Una de las carreras más fugaces e incomprensiblemente fracasadas del indie británico más reciente es sin duda la de los irlandeses JJ72. Formados por Mark Greaney (nacido en Dublin el 23 de enero de 1980), quien de pequeño aprendió a tocar el violín y tras pasar por la academia de fútbol del Everton se sumergió en el rock en bandas como Nirvana, Joy Division, Pixies o los Smashing Pumkins. Con tales preferencias hizo amistad con su compañero de instituto y baterista Fergal Matthews con quien decidieron formar una banda para dar salida a las canciones que Mark tenía compuestas. Para ello decidieron incorporar a Hilary Woods como bajista con quien Mark había compartido un cuarteto clásico de cuerda y a pesar de que ella nunca había tocado las cuatro cuerdas eléctricas. La idea era montar una banda que trascendiera la escena local dublinesa y llegara al máximo número de oyentes. Era 1995 y habían nacido los JJ72, cuyo significado del nombre siempre ha sido una incógnita y solo Greaney conoce.
Las canciones, terminadas por los tres componentes fueron grabadas en demos autofinanciadas y que mandaron a distintos medios como NME, la BBC Radio 1 o la Melody Maker para darles difusión. También se autoeditaron el single "Oxygen" y comenzaron a dar conciertos. De este modo en verano de 1999 dieron con el sello Lakota Records (Sony) con quienes firmaron un contrato estando aún en el instituto para que les editaran su álbum de debut. Un disco homónimo que fue producido por un nombre de primera fila como Ian Caple (entre otros, Tindersticks, Tricky, The Boo Radleys, The Damned, Spiritualized) quien les dio con el sonido buscado.
El disco de debut formado por 12 temas con la dulce voz de Greaney, la épica adolescente - hay que tener en cuenta que solo el cantante y guitarrista había cumplido los 20 años - , la poesía de unas letras inspiradas en ilustres irlandeses como James Joyce y Oscar Wilde, con temas como la angustia, los sentimientos más pasionales, unas potentes guitarras y batería en un tono que les emparejaba con los primeros Muse, Placebo y los Radiohead más románticos, en una época que todos aquellos y los nuevos Travis, Coldplay, Embrace, Starsailor o Doves ocuparon el espacio del Brit Pop en las radios británicas cambiando la alegría pop por un trascendentismo y sentimentalismo que les iba como anillo al dedo.
Con temas que quitan el aliento como "October Swimmer", "Snow" o "Undercover Angel", el disco de debut alcanzó el medio millón de copias vendidas con tres top 30 en la lista de singles británicas, llevándolos a telonear a gente como U2, Colpdlay, Muse o sus admirados Manic Street Preachers, ante grandes audiencias. Ello dio alas a la grabación y edición de un segundo álbum "I To Sky" de 2002 producido por los productores de los Smashing Pumpkins Flood y Alan Moulder (también de Jesus & Mary Chain, Ride, My Bloody Valentine). Los nuevos 12 cortes no bajaban el pistón con gemas teenagers como "Formulae", "Always And Forever" o "Serpent Sky" en el que introdujeron algún sinte pero el que mantenían la esencia de la banda. Una esencia que tenía todos los ingredientes necesarios para triunfar: juventud, buenas melodías, letras profundas, guitarras estremecedoras y una voz afeminada pero potente sin igual.
Una banda que viendo los éxitos internacionales de Coldplay, Muse o Placebo pudo ser y no fue, pero que nos deja dos discos con unas canciones que merecen ser reivindicadas por los fans del mejor indie británico.
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