sábado, 12 de abril de 2014

WIGGUM - LA GUERRA MUNDIAL:




Con " Sintón Nisón ama a Nifú Nifá" dieron al pleno con un formidable disco pop repleto de magia y con un marcado carácter sesentero e influencias de la mejor tradición pop española de siempre. Hablo especialmente de los imprescindibles Brincos, banda a la que recordaban en muchos tramos por su belleza en las harmonías vocales y por su eficacia melódica. Incomprensiblemente el disco pasó sin pena ni gloria cuando tenía elementos para situarse entre los favoritos de los fans indies de nuestro país.

Dos años después nos llega su continuación, "La guerra mundial", en el que retoman mucho de lo sembrado en su debut pero dónde deciden dar un paso adelante para luchar por el lugar que el panorama indie nacional les debe. Para ello se cargan de decibelios y músculo y se adentran en territorios rudos, dónde  las seis cuerdas toman protagonismo a través de contundentes rascados, paseos por la distorsión y solos legendarios, aunque bajo y batería también pesan lo suyo.  Y si antes hablábamos de que sus miras estaban puestas  en los sesenta ahora debemos hablar de los noventa.



"El día de tu muerte" o "Eterna juventud" entroncan directamente con Los Planetas, no sé si mas por sus hipnotizantes melodías lineales como por sus aguerridas guitarras.  "Amarillo" es el perfecto single de presentación, con alma pop y cuerpo noise rock, es brillante y bastante épica.  Mientras que el encantamiento lo traen delicadezas pop como "Naufragio" que se va elevando sin dejar de lado los "lalalás". La que da título puede recordar a los Oasis,  pero también a los mejores Lory Meyers.  "Laureles" tiene algo de punk  en su instrumentación  y mucho popie en las voces.  Mientras que los oooo-tararará son la traca final del disco y de la inquietante   " Dulce niña blanca".  

Deleitado de nuevo con esta banda - con nombre de jefe de policía de Los Simpson - me paro a pensar qué les falta para llegar a abastecer a mas Ipods  y lograr ser cabeza de cartel de los festivales veraniegos. Quizás no les ayude tener tan claro sus preferencias musicales y nadar a contracorriente. 


Alejandro Guimerà

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