Una combinación deliciosa que los Sadies han ido depurando desde su lejano debut "Precious Moments" (1998), con momentos cumbres como "Favourite Colours" (2004) o el agreste "Country Club" (2009) con el que se adentraron en los terrenos arenosos de Kris Kristofferson y Johnny Cash al colaborar con John Doe (y producidos por Gary Louris de los Jayhawks) . Precisamente ésta es una de las especialidades de los tipos en cuestión, ser la banda de acompañamiento ideal, pues también han tocado y publicado para gente como Andre Williams, Jon Langford, Neko Case o Jon Spencer.
Con ello, llegamos a su última entrega en la que se muestran más complejos que nunca, desgranando todos sus ingredientes habituales, perfectamente cocinados y matizados, reflejo de una madurez creativa. Es de este modo como en algunas piezas de "Nothern Passages" aumentan su potencia y se meten en espacios garajeros, y coquetean con el hard rock y el rhythm 'n' blues, mientras que en otras tiran hacia el country-folk y el pop sosegado.
Para el inicio del álbum utilizan la dócil "Riverview Fog" con sus guitarras atmosféricas y sus susurrantes voces a lo Simon & Garfunkel (o Kings Of Convenience, como prefieran). En la misma tónica aunque algo más épica "The Elements Song", con unos redobles de batería imborrables. La honky tonk "God Bless The Infidels" conecta con su cara más campestre, a través de banjos, violines y afinaciones pluscuamperfectas y cierto recuerdo a la etapa Gram Parsons de los Byrds. "The Good Years" llega delicadamente con su ritmo onírico y unos grandes efectos de slide. "As Above, So Below" popie y misteriosa, tiene algo de psicodelia sixtie aunque me decanto en compararlos con la versión lánguida de los últimos REM.
La metralla llega con "Another Season Again", potente rhythm 'n' blues con juegos de voces surf-punk. También con "There Are No Words", de cascada eléctrica y melodía semioculta. En “It’s Easy (Like Walking)” encuentran a su nuevo amigo, el cantautor también curtido en mil batallas Kurt Vile, con quien quizás (who knows?) saquen disco en un futuro; en "Questions I' ve never Asked" derivan hacia un desenlace abrasivo, mientras que "The Noise Museum" es una fabulosa pieza instrumental inspirada en las bandas sonoras de Morricone pero cargada con muchos más matices. De nuevo el santo y seña de los de Toronto es la versatilidad y la absorción de distintos estilos de rock clásico, y la enésima revelación como banda de culto que nadie debería de perderse.
Por Alejandro Guimerà
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