Aparecieron a principios de milenio encadenando dos discos - "Oh Inverted World" (2001) y "Chutes Too Narrow" (2003) - con los que revolucionaron el panorama indie americano. Baladas acústicas resplandecientes, psicodelia colorida y pop artesanal a base de arreglos, armónicas e interesantes juegos de voces. Luego llegaron los problemas con la popularidad de su líder John Mercer (ansiedad, pánico escénico,...), las primeras deserciones en la banda y un arduo camino para encarar el disco de confirmación, "Wincing The Night Away" (2007), que si bien tuvo buenas ventas no supuso la cumbre deseada para muchos.
Luego, tras un parón de cinco
años, el notable "Port To Narrow"(2012) ya sin su discográfica Sub
Pop, transcurriendo demasiado tiempo entre entregas, exactamente el mismo
periodo de espera que ha existido antes de poder abrir este
"Heartworms".
Un álbum que coincide con la
"mid-life crisis" de su autor, su paternidad y los aprendizajes junto
a Danger Mouse en su proyecto paralelo Broken Bells.
Ya de entrada vemos como la
luminosidad melódica no ha decaído los más mínimo en este álbum de portada
inquietante, pues con la inicial
"Name For You" vemos que la cosa se pone interesante. Como la mayoría del disco, las influencias de
Broken Bells resultan más que evidentes, pues el uso de los samplers y de los
sintes es mayor que en el pasado de la formación erigiéndose ahora en eje
central.
Así, nos perderemos en la
psicodélica "Cherry Hearts" que navega en un sinfín de efectos
electrónicos, los ambientes inquietantes y oscuros marca 80 s de "Fantasy
Island", los ritmos industriales
entre ambientes arábigos "Painting a Hole" o las distorsiones de
teclado que embrutecen el espíritu de Brian Wilson que hay en "So Now
What".
A destacar también "Heartworms", que enlaza con el pasado de la banda,
deliciosamente redondeada, o "Dead Alive" con su corte pop clásico
pero no falto de efectos divertidos eléctricos, o el órgano naif y el tono
twee-pop de "Half a Million". Primorosas son también "Rubber Ballz", pop de cámara proyectado desde los setenta y
la final "The Fear" epopeya folk con pinceladas de nueva
tecnología que nos lleva a acordarnos
del "Astral Weeks" de Van Morrison.
Queda claro que
"Hertworms" recupera frescura y sello personal de los mejores Shins,
y que llega tras un ánimo evolutivo, lo que debe de valorarse en positivo.
Algunos pueden añorar las soberbias guitarras de anteriores álbumes de la banda,
pero no las voces y estribillos pluscuamperfectas que son parte del adn de una
banda y de este tipo llamado John Mercer que aunque nos haga esperar nunca nos
falla. Lento y seguro.
Por Alejandro Guimerà
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