Quien piense que ir a un
concierto de Mikel Erentxun es ir a recolectar canciones como " Cien
Gaviotas" o "Jardín de Rosas" va muy errado. Y es que con más de
30 años de carrera en sus espaldas y 9 discos de estudio en solitario tiene
mucho que ofrecer, máxime cuando sus dos últimas entregas muestran un músico
enérgico, remozado y con rumbo acertado. Hablamos de "Corazones"
(2015) gestado tras una crisis cardiaca del donostiarra, que dio motivo a una
extensa gira que llegó a pisar tierras yankees. Y "El Hombre sin sombra", con el que
ha prolongado su vida en la carretera en una gira de presentación cuyo final anunciado
tenía tres paradas en Barcelona (27 de diciembre), Madrid (29 de diciembre) y
Donostia (30 de diciembre), con estrenos de canciones e invitados.
En la primera parada, en la sala
Bikini, la banda salió puntual para abordar de entrada su nuevo éxito
"Cicatrices", grabada con Maika Makovski a dos voces. Una pieza que
muchos esperábamos para el final pero que sirvió para animar a un respetable
que fue de menos a más, contagiado por la fuerza del escenario. La siguieron
otras piezas de lo nuevo como "El amor te muerde los labios al
besar", "Héroe" y "Llamas de hielo". Un inicio
atronador con crescendos, melodías perfectas, mucha pasión y ambientes
rockeros. De ello no solo tiene mérito las imponentes dotes escénicas y carisma
del solista, sinó también su banda de acompañamiento. Con sus habituales Fernando Macaya al bajo y
Carlos Aranzegui entregado como siempre a la batería y habilidoso con las
escobillas y otros efectos rítmicos; ahora se les une una jovencísima y
virtuosa Marina Iniesta a las guitarras, teclados y voces. Con un rasgado tan
sucio como envolvente, la nueva incorporación dota a la banda de un sonido
rockero muy actual y potente elevando las piezas como nunca.
Y tras el inicio con las nuevas
canciones, una de las pocas concesiones al pasado con "Mañana" y su
estribillo pegadizo con la que el público comenzó a despegar. Tras ella más
canciones de "El Hombre sin sombra" como las baladas "Y sin embargo te quiero" y
"Libélulas" o la pieza de letra triste "El principio del
final", alternada con "Cartas de Amor" de Duncan Dhu, una
desfigurada y electrizante "A un minuto de ti" y con rescates del penúltimo álbum como la
espléndida "Ojos de miel",
"Dakota y Yo" dedicada a su hija pequeña y la Dylaniana
"Corazones" con la que acabó el set a todo gas.
Para la vuelta un Erentxun
solitario interpretó "Si te vas" para luego dar paso a Shuarma con
quien dijo que habían compartido conciertos pero nunca encima del escenario.
Con el rubio desaliñado lo clavaron con "Quién se acuerda de ti"
alternando estrofas.
Para un segundo bis las elegidas
fueron la inédita "El abrazo del erizo", "El hombre que hay en
mi" con su riff beatleiano y "Arde Madrid" con la que dejó el
listón demasiado alto.
Van pasando los años y el
cantante de Duncan Dhu sigue allí de lleno en sus 50, en plena forma y
entregado a sus canciones y conciertos, reinventándose desde la madurez y renovando
su amor al rock' n roll sin perder su sello ni identidad. Y, además, en su
última versión nos aparece con buen rumbo y con gratas compañías. Auténtico.
Por Àlex Guimerà
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