lunes, 25 de septiembre de 2023

PAUL WELLER en Sala Razz (18/09/23):





Si alguien tuviera que escribir un manual de cómo deberían de envejecer los roqueros sin duda alguna le aconsejaría que pusiera el foco de atención en la carrera de Paul Weller. Con apenas 65 años sigue siendo un tipo muy interesante al que seguir su trayectoria discográfica, con nuevas publicaciones que siempre contienen aspectos novedosos, pues él se resigna a vivir de los réditos del pasado. Ejemplos de ello son sus dos discos de estudio más recientes: "On The Sunset" (2020) y "Fat Pop. Vol 1" (2021), notables compendios de canciones en los que aúna melodías pop con texturas instrumentales muy trabajadas, y que en ocasiones se sirven de la electrónica añadiendo esos matices experimentales a los que el británico no ha dado la espalda. Pero es que además, el "Modfather", ha sabido trabajar unos directos donde se ha rodeado de excelentes músicos, manteniendo la energía de antaño y evitando caer en esas rutinas que otros de sus contemporáneos sucumben a base de autoplagios y "revivals" nostálgicos.


                         

Muestra de ello la tenemos en la actual gira y las unánimes buenas sensaciones que va dejando allá por donde pasa. Fue el caso de Vigo, Bilbao, Madrid y una Barcelona a la que repetía en una abarrotada Sala Razz tras su paso en 2017 para presentar ese alegato soul-funk que fue "A Kind Revolution". Ya en los prolegómenos dimos cuenta de las dos baterías en el escenario, de las numerosas guitarras, dos teclados, instrumentos de viento y todo un equipamiento que nos anticipaba lo que íbamos a disfrutar.

                          

Una sólida banda formada por seis dinámicos músicos (siete si contamos a Weller) que a lo largo de las exactas dos horas de actuación fue alternando instrumentos, desplegando vigor y precisión. Perfecta combinación de la joven sección rítmica (dos percusionistas, bajo) y teclado, con la experiencia y virtuosismo del saxofonista-flautista Jacko Peake y del magnífico escudero que es Steve Cradock a la guitarra (¿Para cuándo nuevo disco y gira de sus Ocean Colour Scene?).

                     

Con un setlist de hasta 28 temas, la banda funcionó a pleno ritmo y a todo trapo encadenando pieza tras pieza sin alargarlas -con contadas excepciones- bajo un sonido rock, energía punk y alma soul. Sobre el actual estado de gracia del cantante del pelo plateado merece que hagamos un punto y aparte, pues estando a la edad de jubilación no sólo mantiene intacta su elegancia y pose, sino que sorprende cómo conserva su brío juvenil cuando ataca la guitarra o el piano y cómo sigue explotando esa garganta digna de los mejores "soulmen" de los sesenta.

                         

Lo hace con un repertorio que alterna los temas de sus dos últimos trabajos con sus éxitos de los noventa, con concesiones puntuales de los Jam o Style Council, obviando las dos primeras décadas del milenio. De las nuevas canciones disfrutamos mucho con la que dio arranque, "Cosmic Fringes", y su marcha power-popera; una "Old Father Tyme" con efluvios del "My Sweet Lord" de George Harrison; una "Fat Pop" que podría haber firmado Damon Albarn; la dulzura de "Village", el intimismo de "Rockets" o los desarrollos instrumentales de la jazz-funk "More" y "On A Sunset", digna de la Motown de los setenta.

                              

De sus clásicos en solitario sonaron, entre otros y en la recta final, "Above The Clouds", recordando al Marvin Gaye más romántico, la maravillosa "Broken Stones" o la sentida "Wild Wood" (¿Nadie piensa en Bill Withers cuando la escucha?). Pero los momentos de locura llegaron, sobre todo, con "Shout To The Top!", de The Style Council, y de la mano de "Start!" (con su ritmo "Taxman") y la final "Town Call Malice", las dos únicas concesiones que hizo a The Jam. Un final tremendo que rubricaba el que seguramente, esta vez sin exagerar, fue uno de los conciertos del año.

                         

Por Àlex Guimerà





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