viernes, 20 de marzo de 2015

DISCOS DE 2015: THE WATERBOYS- MODERN BLUES


Pocas son las veces que te pones un disco una primera vez y lo tienes que volver a escuchar otra y otra vez para atónito darte cuenta de la magia que se esconde detrás de él. Son obras en las percibimos un poso poco habitual que las distingue del resto y que sabemos que pasarán los años y seguirán sorprendiendo y emocionando como las que mas. Este es el caso de “Modern Blues”, el nuevo disco de los Waterboys.

La última referencia que teníamos de la banda, “An Appointment With Mr. Yeats” (2011), musicalizaba de modo entregado poemas del premio Nobel irlandés – ojo con “Sweet Dancer” -. Aunque no dejaba de ser un disco mas que correcto y cierto capricho personal de Mike Scott, escocés de nacimiento e irlandés de corazón, con el que quiso expresar una devoción por su cultura de acogida. Luego fue girando con una banda de la que él es prácticamente el único superviviente de los ochenta (también el violinista Steve Wickham) para revisar su material clásico ante los deleitados seguidores que aún conservan de antaño. Unas giras que dejaron constancia de su fornido legado también de que conservaban un buen estado con los instrumentos. Todo conducía a pensar que se trataba de otra gran banda revival, cuyos mejores momentos creativos habían aparcado en un pasado en el que se habían colado accidentalmente en una liga mainstream con la que nunca se sintieron cómodos.
                             
Es con tales antecedentes y contra todo pronóstico como nos han dejado helados tras arrojar este trabajo a las pocas semanas de 2015. Con él los “chicos del agua” dan un radical giro de timón a través de nueve cápsulas rockeras que recuperan las mejores esencias del género.

Surgido desde lo más profundo de las entrañas de Scott cuando este decidió irse con los suyos a Nasville (tierra country) para meterse en el estudio y rockanrollear como nunca antes había hecho. Pues lo nuevo lleva mucho de sonido norteamericano, casi nada de las habituales guitarras acústicas folk y si muchos riffs mezclados con solos eléctricos, menos (aunque siempre acertadísimos) violines que ceden protagonismo a unos titánicos teclados Hammond, que son el eje central del disco, pero también trompetas Stax, pianos, coros femeninos y acordeones. Y por encima de todo un Mike que canta su lírica con toda el alma puesta en la causa.

Ya de inicio dejan bien claro que han vuelto de verdad. La poderosa “Destinies Entwited” con sus aguerridas guitarras, épicas trompetas y el triunfalismo de la parte.

“November Tale” es la mas waterboys de todas, no sé si por su estribillo pop-folk o por el mayor protagonismo de las cuerdas rasgadas.

Luego el recio blues “Still A Freak” que es perfecto para los sintetizadores y piano - ¿es lo que no lograron los Black Keys en su último disco?- , para acto seguido relajar el tono con “I Can See Elvis” cuyos tintes latinos pueden recordar los primeros discos de Carlos Santana aunque el Nothern Soul se cruce por allí.

En “The Girl Who Slept For Scotland” aparece el romanticismo adn de la banda, con unos nebulosos efectos de voces en el estribillo y una sinceridad en las cuerdas vocales de Mike que alcanza de pleno.

“Rosalind (You Married The Wrong Guy)” está hermanada con la cara bluesy de Bob Dylan, a pesar de que aparece adornada con unos coros femeninos perfectamente ubicados. En cambio “Nearest Thing To Hip” la podría haber firmado Van Morrison a principios de los setenta, su tono acústico y tenue comienzo acaba enciendo una encandiladora artillería instrumental. Atención también a la rapsoda final. “Beautiful Now” es pop-rock dinámico con estructura compositiva propia de tipos como Elvis Costello.

Y para el final la tormenta de “Long Strange Golden Road” cuya escucha dura diez minutos y su calado una eternidad. No sé si es por sus inmensos teclados, por los desarrollos de guitarra robados del mejor Neil Young o por el desgarro de la voz que la sitúan entre lo mas bestia que ha dado el rock’ n roll en décadas.

                           

Con todo, a uno se le agotan los calificativos para definir al flamante “Modern Blues”, un disco hecho desde el corazón y que apunta directamente hacia la mejor tradición rockera americana. Que llegue Diciembre que yo ya tengo claro mi disco favorito del año.

Por Alejandro Guimerà


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