Lo de Macca parece de otro planeta, incombustible dónde los haya, edita discos con gran asiduidad, realiza giras mundiales en las que deja bocabiertos a miles de fans, recibe premios a doquier, clausura la ceremonia inaugural de los JJOO, pinta cuadros abstractos, se deja ver en la alta sociedad, participa en conciertos benéficos,... Se nota que le gusta la fama y que quiere estar en permanente contacto con el arte, y con lo que mejor se le da, la música. Sin necesidad de demostrar nada a nadie sigue en primera página del panorama musical actual, editando material de calidad para todos los gustos. Quizás si quiera demostrar algo a alguien: a sí mismo. Sin ir mas lejos, el año pasado publicó una interesante compilación
de standards “Kisses On The Bottom", en la que rendía homenaje a las canciones pre-rock que le había enseñado su padre. Canciones cuya influencia ha quedado patente en muchas de sus canciones a lo largo de su carrera.
En 2013, habiendo cumplido ya 71 años, vuelve con su mejor versión
con un "nuevo" disco bajo el brazo lleno de sorpresas. Con una portada futurista a base de luces de neón, el larga duración trae un buen cargamento de canciones pop
optimistas y enérgicas cuya producción lo hace brillar aún más. Pues para la grabación el músico de Liverpool ha elegido a un
cuarteto de alquimistas del sonido de reconocido prestigio y con distintos enfoques para su trabajo: Giles Martin (hijo de George
Martin con quien ya trabajó en el disco "Beatles Love"), Mark Ronson (famoso por haber producido a la malograda Amy Winehouse), Paul Epworth (Adele, Primal Scream) y
Ethan Johns (Kings Of Leon). El resultado de tales colaboraciones da un disco muy elaborado que suena
rabiosamente actual que incluye canciones para todos los gustos: Electro-pop
(Appreciate), Folk minimalista (Early Days), Power Pop (Save Us), Alt-Country
(Turned Out), baladas oscuras (Road), Blues (Get Me Out Of Here) y mucho pop
imperecedero (New, On My Way To Work, I Can Bet,...). Cierto que el acertado
elenco de técnicos ha dotado de brillantez y eclecticismo al 33 pulgadas, pero
si las composiciones no fueran de primera calidad los adornos quedarían vacíos.
Afortunadamente la chistera del bueno de Paul ha llegado cargada de nuevo, demostrando
que su inventiva y sus inquietudes parecen no tener fin ni estar cerca de
agotarse en su vigorosa vejez. Lejos queda su último paso. Amén.
Por Àlex Guimerà
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