Para la ocasión el legendario músico de Tucson (Arizona) ha aparcado los sonidos folk, americana y alt-country para abrazar el jazz vocal en un nuevo formato de banda (The Howe Gelb Piano Trio), con él a la voz y al piano junto a contrabajo y batería. Como hiciera con el aclamado "Alegrías" junto a Raimundo Amador, Gelb es capaz de aparcar sus sonoridades para inmiscuirse en casas ajenas y salirse exitoso de la aventura.
Y es que apenas han pasado tres años desde su última (s) entrega (s) en solitario, con la dupla arenosa "Dust Bowl"/ "The Coincidentalist", y un año desde el notable "Heartbreak Pass" con Giant Sand, para presentarse bien afeitado y de etiqueta con los nuevos cortes. Unos nuevos cortes que como los dos últimos discos del Premio Nobel de Literatura miran hacia los standards americanos, aunque a diferencia de aquel Howe opta por su propia cosecha y no por el cancionero americano, si bien la inspiración o (el homenaje) proviene directamente de los Cole Porter, Frank Sinatra o Chet Baker, y de las baladas de los años 40 y 50, cuyo espíritu logra plasmar.
Por ello, de entrada escuchamos su voz más cálida que nunca, una calidez que no evoca al sol del desierto si no a la luz de la luna vista desde algún callejón perdido. Luego un piano que marca el tono de todo el disco y nos revela a un Howe virtuoso y sensible a las teclas como si hubiera estado toda su vida dedicado a esto del jazz. Para cerrar el paquete un contrabajo y unas escobillas que marcan de forma perezosa un ritmo que acaba reinando a lo largo de todo el vinilo. Aunque también tenemos a la solista Lonna Kelley que adorna temas como la inicial "Terribly So" o "A Book You've Read Before", en las que canta a dueto, y la presencia del guitarrista Naim Amor, que da alguna pincelada testimonial de las seis cuerdas.
Sin rastro alguno de las influencias fronterizas del artista, las nuevas canciones se muestran románticas y taciturnas, compactas y para nada impostadas, enlazadas en un tono uniforme y melancólico que conecta con el legado al que mira con humildad. Sin duda alguna, el disco le abrirá las puertas a festivales de jazz (¿vendrá a las próximas ediciones de los festivales de San Sebastián y de Barcelona?) y encandilará a un nuevo público ajeno al mundo de la americana que se preguntarán de dónde sale este tipo que canta jazz con sombrero de vaquero.
Por Àlex Guimerà
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