domingo, 6 de mayo de 2018

DISCOS DE 2018: ERZA FURMAN - Transangelic Exodous:





En una época carente de iconos contraculturales y en la que la imposición comercial y la crítica social parecen planificados, resulta un alivio encontrarse con el crecimiento de tipos como Erza Furman. 

Para quienes no le conozcan el tipo en cuestión es un cantante y compositor transgénero de apenas 31 años, nacido en el sí de una familia judía de Chicago que un buen día decidió romper todas las cadenas sociales y religiosas para emprender una carrera musical que arrancó en 2007 y que ha arrojado media docena de álbumes y Eps, alcanzando su cénit con el formidable "Perpetual Motion Peaople" (2015).

                               

Dotado de una capacidad inaudita para crear canciones, luego logra remozarlas a su gusto tomando influencias de aquí y de allá, desde el doo-woop de los cincuenta, al vanguardismo de la Velvet Underground, al glam de los setenta, al garage o al indie más moderno.

Pero el tipo en cuestión no quería que le encasillaran ni que le compararan con ninguno de sus referentes. Para ello da nombre a su banda habitual como The Visions y se va a los estudios Ballistico de Chicago con un puñado de nuevas creaciones bajo el brazo y la intención de comenzar de nuevo.

                                 


Es así como se gesta este "Transangelic Exodous" producido por Tim Sandusky (quien también toca el saxo en el disco) y editado por el sello Bella Union. Con una temática compleja que exorciza todos sus demonios personales (rechazo social, inseguridades, judaísmo, homosexualidad...) a la vez que intenta retratar su visión pesimista de la sociedad; el disco acaba repitiendo fórmulas anteriores de su autor aunque si en su anterior entrega el vitalismo y los colores imperaban en lo nuevo mandan las zonas los oscuras y deprimentes. Eso sí, aparecen fabulosamente empaquetadas y con loable tratamiento instrumental.

A destacar "Love You So Bad", pieza insigne del álbum: pletórica, de fornidos violines, marchosa y pegadiza. Sin duda será uno de sus hits de futuro, aunque no debe de eclipsar el desgarro de "Driving Down To L.A." , los redobles y los gritos de "The Great Unknown", el caos new age de "Maraschino-Red Dress $ 8.99 at Goodwill" , la somnolencia de "From A Beach House" o el blues post-moderno "Come Here Get Away From Here".

Pero sobre todo a "Suck The Blood From My Bound", que suena como la versión grunge de los primeros MGMT (ritmillo inclusive), con una letra metafórica sobre un ángel repudiado por la sociedad.

                          

O "No Place" con unas percusiones y un frenesí que recrean la angustia de Joy Division bajo un sinte futurista digno de Jean Michelle Jarre; la delicadeza y desnudez de "Psalm 151" y "Compulsive Liar" donde los sentimientos se desnudan entre ritmos y climas dignos de Radiohead.

Un disco que no dejará indiferente ideal para degustar con los cascos y entre la oscuridad, para dejarse llevar hacia territorios tenebrosos y asfixiantes.

                            


Luego veremos a su autor tocar en festivales de verano eclipsado por los cabezas de cartel, bajo un vestido vintage de mujer, luciendo un collar y pendientes de perlas, tinte en cabeza y aporreando la guitarra al son de sus saltos. Y será el tipo raro del lugar sin duda, la comparsa de los artistas más conocidos, pero nadie se resistirá a unas canciones tan directas como complejas, que miran hacia el pasado y el futuro del pop, y que son un precioso estandarte de una lucha por el inconformismo que nunca debería de desaparecer.

Por Àlex Guimerà


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