas rockeras que recuperan las mejores esencias del género.

Surgido desde lo más profundo de las entrañas de Scott cuando este decidió irse con los suyos a Nasville (tierra country) para meterse en el estudio y rockanrollear como nunca antes había hecho. Pues lo nuevo lleva mucho de sonido norteamericano, casi nada de las habituales guitarras acústicas folk y si muchos riffs mezclados con solos eléctricos, menos (aunque siempre acertadísimos) violines que ceden protagonismo a unos titánicos teclados Hammond, que son el eje central del disco, pero también trompetas Stax, pianos, coros femeninos y acordeones. Y por encima de todo un Mike que canta su lírica con toda el alma puesta en la causa.

Ya de inicio dejan bien claro que han vuelto de verdad. La poderosa “Destinies Entwited” con sus aguerridas guitarras, épicas trompetas y el triunfalismo de la parte.

“November Tale” es la mas waterboys de todas, no sé si por su estribillo pop-folk o por el mayor protagonismo de las cuerdas rasgadas.

Luego el recio blues “Still A Freak” que es perfecto para los sintetizadores y piano - ¿es lo que no lograron los Black Keys en su último disco?- , para acto seguido relajar el tono con “I Can See Elvis” cuyos tintes latinos pueden recordar los primeros discos de Carlos Santana aunque el Nothern Soul se cruce por allí.

En “The Girl Who Slept For Scotland” aparece el romanticismo adn de la banda, con unos nebulosos efectos de voces en el estribillo y una sinceridad en las cuerdas vocales de Mike que alcanza de pleno.

“Rosalind (You Married The Wrong Guy)” está hermanada con la cara bluesy de Bob Dylan, a pesar de que aparece adornada con unos coros femeninos perfectamente ubicados. En cambio “Nearest Thing To Hip” la podría haber firmado Van Morrison a principios de los setenta, su tono acústico y tenue comienzo acaba enciendo una encandiladora artillería instrumental. Atención también a la rapsoda final. “Beautiful Now” es pop-rock dinámico con estructura compositiva propia de tipos como Elvis Costello.

Y para el final la tormenta de “Long Strange Golden Road” cuya escucha dura diez minutos y su calado una eternidad. No sé si es por sus inmensos teclados, por los desarrollos de guitarra robados del mejor Neil Young o por el desgarro de la voz que la sitúan entre lo mas bestia que ha dado el rock’ n roll en décadas.

                           

Con todo, a uno se le agotan los calificativos para definir al flamante “Modern Blues”, un disco hecho desde el corazón y que apunta directamente hacia la mejor tradición rockera americana. Que llegue Diciembre que yo ya tengo claro mi disco favorito del año.

Por Alejandro Guimerà


sábado, 14 de marzo de 2015

DISCOS DE 2015: CRACKER- BERKELEY TO BAKERSFIELD:

El bueno de David Lowery está que se sale. En 2013 sacó con Camper Van Bethoven el discazo "La Costa Perdida" con su variedad de sonidos tradicionales americanos, que tuvo un buen sucedáneo un año después con "El camino Real". Ahora sin hacer demasiado ruido, rescata su otra banda Cracker tras cinco años sin sacar nada y publica su décimo LP con 18 canciones repartidas en dos discos (solo disponible en cedé) con las que vuelve a adentrarse en el rock más clásico.

                                   
Con un título que hace referencia a dos ciudades californianas: la pequeña, costera y universitaria Berkeley y la interior, petrolífera y masificada Bakersfield. Dos mundos antagónicos y un viaje por el pasado e influencias musicales de Lowery y de su socio Johnny Hickman, a los que se añaden el rescatado bajista Dave Faragher y el batería Michael Urbano. Pues bien, el nuevo trabajo es un disco conceptual repartido en dos partes (simbolizadas por las cities). Un primer disco que evoca los sonidos de la Bahía de San Francisco, esto es, las variedades que coexisten en Frisco y aledaños, formas surgidas por el poso reivindicativo de los sesenta, por los ambientes universitarios bien estantes y por las actitudes más artísticas y bohemias de aquellos lares. Como el inicial folk con aromas de Simon & Garfunkel de "Torches & Pichforks", el surfpunk (Green Day son de allí) de "Beautiful", la hippie " You Got Yourself Into This", la lo-fi "Waited My Whole Life" y mucho rock independiente de pub (Reaction, Life In The Big City,...).

                                 
Cuando ponemos el segundo disco ya sabemos que nos encontramos en la carretera, los slides guitars, mandolinas violines aparecen a escena como se escuchan en los mejores tugurios recónditos de la América profunda. Es la banda sonora de la baja California, mas desértica, menos desarrollada y mas obrera, la que habla de botellas y desamores y no se interesa por las políticas de izquierdas ni los paisajes urbanos .
                           


Desde los vigorosos honky tonks ("California City Boy", "San Bernardino Boy" ) a piezas alt-contry que firmarían los mejores Wilco (especialmente desgarradora "Go On The Road"), a medio tiempos bucólicos como ("Almond Grove", "King Of Bakersfield") y baladas arenosas ("I' m Sorry Baby", "When You Come Down", "Where Have Those Days Gone").


Son los fabulosos matices de este ambicioso proyecto hecho por una banda que ha sabido retratar , a través de los sonidos del rock, el paisaje de un viaje de norte a sur por un estado plagado de contrastes. Americanos y californianos de raíces, Cracker nos dejan otro precioso homenaje a la tierra que les ha visto crecer tan alto.



Por Alejandro Guimerà

martes, 10 de marzo de 2015

Band Of Skulls - Music Hall 26/02/15:



La sala "Music Hall" desprende cierto  romanticismo, pequeña y  acogedora, su sonoridad y visualidad resulta ideal para los amantes de los conciertos no masificados.  Un sitio ideal para ver una banda pequeña con potencial de futuras estrellas.  Ese es el caso de los ingleses Band Of Skulls,  quienes dieron allí su primer concierto del año,  su debut en la ciudad catalana, y la antesala de su visita a Madrid (a la que ya conocían del  DCode) y de la gira Australiana junto con los consagrados Black Keys.

                          
Tras tres discos magníficos, y una propuesta rockera muy creativa, sorprendió la escasa acogida del mundo indie barcelonés ya que todo hacía pensar que el trío debería reunir  a mucho mas público en un recinto mayor.  Aunque a decir verdad no podemos quejarnos ya que los pocos que hubo estuvieron muy entregados y crearon un clima ideal para el deleite de unas canciones que suenan a las mil maravillas en vivo.
Bajo la batuta de la guitarra de Russell Marsden, la banda sonó muy compacta sin cometer fallos y desplegando una sonoridad casi perfecta.  Es Russel la voz principal y sobre todo un auténtico alquimista de la guitarra, con sus impredecibles efectos y mil y un trucos a las seis cuerdas. A su lado una desgarbada Emma Richardson con su atractivo misterioso  es quien se encarga del trabajo sucio del combo. Sus segundas voces y los efectos que consigue con el bajo rellenan los espacios y crean un clima melódico de las canciones que se complementan a las mil maravillas con la polivalente guitarra. Tras ellos, el batería Matt Hayward  les da el punto de energía que falta a sus compañeros, potente y ampuloso a las baquetas, con el colosal ritmo que imprime engrandece el sonido de los BOS.
                              

Si bien Russell y Emma son tímidos y afables, el bueno de Matt parece el mismísimo diablo aporreando los tambores. Sin duda alguna es la actitud rocanrol de los tres.

Abriendo con el blues  "Light Of The Morning"   del primer disco  Baby darling Doll Face Honey de 2009 con su parte final triunfal, luego encararon "Himalayan" del homónimo disco que presentaron, y  "You' re Not Pretty But You Got It Goin' On" del  Sweet Sour de 2012. Una de cada uno de los discos, y es así como se dividió un concierto en el que tocaron un poco de cada LP.

                            
A destacar la rítmica "Patterns" con Emma a la voz y sus contagiosos "ooh ooh".  También las nuevas y coreadas :  "I Guess I Know You Fairly Well",  la oscura y cañera "I Feel Like Ten Man Nine death And One Dying" y sobre todo "Brothers And Sisters" que es todo un hit.

                            

Para el clímax final una de sus mejores "Death By Diamonds And Pearls"  con sus aromas a los White Stripes, la potente "The Devil Takes Care Of His Town"  y "I Know What I Am" con sus parafraseos iniciales y su desarrollo bailongo que encandiló al público para cerrar la parte principal del directo. Para su vuelta la flamante "Hoochie Coochie" y la polivalente "Hollywood Bowl" .

Enorme concierto de una banda que crece con su directo y que te hace sentir especial y privilegiado de verlos, como si estuvieras viendo a unos jóvenes y desconocidos Nirvana o Sonic Youth en alguna recóndita sala a principios de los noventa.

Por Alejandro Guimerà

domingo, 8 de marzo de 2015

GRANDES DISCOS: Burritos Deluxe (1970) de THE FLYING BURRITO BROTHERS:


Con “Gilded Palace To Sin” los Flying Burrito Brothers habían protagonizado una auténtica revolución en el panorama musical. Coetáneos de las expansiones sonoras psicodélicas lo suyo fue presentar una propuesta totalmente desvinculada que se alejaba de las grandes ciudades en busca del campo y de sus melodías a las que les dieron un enfoque mas actual y sobre todo mas rockero. El resultado, la creación de un nuevo subgénero: el Country-Rock. Algo que los majestuosos  Byrds ya habían avanzado con su  formidable “Sweeetheart Rodeo” que alternaba versiones de clásicos del género con temas de cosecha propia.

Parsons y Hillman en el fatídico festival de Altamont (1969)

Del giro artístico de la legendaria banda había tenido gran parte de la culpa un joven llamado Gram Parsons al que incorporaron tras la marcha de Crosby, y al que cedieron altas cotas de protagonismo y creatividad. A las aportaciones de Parsons inmediatamente se añadieron el tapado Hillman y su vocación bluegrass y claro está, el alma de la formación Roger Mc Guinn.

                                                 
Con el tiempo se ha ido valorando lo que hicieron tanto los Byrds como los Burritos, pues a finales de los sesenta principios de los setenta, no había dos géneros más disasociados como el country y el rock. Mientras para los puristas del sonido rural cualquier intromisión de la música popular atacaba de lleno a su espíritu y tradición, para la audiencia del rock se veía el country como algo vetusto y totalmente opuesto a la moda y sobre todo, como símbolo a las mentalidades mas conservadoras del sur. Pero lo que pocos tenían en cuenta es que el rock´n roll en su creación bebió del Country para fusionarlo con el Ghospel y el Rythm and Blues. Si no, solo hacía falta con pensar en los primeros discos de un cantante de Tupelo posteriormente erigido como Rey del rock´n roll.

                                                
                                                Sweet Heart Of The Rodeo - The Byrds (1968)

Para la fomación de los Flying Burrito Brothers hay que remontarse al regreso de los Byrds a California tras grabar en Inglaterra, y al negativo desenlace del disco, pues las críticas al giro artístico llovieron proporcionalmente a las tensiones creativas entre McGuinn y Parsons. Este último huyó de la formación convenciendo a Chris Hillman para que le siguiera a adentrarse en los sonidos rurales para lo que posteriormente añadrían a Michael Clarke (batería de The Byrds) Chris Ethridge (bajo y teclados) y a Pete Kleinow (steel guitar). Como también encargarían unos impactantes trajes Country para la imagen de una banda que tomó el nombre prestado de otra que pasó a llamarse “The Flying Burrito East” tras la fama obtenida por los impostores con su debut “El Palacio Dorado del Pecado”.


La lujosa segunda entrega de la piedra roseta del country rock no se hizo esperar y ya estaba en las tiendas un año mas tarde.  En su arranque con “Lazt Days”,  escuchamos una presentación en español antes de la cañera instrumentación y los coros Byrds. En “Image To Me”, aparece la huella de Gram en forma de formidable balada con aromas de las profundidades del sur oeste americano. Lo mismo que en “Man In The Fog”, cuyo acordeón y gritos de fondo te transportan directamente a una sala de baile tejana, las delicias las pone la mandolina. “High Fashion Queen”  se encuentra entre rockabilly y bluegrass, y “If You Gotta Go” es acelerada a diferencia de “Older Guys” que es más pop y podría pasar perfectamente por una pieza de los Beach Boys post-pet sounds a pesar de que la crudeza de voz y guitarra podrían delatar la impostura. Y por si alguien buscaba una balada de tintes religiosos allí está “Father Along” con sus coros ghospel. Otra balada es “Cody Cody” suave y delicada, protagonizada por el slide, pero también por la mandolina, piano y coros. Suave y delicada. El sentir mas puro de Parsons se percibe en “God´s Own Singer”, cántico  religioso sobre el fondo de unos finos violín y slide guitar. La parte Byrd del álbum la pone “Down In The Churchyard”. Para el cierre “Wild Horses”, prestada de los Rolling Stones, y anterior a que sus autores la incluyeran en su  providencial “Sticky Fingers”. Las diferencias entre una y otra versión son nimias si bien la sentida y carismática interpretación vocal de Jagger nos obliga a que nos decantemos por la de sus majestades satánicas.

Después de “Burrito Deluxe”, Parsons abandonaría el proyecto para acuñar en solitario otras dos gemas del “Nuevo Country”,  “GP” (1972) y “Grievous Angel” (1974) - este último publicado póstumamente – , introducir a la música vaquera a Keith Richards y  amasar una auténtica fortuna de herencia familiar, lo que precedió a su muerte por sobredosis contando solo con 26 años.

                                  
                                                                   Keith Richards y Gram Parsons (1971)

Curioso que sus aventuras no acabaran con su fallecimiento, pues su productor Phil Kaufman (amigo y colaborador también de la familia Charles Manson), quiso cumplir una promesa con Gram para lo que secuestró su cadáver en el aeropuerto antes de que fuera embarcado hacia Nueva Orleans lugar donde tenía que ser enterrado, cerca de su familia. Kaufman junto a un amigo común se llevaron el cuerpo robado al desierto de Joshua Tree y allí oficiaron un rito quemándolo con gasolina y emborrachándose a su salud. Legendario y prematuro final para un nombre sin el cual no podríamos comprender el nuevo rock campestre.

Por Alejandro Guimerà


Image To Me:

Yes i know she's the life of the party
and without her things here would die.
oh but don't be fooled by her laughter
she has her said times and she knows how to cry.
She drinks and she talks just a little to loud
and with her bright...she hangs around with any old crowd
yes i know i'm to blame and i feel so ashamed
that i made her the image of me.
-instrumental-
I met her in a little country town
she was simple and old fashioned in some ways
but she loved me till i dragged her down
then she just gave up and drifted away.
She drink and she talks...image of me.
yes i know i'm to blame...image of me.