Cuando la mirada de una generación se encuentra cargada de angustia y de tristeza, parece normal que busque desesperadamente a mártires a los que poder idolatrar e identificarse. Si además estos aparecen con una leyenda fatal y un disco rock póstumo bajo sus brazos, el éxito puede estar mas que asegurado.
Y de ello trata la historia de Ian Curtis y de su banda, una historia cargada de desazón vital, tragedia y dramatismo, expresadas mediante un nuevo modo de entender la música popular, en el decadente trasfondo de la Manchester de finales de los setenta.
Todo empezó cuando en 1976, Bernard Sumner, Peter Hook y Terry Mason (su plaza de batería la acabaría ocupando Steve Morris) compañeros de instituto decidieron formar una banda a la que incorporarían a Curtis tras poner un anuncio. Al parecer, el día que se conocieron se encontraban todos ellos en la sala Electric Circus viendo un concierto de los Sex Pistols ante un público de poco mas de cuarenta personas entre las cuales se encontraban no solo su futuro mánager y mentor de la Factory Records (a la vez que lo sería de la famosa sala de baile “La Hacienda”) Tonny Wilson, sino futuras estrellas como Morrisey de los Smiths o el pelirrojo Mike Hucknall de los Simply Red, además de miembros de los Buzzcocks o de los Fall. Ese concierto ha sido catalogado por muchos como el inicio del post-punk.
En esos días Ian Curtis no era mas que un adolescente de apariencia normal, altamente interesado en el arte, la poesía y la música – de rockeros como Lou Reed, Jim Morrison, David Bowie, hasta los grupos electrónicos alemanes de nueva gestación como Neu, Fast o Kraftwerk -. Parecía el frontman idóneo: dotado de una grave voz y de una gran capacidad para escribir letras de canciones de contenido trágico, abandonaba toda su timidez cada vez que se subía a un escenario para abordarlo mediante histriónicos bailes inspirados en las convulsiones de la epilepsia que padecía y que tanto le traumatizaba en su día a día.
El grupo, nacido como “Stiff Kitens,” había cambiado su nombre por el de Joy Division, o División del Entretenimiento denominación referida a la sección de mujeres judías esclavas sexuales de los soldados nazis que aparecía en el libro de Karol Cielinsky “The House Of Dolls”, lo que junto a las vestimentas nacionalsocialistas de los mancunianos planteban la duda sobre si detrás de ello se escondían verdaderas convicciones o simplemente se trataba de una burda postura y actitud provocadora a la onda de sus tiempos.
Y de ello trata la historia de Ian Curtis y de su banda, una historia cargada de desazón vital, tragedia y dramatismo, expresadas mediante un nuevo modo de entender la música popular, en el decadente trasfondo de la Manchester de finales de los setenta.
Todo empezó cuando en 1976, Bernard Sumner, Peter Hook y Terry Mason (su plaza de batería la acabaría ocupando Steve Morris) compañeros de instituto decidieron formar una banda a la que incorporarían a Curtis tras poner un anuncio. Al parecer, el día que se conocieron se encontraban todos ellos en la sala Electric Circus viendo un concierto de los Sex Pistols ante un público de poco mas de cuarenta personas entre las cuales se encontraban no solo su futuro mánager y mentor de la Factory Records (a la vez que lo sería de la famosa sala de baile “La Hacienda”) Tonny Wilson, sino futuras estrellas como Morrisey de los Smiths o el pelirrojo Mike Hucknall de los Simply Red, además de miembros de los Buzzcocks o de los Fall. Ese concierto ha sido catalogado por muchos como el inicio del post-punk.
En esos días Ian Curtis no era mas que un adolescente de apariencia normal, altamente interesado en el arte, la poesía y la música – de rockeros como Lou Reed, Jim Morrison, David Bowie, hasta los grupos electrónicos alemanes de nueva gestación como Neu, Fast o Kraftwerk -. Parecía el frontman idóneo: dotado de una grave voz y de una gran capacidad para escribir letras de canciones de contenido trágico, abandonaba toda su timidez cada vez que se subía a un escenario para abordarlo mediante histriónicos bailes inspirados en las convulsiones de la epilepsia que padecía y que tanto le traumatizaba en su día a día.
El grupo, nacido como “Stiff Kitens,” había cambiado su nombre por el de Joy Division, o División del Entretenimiento denominación referida a la sección de mujeres judías esclavas sexuales de los soldados nazis que aparecía en el libro de Karol Cielinsky “The House Of Dolls”, lo que junto a las vestimentas nacionalsocialistas de los mancunianos planteban la duda sobre si detrás de ello se escondían verdaderas convicciones o simplemente se trataba de una burda postura y actitud provocadora a la onda de sus tiempos.
Con “Closer” Joy Division grabaron su segundo larga duración de estudio tras el “Unknow Pleasures” de 1977. En el nuevo álbum, producido por Martin Hannet (quien justo después gravaría un single con U2), abandonaron el sonido enérgico de inspiración punk para adoptar nuevas sonoridades electrónicas. Para ello se suavizó la guitarra que empezó a explorar nuevos pasajes y distorsiones, lo que junto al teclado daba como resultado esos climas oscuros que se escuchan en las canciones. Por otro lado la melodía se dejó en manos del bajo, mientras que el ritmo de batería tomaba como referencia a los sintetizadores vanguardistas.
Y es precisamente al compás de un sensacional redoble tribal lo que primero se oye al poner el disco, en una estremecedora “Atrocity Exhibition” en la que Curtis vocea de modo agonizante “This Is The Way, Steeep Insiiide” como si nos estuviera invitando a adentrarnos en su mundo.
A pesar de que en “Closer” relajaron los tempos encontramos algunas piezas desatadas como la creciente y emocional “Colony”, la cambiante “Twenty For Tours” o “A Means To An End” con un bajo y una batería al compás que crean un ritmo pop muy utilizado diez años después. Estas son el contrapunto de otras mas lentas como la existencial “The Eternal” con un teclado mas clásico pero con ambientes sombríos de fondo. O la tenebrosa “Heart And Soul” en la que Curtis muestra un nuevo registro vocal mas templado y algo reverberado, cuando recita al son de la percusión de Morris, como si de un fantasma de ultratumba se tratara.
Aunque de todos mi corte preferido es “Isolation”, y no solo por la melodía del órgano con su ritmo contagioso, sino sobre todo porqué es en ella dónde Curtis alcanza mayor transparencia en sus sentimientos cantando a su madre, al sinsentido de la vida, al aislamiento, al miedo y al auto rechazo, y a cómo se evade a través de los placeres terrenales. Simplemente la encuentro espeluznante.
Otra que va a la zaga también es “Passover”, muy pegadiza pero a la vez transmite abatimiento.
Y que decir de “Decades” con el órgano y los sintetizadotes de protagonista, evocando a su admirado “Radio-Activity” de 1975. Su tonada es abrumadora lo que junto al grito desesperado de “Where Have You Been?” dan con el final perfecto para un disco tan deprimente y siniestro.
Con todo, nos encontramos en mayo de 1980, “Closer” ya se ha gravado pero aún no ha sido publicado, por entonces la banda tenía programada una gira en tierras norteamericanas con el objetivo de ganarse un mercado siempre tan complicado para los grupos británicos pero la tuvieron que cancelar cuando encontraron a Ian Curtis ahorcado en su domicilio, habiendo dejado una nota de suicidio a su esposa Deborah y al parecer después de escuchar The Idiot de Iggy Pop y visionar una película del desalentador cineasta alemán Werner Herzog. El disco finalmente apareció al mercado tras la fatalidad con una portada que ya estaba hecha y que podía verse como todo un presagio, pues se trataba de la foto de un mausoleo. Desgraciadamente la creciente enfermedad, los conflictos internos y el carácter depresivo e inestable del joven Ian de 23 años le abocaron a una precoz muerte que dejó huérfanos al resto de una banda que rápidamente sabría reinventarse con gran astucia en el nuevo proyecto de “New Order”, cuyos éxitos no tardaron en llegar con un himno generacional como "Blue Monday".
Con tan sólo dos discos publicados, algunos singles de éxito y poco mas de tres años de trayectoria, la fama de Joy Division fue creciendo como la espuma ayudado quizás por el morbo necrófilo de su fatal desenlace, y a partir de entonces pasaron a ser uno de los pilares del pop venidero de la década entrante, aún sin tener una elevada repercusión popular captaron la atención de minorías selectas que reconocieron su esencia y supieron continuar los caminos trazados por Ian y los suyos. Unos caminos que aún a día de hoy continúan sobreviviendo.
Por Àlex Guimerà
Isolation
In fear every day, every evening,
He calls her aloud from above,
Carefully watched for a reason,
Painstaking devotion and love,
Surrendered to self preservation,
From others who care for themselves.
A blindness that touches perfection,
But hurts just like anything else.
Isolation, isolation, isolation.
Mother I tried please believe me,
I'm doing the best that I can.
I'm ashamed of the things I've been put through,
I'm ashamed of the person I am.
Isolation, isolation, isolation.
But if you could just see the beauty,
These things I could never describe,
These pleasures a wayward distraction,
This is my one lucky prize.
Isolation, isolation, isolation...
M'ha agradat molt aquest post Ales, genial resum de la seva historia i de la fosca grandesa del seu album més emblemàtic
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