Ataviado con su chaqueta y camisa negra (parche con la cara de Chrissie Hynde en brazo) el de Buffalo apareció con los suyos para conquistarnos de buenas a primeras con una potente versión de "Runnin' Down A Dream" del malogrado ídolo Tom Petty, con su imborrable riff. Y el espectáculo comenzó con este tipo llamado Robert Noonan de sospechoso tupé e ilimitada energía capaz de arrodillarse o de saltar en una edad en la que pocos son capaces. Su "bona nit" inicial y sus esfuerzos por hablar en castellano confirmaron como se pueden hacer buenas canciones y dar grandes conciertos desde la simpatía y la humildad.
Un setlist en el que proliferaron las guitarras eléctricas, en temas country ("This Is Our Time"), en piezas pensadas para tocar en estadios ("Black Magic And White Lies") o en rock' n roll de cuero ("Hell Yeah"). Y entre medio muchos "nananás" ("Give Tomorrow"), "uhuuuus" ("Heaven Help The Lonely") y "ahaás" ("Forever Wild"). Temas que fueron presentados uno a uno (lo mismo que hizo con su banda hasta en tres ocasiones), mostrando su conciencia social con los más desfavorecidos en especial con los niños, los mayores y los invidentes. Respecto a estos dedicó "If I Ever See The Light" y "Magdalena", esta última según contó dedicada a una chica de León que le regaló una tarjeta con su nombre escrito en braille.
Mención aparte en el set a la parte de teclado, por cierto colocado en el escenario por los propios músicos, en la que tocó la famosa "Streets Of New York", dedicada a la ciudad en la que "hay los más ricos y los más pobres y entre medio pasan cosas que inspiran canciones", y el baladón "Across The River" de su homónimo disco de debut de 1980. De su último disco "Positively Bob: Willie Nile Sings Bob Dylan" (2017) en el que versiona temas del ""Shakespeare del Rock' n Roll" tocó una reinventada por cañera "Rainy Day Woman # 12 & 35" y la archifamosa "Blowin' In The Wind" a todo trapo. Y para el final la declaración de amor al rock "A House Of A Thousan Guitars", "One Guitar" y su mensaje "con solo una guitarra se puede cambiar el mundo" y la punk "You Gotta Be a Buddha".
Luego llegaron las reverencias de los cuatro a babor hacia el respetable y tras bajar del escenario las firmas de discos , fotos y charlas con unos seguidores que acabaron satisfechos. Para al fin, seguir siendo otro día más en la vida de este pequeño rockero de pico y pala.
Por Àlex Guimerà
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