Muchos conocen que "Tubular Bells" es uno de los discos imprescindibles para entender la década de los setenta y el nacimiento del New Age, pocos en cambio que el disco fue compuesto por Mike Oldfield cuando tenía 17 años y grabado como su debut dos años después, impulsando además el nacimiento de la que sería discográfica multinacional "Virgin Records" al alcanzar ventas millonarias.
Pero todo comenzó cuando un muchacho inglés de clase media empezó a interesarse ferozmente por la música, lo que le ayudaba a refugiarse de los problemas familiares. Su madre tras dar a luz un bebé con síndrome de down empezó a desarrollar una enfermedad psicológica y a desestructurar su familia. Fue en esa época cuando Mike abandonó el colegio y se dedicó a aprender música autodidácticamente hasta que formó el dueto "The Sallyangie" junto a su hermana Sally, destacando como un virtuoso y precoz guitarrista. A los quince entró a formar parte de la banda de Kevin Ayers como bajista hasta que abandonó su formación para empezar a experimentar con una grabadora de dos pistas de la que surgió una maqueta con los primeros bocetos de " Campanas Tubulares" en la que suenan distintos instrumentos tocados por el propio adolescente.
Después de intentar sin fortuna convencer a distintas discográficas, fue contratado para tocar como músico de sesión en la mansión-estudio de grabación The Manor (Oxford). Fue en ese momento cuando el tímido a la vez que osado chaval logró que los técnicos de sonido escucharan su maqueta y se convencieran para producir un disco extraño en aquellos tiempos: con una sola canción sin voces ni letras. Eran los inicios de la compañía "Virgin" y su factótum - un joven emprendedor Richard Branson - comprendió que debían de apostar ciegamente por tan arriesgado proyecto.
Es en este punto dónde empieza todo el proceso de grabación de esta obra musical cumbre del siglo XX. Para la cara A del disco únicamente se necesitó de una semana en The Manor y , eso sí, un elenco instrumental y un moderno equipo de grabación multipistas que abasteció al genio naciente. Según parece, los estudios habían estado ocupados anteriormente por John Cale y al retirarse sus instrumentos Mike se fijó en unas campanas tubulares que quiso incorporar a su arsenal. No podía imaginarse la fama que llegaría a lograr aquel instrumento. La cara B fue registrada en distintos estudios y durante seis meses, para completar el disco cuya portada hecha por el artista Trevor Key mostraba una campana tubular moldeada delante de un relajante paisaje marítimo.
Lo primero que escuchamos es el archifamoso, inquietante e hipnótico teclado con su carencia irregular sobre el cual va construyéndose la trama del disco. Flautas, guitarras eléctricas, piano, sintetizadores, percusiones,... todos ellos perfectamente intercalados en subidas hacia el clímax y bajadas, evocando estados anímicos a veces buenos, a veces malos. Las melodías van enlazándose con estructuras de música clásica, mientras que el ritmo y muchos de los instrumentos vienen del rock.
Uno de los mejores momentos del álbum lo encontramos al final de la primera cara cuando la voz del cómico Vivian Stanshall va presentando distintos instrumentos que se van añadiendo a una preciosa melodía para completarse con la final " Tubular Bells!". Brillante es la línea de bajo de esta parte, en la que el músico demuestra su habilidad y particular forma de tocar la guitarra de cuatro cuerdas. La segunda cara nos trae nuevas armonías y mas ritmos cambiantes e incluye un tenebroso pasaje con las voces de ultratumba (de Mike) emulando a un "hombre de las cavernas".
Al terminar la grabación, Oldfield tocó fondo anímicamente y se encerró en si mismo rehuyendo de una fama que había logrado paulatinamente con la gran acogida que había tenido su ópera prima, gracias al boca a boca y a la inclusión de algunas de sus melodías en la exitosa e inquietante película de terror "El exorcista". El joven Mike, que ya había sufrido cambios de personalidad años antes por culpa del consumo de alucinógenos, se había vaciado tanto con las sesiones de estudio que quedó desequilibrado e inmerso en una fuerte depresión que se incrementó el fallecimiento de su madre en 1974.
"Tubular Bells" ha tenido varias reediciones e incluso un segundo y tercer volumen, y ya forma parte del imaginario colectivo, tal y como pudimos ver en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con la actuación de Mike Oldfield, defendiendo su trabajo ante todo el mundo tras casi 40 años de su gestación. Unos años en los que el multinstrumentalista ha labrado una sólida carrera en la que nunca ha llegado a superar este primer trabajo que fue creado desde su más íntimo dolor.
Por Alejandro Guimerà
Uno de los mejores momentos del álbum lo encontramos al final de la primera cara cuando la voz del cómico Vivian Stanshall va presentando distintos instrumentos que se van añadiendo a una preciosa melodía para completarse con la final " Tubular Bells!". Brillante es la línea de bajo de esta parte, en la que el músico demuestra su habilidad y particular forma de tocar la guitarra de cuatro cuerdas. La segunda cara nos trae nuevas armonías y mas ritmos cambiantes e incluye un tenebroso pasaje con las voces de ultratumba (de Mike) emulando a un "hombre de las cavernas".
Al terminar la grabación, Oldfield tocó fondo anímicamente y se encerró en si mismo rehuyendo de una fama que había logrado paulatinamente con la gran acogida que había tenido su ópera prima, gracias al boca a boca y a la inclusión de algunas de sus melodías en la exitosa e inquietante película de terror "El exorcista". El joven Mike, que ya había sufrido cambios de personalidad años antes por culpa del consumo de alucinógenos, se había vaciado tanto con las sesiones de estudio que quedó desequilibrado e inmerso en una fuerte depresión que se incrementó el fallecimiento de su madre en 1974.
"Tubular Bells" ha tenido varias reediciones e incluso un segundo y tercer volumen, y ya forma parte del imaginario colectivo, tal y como pudimos ver en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con la actuación de Mike Oldfield, defendiendo su trabajo ante todo el mundo tras casi 40 años de su gestación. Unos años en los que el multinstrumentalista ha labrado una sólida carrera en la que nunca ha llegado a superar este primer trabajo que fue creado desde su más íntimo dolor.
Por Alejandro Guimerà
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