Abe, James y Sam son los hijos de
un fallecido músico y profesor de universidad de filosofía y teología (Bill) al
que se unieron dos amigos Seth Green (bajo) y Todd Wellons (batería) para
formar esta banda que ya lleva prácticamente diez años de trayectoria semi
clandestina y que con el anterior "Sirens" (2012) llamaron cierta
atención del mundo indie. Gracias a ello lograron que el batería de Wilco Ken
Coomer les apadrinara y les produjera
este disco que acabaron de remezclar Jim Scott
y Tchad Blake a los mandos de gente como Wilco, Black Keys, Arctic
Monkeys, Crowded House, Tom Petty o los Rolling Stones por decir algunos (¡Casi
nada!). Y eso se nota, pues los instrumentos suenan nítidos, compactos y
cercanos. A las tradicionales guitarras, bajo y batería del rock añadimos acordeones,
mandolinas, slide guitars, pianos, ... sin olvidarnos de unos fabulosos juegos
de voces (en ocasiones hasta tercera voz) para lograr una combinación al alcance
de muy pocos.
Una de las mejores piezas de la
compilación es el medio tiempo "Big Unknown" con que se inicia con
sus aires a los primeros REM. Otra, si no la mejor, es "Brand New
Paradigm" con su derroche de lujuria musical, sus pinceladas vocales de
fondo, toda la épica y los sentimentales pianos que parecen lágrimas de emoción
de quien pone toda su alma en una sola canción.
También comparte categoría
"Bad Dancer" con su energía vitalista más propia de otras bandas de hermanos
coetáneas de generación como los Kings Of Leon o los Munford And Sons. Aunque la delicadeza y el sentir musical es
muy superior por parte de los Wilson.
En "Arms Of The
Landslide" encontramos un calco a lo que hacía la banda de Michael Stipe
en los ochenta, aún así funciona sin que parezca un burdo plagio. Y es que lo
bordan.
En la balada dylaniana "Road
To Canan" tienen a Leah Blevins como invitada mientras que en "Lost
In The Cosmos" homenajean a uno de sus ídolos, el líder de los Big Star
Chris Bell.
Pero hay mas baladas en
"Love And Logic" , al piano ("Fishing Song",
"Hymnsong"), con slide ("Higher Than Mine") o de finales
atronadores ("Light A light"). A decir verdad y para poner una pega a
esta deliciosa banda, quizás es el exceso de baladas lo que les puede impedir
crecer lo que debieran.
En cualquier caso, no sabemos si
es por el modo de ejecución, por la pasión que se transmite en sus voces, por
la sinceridad que evocan sus letras, por la amalgama de influencias con
pedigrí, pero es que estos tipos de Virginia reinventan y actualizan un género
musical que no parece tener fin en nuestros días. Además parece que aún tiene
que llegar su mejor momento. Bendito country-rock, benditos hijos de Bill.
Por Àlex Guimerà
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