lunes, 11 de noviembre de 2013

DUNCAN DHU PALAU DE LA MÚSICA CATALANA (BARCELONA 08/11/13):

 
 
 
 
 Antes del verano los donostiarras anunciaron su regreso al ruedo con la publicación de un EP con seis nuevos temas titulado “El Duelo”,  después de doce años sin sacar material nuevo. Además, a modo de nostalgia (aunque ellos lo negaron) pusieron a la venta una caja con  un completo recopilatorio de sus éxitos junto con un dvd con su último concierto de 1999  de la Sala Luz de Gas  de Barcelona. Pues fue en esta ciudad dónde se les vio juntos por última vez, y  la que han elegido para arrancar una gira que pasará por distintos puntos de España y también  por Latinoamérica. El reclamo tanto para los conciertos de la gira como para sus flamantes CDs es precisamente de lo que han querido rehuir: la añoranza de que un tiempo pasado siempre fue mejor. Pero que nadie se engañe,  su público lo forman treintañeros y cuarentones que los encumbraron a mediados de los ochenta, aquellos cuya juventud tiene como banda sonora sus canciones.
 

Con esta hambre de revivir en directo los éxitos de la banda se llenó por dos días el emblemático (y también corrompido) Palau de la Música Catalana, siendo el primero  a las nueve de un  largo y fatigoso viernes de otoño.
Al son de emblemáticas piezas de Elvis Presley la espera se hizo corta hasta que apagaron  las luces y  apareció  la banda al son de “Girl On The North Country” de Dylan-Cash. Y en tanto se escuchaba a aquellos dos mitos americanos aparecieron los nuestros para empezar a deleitarnos con un concierto de casi dos horas y media.
                                            
 Vestido con una camisa hillbilly que recordaba al mito del country-rock Gram Parson, Mikel Erentxun,  en todo momento en perfecta forma, hizo los honores de anfitrión de la fiesta cediéndolo en ocasiones  a su compañero Diego Vasallo , quien estuvo muy aclamado por el respetable. Sobresaliente la formación de acompañamiento,  con sus virtuosos y polifacéticos músicos - batería, teclados, bajo, guitarras, slides, voces,... -, quienes ayudan  al dueto a conseguir una acústica que vuelve a los orígenes mas rockabilly y menos pop con muchos elementos country y “americana”. Esa es precisamente la gracia del retorno, una agradable revisión de las canciones de siempre embalsamadas en un sonido rockero mas maduro que no priva (en tónicas generales) de su espíritu original.
A lo largo de la velada fueron surgiendo las piezas de nueva cuña como “El Duelo”, “Cuando llegue el fin” o la versión de una canción menorquina cantada por Diego  que es “ Llora guitarra”, como sus últimas “Nada”,  “Siempre (al abandonarnos)”,  “Lobos” (del álbum “Crepúsculo” de  2001) o “La Herida” (“Colección” de 1999). Y poco a poco fueron desgranando los éxitos de siempre, aquellas que realmente habían motivado a un respetable cuya generación ya encara la madurez pero que se resiste a abandonar su espíritu joven. Hablo de “ A tientas”,  “La casa azul” (mas acústica), “Una calle de Paris”, “No puedo evitar (pensar en ti)”, “Palabras sin nombre”, “Rozando la eternidad” y un sinfín de títulos que me voy a dejar en el tintero.
Para nuestro pesar hay que decir que la voz de Diego se ha resentido bastante al paso del tiempo, y lo que era un atractivo de la banda – su timbre grave y profundo – se ha convertido en su punto débil – la fragilidad de unas cuerdas vocales  desfiguradas -. A pesar de ello, el bajista abandonó en numerosas ocasiones su bajo Hofner para abordar  el micrófono , como sucedió con la mítica “Rosa gris” a la que su armónica sustituyó la mandolina. A su favor, hay que decir que Vasallo es la parte oscura y misteriosa de los DD y la que les dota de cierta autenticidad  y misticismo rockanrollero. El músculo, la voz, la actitud, el dinamismo lo dio el bueno de Mikel, melodramático y romántico como siempre pero también pletórico y amable como nunca.
Para la recta final cayeron, entre otras,  las ansiadas  “Entre salitre y sudor”, “En algún lugar”, “Cien Gaviotas”, “Jardín de rosas”, y  “Esos ojos negros”, esta última para el segundo bis cuando todo el público puesto de pie la coreó reclamando la vuelta de los artistas.  
 
Y esta es la breve historia de un muy aconsejable directo de largo recorrido que pasó en un santiamén y que nos permitió gozar de unas muchas de las buenas canciones de una gran banda que en ningún lugar de ningún gran país se debería de olvidar.

Por Alejandro Guimerà


                                 


 

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