Morrissey es de esos artistas que
hay que ver al menos una vez en la vida. Máxime si viene presentando un discazo
como el "World Peace Is None Of Your Bussiness" y si vuelve a tu
ciudad un año después de su primera visita en 30 años (en el 85 estuvo con los
Smiths). No había excusa para acercarse a la Sala Razz y disfrutar de un
espectáculo que en su anterior paso recibió tantas alabanzas como críticas
voraces.
Anunciado a las nueve, el show
comenzó media hora mas tarde en una espera que se hizo muy larga a pesar de los
videos que se proyectaron sobre el telón que tapaba el escenario. Ramones, Jefferson
Airplane , tablaos flamencos, Allen
Ginsberg, recitales de poesía, manifestaciones anti-Thatcher, los New York Dolls ,... desfilaron ante nuestros hojos hasta que la
tela cayó y los cinco músicos con el bueno de Steven Patrick Morrissey
aparecieron para abordar la gloriosa "Suedehead".
Con una puesta en escena muy
cuidada - los músicos elegantemente
vestidos con camisa blanca, Morrissey ataviado con camisa negra con bordes plateados,
un enorme gong, una pantalla trasera con proyecciones y un insuperable juego de
luces - el sonido siempre fue compacto, y todo estaba proyectado para el lucimiento
del divo quien hizo patente su enorme estado vocal, humildad y gratitud y ganas
de agradar al espectador. Ejemplos de su buen hacer fueron los choques de mano
a la primera fila, cuando subió a un espectador para abrazarlo, los bailoteos
histriónicos, los constantes
agradecimientos y sobre todo la pasión contagiosa que pone al cantar.
El set se proyectó, como viene
siendo habitual en esta gira, en los temas de su último trabajo. El repertorio,
muy bien defendido por Moz y por sus virtuosos y polifacéticos acompañantes, tuvo
gran aceptación debajo de las tablas. Fueron la maravillosa balada política "
World Peace Is None Of Your Bussiness" (acabada como " paz mundial es
algo que no te concierte"), el pop clásico "Staircase Of
University", "Earth Is The Loneliest Planet" con sus ritmos
latinos, la preciosa "Istambul", la coreada "Kiss Me A Lot",
la esperadísima oda antitaurina "The Bullfighter Dies" con las
referencias a nuestras ciudades, la cara B o bonus track "One Of Our
Own", la sentida "I' m Not A Man" y hacia el final el temazo "Neal cassidy
Drops Dead" con sus riffs iniciales y su desarrollo maravilloso.
Otros grandes momentos los
trajeron la aclamadísima "First Of The Gang To Die" muy cantada,
aplaudida y saltada, la lírica
"Speedway" o la versión de Frankie Valli "To Give (The Reason I
Live)".
Para escuchar el primer tema de
los Smiths tuvimos que esperar casi una hora para abordar "Stop Me If You
Think You' ve Heard This One Before", ante nuestro desenfreno, pues poder
gozar en directo de la música de una de las mejores bandas de los ochenta por
su voz y letrista resulta impagable. Las otras que también nos concedió para
nuestro deleite fueron "What She
Said" y "Meat Is Murder",
esta última con enorme teatralización de Morrissey ante unas crueles imágenes
de maltratos animales. Acabada abandonó la escena antes de aparecer junto a sus
secuaces para reverenciarnos y atacar su único bis que fue la festiva "Everyday
Is Like Sunday" terminada con el cantante descamisado y el batería
pateando los bombos.
Y se acabó lo que se daba, ya habíamos cumplido
un sueño remoto que era el de poder ver a uno de nuestros grandes ídolos de
siempre, aún dejándose en el zurrón tantos y tantos temazos, es de agradecer el
buen montaje, el dinamismo del espectáculo, el empeño para agradar, los
constantes agradecimientos y por encima de todo el innato carisma de un tipo
que sigue estando en plenitud creativa y que, insistimos, merece la pena ver al
menos una vez en la vida.
Por Alejandro Guimerà
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