sábado, 22 de diciembre de 2012

SCREAMIN´ JAY HAWKINS:



Jay “el gritón” Hawkins no sólo es uno de los pioneros bluesman de los cincuenta, sino que se trata de una especie difícil de catalogar. Ya desde su nacimiento se veía que su vida no iba a encuadrarse precisamente en lo convencional. El 18 de julio de 1929 (meses antes del “jueves negro” que tanto azotó a la economía mundial) su madre parió tras ser víctima de una paliza y mandada en autobús desde Washington DC a Cleveland. Tras el parto abandonó al neonato quien después de pasar un año en un orfanato fue adoptado por una familia bienestante de origen indio, concretamente de la tribu Pies Negros. Con seis hermanos (todos adoptados de padres diferentes) y una madre practicante de ritos vudús, ya de pequeño se interesó por el piano y por la ópera. A los 14 años además empezó a boxear, algo que se le daba realmente bien. Cuando tenía esa edad fue cuando los EEUU entraron en la segunda Guerra Mundial, por lo que mintió sobre su edad para enrolarse en el ejército. Aunque oficialmente se encargaba de entretener a los soldados tocando el saxofón en realidad también formaba parte de los Servicios Especiales. Fue de este modo como viajó por su país, por Europa, el Pacífico y Japón. Para su primera misión se lanzó en paracaídas con la mala fortuna que cayó en territorio enemigo. Capturado por las tropas japonesas en la isla de Saipan estuvo año y medio prisionero hasta que sus compatriotas pudieron rescatarle sano y salvo.



Terminada la guerra volvió a coger los guantes de boxeo y con 20 años fue campeón de los pesos medios del Estado de Alaska. Los siguientes años los pasó probando fortuna en el terreno musical primero tocando jazz en locales pequeños y más adelante formando parte de la banda de Fats Domino, quien le despidió por usar vestimentas provocativas en el escenario.

Inicialmente Hawkins quiso probar fortuna en la ópera, pero pronto la sustituyó por el Rythm n´ Blues y por el piano aunque podríamos catalogar su forma de cantar como barítono, eso si, con mucha víscera, aullidos y gorgoritos.

Enrolado en la banda de Tiny Grimes fue este quien le permitió grabar un tema propio "Screamin' Blues", el cual fue mostrado al mandamás de la Atlantic Records Ahmet Ertegun, a quien no le agradó lo que le supuso recibir un puñetazo de Hawkin, y a raíz de ello su expulsión de la banda. Eso dio lugar a que se decidiera a emprender su carrera en solitario. De este modo en 1956  gravó “I Put a Spell On You” un tema que había compuesto unos años antes. Concebida como una balada, el tema fue registrado con el vocalista y su banda completamente ebrios lo que le dio una fuerza que la ha llevado a ser considerada como una de las canciones más notables de la era inicial del rock´n roll. Al parecer la culpa la tuvo el productor de la discográfica quien quiso que los músicos antes de que tocaran el tema se dieran un buen festín para que interpretaran de modo agresivo. El propio Jay ni recordaba haber participado en la sesión.



El éxito posterior quedó enmarcado en los años dorados del rock´n roll, aunque muchos fueron los DJ s que censuraron sus piezas, no a causa de su comportamiento en los escenarios sino por las letras abrasivas e irreverentes de sus canciones.

Su carácter excéntrico, histriónico, algo maniaco, freaky y con tendencia a lo macabro no solo no encajaba con los arquetipos sociales de entonces sino que salía de lo normal a lo que los artistas coetáneos hacían, gente ya de por si rebelde y transgresora. Aunque no puede discutirse que su puesta en escena fue muy adelantada a su tiempo y años después tuvo grandes continuadores. Serpientes y esqueletos de goma, efectos de humo, pirotecnia, vodoo, atuendos escandalosos y elementos circenses varios, tuvo en el ataúd el santo y seña de sus actuaciones. Iniciado en el Christmas Rock´n Roll Revue de Nueva Cork de 1956 cuando Allan Freed le ofreció 300 dólares si se metía en un ataúd en llamas. Esta costumbre le supuso algún que otro quebradero de cabeza como cuando se quedó encerrado mas de tres minutos debido a que uno de sus músicos no le había puesto la cerilla para salir, por lo que dio gritos y golpes a más no poder hasta que salió y arremetió con violencia contra aquellos. El público lo interpretó como parte del espectáculo. O cuando para gastarle una broma le pusieron dentro del ataúd a un mono con diarrea. O cuando se quedó temporalmente ciego y sordo por los petardos...


Un no parar de peripecias durante la segunda mitad de los años 50 que terminaron en 1959 cuando ingresó 22 meses en prisión, sin que nunca se supiera el motivo. Curiosamente fue en esos años cuando los ídolos del rock´n roll fueron cayendo uno tras otro en manos del incomodado stablishment.

Al salir de prisión conoció a una chica en Hawai seis años menor con quien se casó, lo que costó a Jay recibir una puñalada a manos del ex novio de aquella por lo que tuvo que ser ingresado por perforación de diafragma y pulmón.

Recuperado, las décadas de los sesenta y setenta las vivió a caballo entre Hawai, New York y Europa, dónde empezó a cosechar cierta fama, aunque su época dorada ya había transcurrido.

Los años posteriores gozó de un merecido respeto y admiración del mundo del rock, compartiendo muchas actuaciones, giras y discos – entre otros con sus “herederos” Misfits, The Fuzztones, Nick Cave, The Clash, Rolling Stones - o siendo sus canciones muy versionadas por artistas de primera fila- comoThe Who, Marylin Manson, Nina Simone o la Creedence -, aunque él nunca se apartó de su verdadero camino que era el blues.


También tuvo tiempo de participar en varias películas haciendo cameos, como en la controvertida “Perdita Durango” de Álex De la Iglesia, a la que también compuso su VSO.

Finalmente el 12 de febrero de 2000, falleció en Neuilly-sur-Seine (Francia) al no superar una operación para tratar la aneurisma. Atrás dejó 55 hijos oficiales (aunque se sospecha que son en realidad 75), hijos de distintas razas y desperdigados a lo largo del mundo (Corea, Méjico, Yugoslavia, Australia, Finlandia,…). Este era uno de los legados de uno de los músicos más estrambóticos que haya habido, pionero del rock´n roll, maestro del blues y visionario de la estética  gótica y de la actitud punk.



Por Alejandro Guimerà

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