lunes, 30 de diciembre de 2024

DISCOS DE 2024: KEN STRINGFELLOW - Circuit Breaker:

 




Mientras su compañero de los Posies, Jon Auer, se encuentra enfrascado en la gira de esos Big Star a los que ayudó a resucitar, Ken Stringfellow nos acaba de soltar una bomba con el que es su quinto trabajo en solitario, y el primero desde “Danzing In The Moonlight” (2012). En esa última referencia que teníamos, ya lejana a día de hoy, el de Seattle se mostraba como a cantautor pop moderno de corte intimista abastecido de distintos recursos sonoros en un disco que resultaba bastante complejo, taciturno y a la postre difícil de digerir.


Es quizás a través de sus trabajos en solitario donde Ken ha querido desmarcarse del power-pop de su banda de referencia, Posies (recordemos que también se ha ido involucrando en otros proyectos harto interesantes: R.E.M., Lagwagoon, Minus 5,…), lo que ha logrado con mayor y menor éxito. Doce años después llega este “Circuit Breaker”, seguramente el mejor trabajo bajo su firma, donde las guitarras poderosas pierden protagonismo a favor del piano y del pop-rock de los setenta, con miradas a lo que hacían en esa época gente como Billy Joel, Harry Nilsson, Leo Sayer, Elton John o Todd Rungren, por nombrar algunos. Aunque el punto de conexión de las once nuevas canciones es en realidad la visceralidad de su autor, pues las nuevas composiciones nacen desde bien adentro, por lo que uno puede percibir cómo la pasión y la sinceridad emergen desde los surcos del vinilo. Ken nos habla de los sentimientos humanos más profundos y universales, y lo hace dando una lección de interpretación vocal, modulando su voz que aparece frágil y dulce en algunos pasajes mientras que en otras luce potente y áspera, en una demostración de versatilidad que resulta abrumadora.




Ejemplo de todo ello es la estremecedora “Trust”, con la que abre el paquete, de estructura creciente, en el tramo final aparece una espectacular parte vocal desgarrada. Con “If That’ s What God Wants” nos muestra su maestría en un estilo ajeno a lo que nos tiene acostumbrados y que lo llega a emparentar con Father John Misty. Su capacidad para la armonía y melodía luce especialmente en el medio tiempo “Tears Tumblin’“, mientras que con la que titula el álbum pega un salto y nos lleva al grunge más guitarrero de los noventa. En “There” se rodea de folk acústico con unos arreglos de cuerdas que junto a su afable timbre de voz puede recordar a nuestro querido Josh Rouse.

En “The Power Out Song (Prettier That It Looks)”, Ken cambia de tercio y tira por la ampulosidad y la épica del soft rock. En “Don’ t Mind The Rain”, de aromas Laurel Canyon, nos enfrentamos ante una pieza íntima con un bonito slide, mientras que en “Our Paradise” encontramos al Elton John más grandilocuente y en “Ride High” saca a relucir toda su rabia contenida. Por cierto, que nadie se preocupe con la voz de ultratumba en la ambiental e inquietante “Waiting”, se trata de un ejercicio experimental que hace con la artista y cantante Lydia Lunch. Se les pasará el susto si escuchan esa pieza pop tan redonda que se titula “Ghost Me”.


                                    

Así que si no sabéis qué disco nuevo escuchar y buscáis autenticidad, no lo dudéis, hincad el diente a ese corazón floreado de la portada, porque el nuevo álbum de Ken Stringfellow es una auténtica obra maestra que mucho me temo pasará bastante desapercibida como ha sucedido con muchos de los trabajos de su gloriosa banda The Posies. No siempre el talento gana.




Por Àlex Guimerà





martes, 24 de diciembre de 2024

DISCOS NADALENCS: Bryan Adams christmas EP (2019)




Fa cinc Nadals que el canadenc va publicar un sorprenent EP nadalenc, tant en desús als nostres temps, on incloïa cinc cançons nadalenques grabades per ell en diferents èpoques de la seva llustrosa carrera musical.

De fet, per a l' ocasió el bo d' en Bryan Adams només va grabar de nou la marxosa "Joe And Mary" i  el clàssic divertimento "Must Be Santa" de Hal Moore i Bill Fredericks que Bob Dylan había rescatat en el seu disc de nadales "Christmas In The Heart" (2009) deu anys abans.

Als anteriors,  va incorporar tres temes ja previament enregistrats per ell com són la balada "Christmas Time", el reggae-pop "Reggae Christmas" i la rockabilly "Merry Christmas".  De fet "Christmas Time" havia estat publicat el desembre del llunyà 1985 amb la cara B "Reggae Christmas", aquesta peça del compositor canadenc Jim Wallance  gravada després que el cantant es trobés amb el Ringo Starr i parléssin de gravar aquesta nadala rock. Cal dir que l' ex-Beatle mai la va enregistrar. De la cançó, a més, s' hi va fer un videoclip per a la MTV. Molt típic de l' època..

"Merry Christmas", en canvi, es mes propera en el temps ja que va ser publicada en single únic l' any 2011.

En resum, l' EP nadalenc del Bryan és una petita i variada compilació nadalenca ideal pels fans del rocker i del rock en general que vulguin endolcir els nadals. Que mai hi faltin les nadales en clau rock ' n roll.

Bon Nadal a tothom!



viernes, 20 de diciembre de 2024

PAUL MC CARTNEY AL WIZINK CENTER (MADRID), 9 de diciembre de 2024:


Menuda visita nos regaló Paul McCartney con el doblete en el WiZink Center de Madrid los pasados días 9 y 10 de diciembre. Creo que nadie se podía imaginar esa demostración de vitalidad y energía del músico considerando que su pasaporte señala inequívocamente que tiene 82 añazos. Muchos pensábamos que era nuestra última oportunidad de ver al genio de Liverpool, aunque después de la exhibición vista no tenemos nada claro de que realmente sea así.

Habiendo elegido la primera de las dos fechas señaladas, la del 9 de diciembre de 2024, el WiZink presentaba un mosaico diverso de edades y estilos: desde niños hasta abuelos todos puestos de acuerdo en gozar de una experiencia que solo el ex-Beatle es capaz de ofrecer. Para los más jóvenes, quizás era una oportunidad histórica en sus vidas para presenciar a tal leyenda; para los más veteranos la ocasión les permitía volver a su pasado más lozano a través de unas canciones que les han acompañado todos sus días. Y es que la música une, transmite emociones, se vive de forma diferente en cada persona, y no se me ocurre mejor ejemplo de todo este poder que las canciones de los Beatles. Ellos lanzaron el pop a otra galaxia, nunca su gesta ha sido superada, y su legado se transmite de generación a generación como un tesoro impagable.

                                   


Así lo vivimos las más de 15.000 almas que aguardábamos con ansias el regreso de Paul a la capital española, casi cuatro años después de su última visita. Con una puntualidad británica, escuchamos los primeros acordes de “Can't Buy Me Love”, ese clásico del “Hard Day’ s Night” que fue publicado hace exactamente 60 años y que con el paso del tiempo se mantiene intacta. Era el comienzo de un viaje del que ya no teníamos retorno.





Saltamos justo diez años para instalarnos en 1974, con los dos temas que siguieron: “Junior Farm” y “Letting Go”, piezas menores de los Wings, ésta última con la sección de viento soplando desde en medio de las gradas. Saxo, trompeta y trombón complementaron a la perfección muchos de los temas que sonaron y que hicieron lucir a la banda de referencia de esta gira “Got Back Tour”, que en realidad son los músicos que acompañan al bajista desde hace décadas. Hablamos de los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, del teclista Paul “Wix” Anderson” y del batería Abe Laboriel, estos dos últimos ubicados en un segundo nivel, elevados en la parte trasera del escenario.

                                         

El concierto fue transitando por distintas épocas de Macca, con canciones de los Fab Four junto a otras de los Wings y otras extraídas del cancionero reciente en solitario. Piezas elegidas de entre tantas y tantas que tiene que se pasearon en detrimento de otras que bien podrían haber formado otro setlist igual de letal. De los Beatles sonaron “Drive My Car”, tras un formidable video con unos coches de protagonistas, o esa “Getting Better” del "Sgt. Peppers" que vino acompañado por otro video, en este caso mostrando unas ciudades (Londres, París) post-apocalípticas en las que nacían unas flores. El optimismo de McCartney siempre presente, él era el de la serotonina y Lennon el dramático y el de la desazón existencial.

Me encantó la marchosa “Come On To Me” (“Egypt Station”, 2018), moderna y actual, con los vientos pegando el ritmo, pero también cuando al final de “Let Me Roll It” el octogenario la lió con un solo descomunal interpretado por su guitarra hippie intercalando los acordes de “Foxy Lady”, de un Jimi Hendrix al que dedicó un recuerdo. La balada standard “My Valentine” la dedicó a su esposa, Nancy, presente en el recinto mientras las pantallas mostraban unos actores haciendo signos para sordomudos. El homenaje velado a su amada Linda lo puso con “Maybe I’ m Amazed”, no hizo falta ninguna dedicatoria.
 
                                 


Aunque la cosa se puso realmente seria cuando se sacó de la chistera “I’ ve Just Seen A Face”, que es una de las grandes maravillas de los Beatles aunque no siempre reivindicada, esos punteos con la acústica y esa melodía tan preciosa entró bien dentro de nosotros. La siguió, también a la acústica la, canción más antigua de todas, la skiffle “In Spite Of All In Danger”, que compuso en la era de los Quarrymen. Este set medio acústico se rubricó con el que presentó como el primer éxito de los Beatles, “Love Me Do”. Le tomó el relevo Abe cuando bailó los pasos de la “Macarena” al son de “Dance Tonight” mientras Paul tocaba la mandolina.



Impresionante fue ver a nuestro ídolo interpretando la bella “Blackbird” mientras se elevaba el cubículo del escenario en el que se situaba, alrededor de unas preciosas imágenes de pájaros. Un momento íntimo imborrable. Elevado encima de todos continuó con “Here Today”, esa canción que compuso después de la muerte de Lennon y que le dedicó con todo su amor. Allí desnudo y sin banda, Paul no mostraba debilidades vocales, al contrario reafirmó que sigue siendo el de siempre.

                                   

Otro momento mágico lo vivimos al son de la que es la última canción de la legendaria banda “Now And Then”, creada gracias al desarrollo tecnológico, y presentada para la ocasión con su videoclip en el que coexisten los Beatles más jóvenes con los actuales. Su habitual pianola psicodélica y colorida apareció ante nosotros para abordar “Lady Madonna”, antes de la circense “Being For The Benefit Of Mr. Kite!” y de una “Something” arrancada con el ukelele y terminada con toda la banda a pleno pulmón. Sobra decir que se la dedicó a su hermano George. Paul a lo largo de la noche hizo esfuerzos en hablar castellano, se notaba que lo leía, pero no se le daba nada mal, por algo lo estudió en la escuela como segunda lengua.

La recta final había llegado y con ella “Obla-Di-Obla-Da”, con el público haciendo los coros, y la canción más reconocida de sus Wings, “Band On The Run”, con la portada del álbum en cuestión luciendo en la pantalla con sus personajes moviéndose al son de la música. Para “Get Back” Paul volvió a agarrar su Hofner y volvió a darle caña, que es algo que no dejó de hacer en toda la velada; pero para “Let It Be” se puso tras el piano de cola para deleitarnos con uno de los mayores himnos que jamás hayan existido. Sin abandonar su puesto, “Live And Let Die”, que vino acompañada con la espectacular pirotecnia, fogonazos y aquellas bromas que muchos esperábamos en las que el músico hace ver que ha quedado ensordecido o afectado por los estruendos. Pero por si no habíamos tenido himnos ni trucos suficientes, “Hey Jude”, con esa otra artimaña habitual suya en la que hace corear los “nanananás” al público, mujeres y hombres por separado y a todos juntos en éxtasis. Era el broche perfecto al concierto antes de los bises.

Una pausa en la que no faltaron los cánticos “oe oe oe oé” a los que Paul se apuntó para musicalizar, y en la que las banderas española, británica y LGTB fueron ondeadas al unísono por la banda. La vuelta arrancó con uno de los grandes momentos (hubo tantos) de la noche: “I’ve Got A Feeling”, en donde Paul alternó con John en la pantalla como si estuviera presente en aquel momento, de hecho lo estaba, claro. La tecnología permite instantes asombrosos, como éste en el que a uno se le pusieron los pelos de punta.



Más cañeras fueron el “Sgt. Peppers (Reprise)” y la satánica (?) “Helter Skelter”, que dejaron paso al final habitual con “Golden Slumbers-Carry That Weight- The End”, que fue el que en 1970 cerró el disco “Abbey Road” y la carrera de la banda más grande jamás conocida.Fue el final de un directo deslumbrante, por la perfección del sonido, por los medios puestos al son del espectáculo, por la destreza instrumental de los músicos, por la conexión de McCartney con su público, por las distintas atmósferas (festivas, introspectivas, emotivas, salvajes, modernas…) por las que viajamos a lo largo de las tres horas, pero sobre todo por ver a ese hombre que tanto y tanto nos ha regalado y comprobar que sigue más lozano, elegante y generoso que nunca, haciendo lo que más le gusta, vaciarse ante su público. Durante esa noche no hubo espacios para la nostalgia vacía, sino para la gratitud y para el homenaje sincero a los momentos compartidos con esas canciones que se han convertido en banda sonora de nuestras vidas.

El maestro se fue, y todo el Wizink siguió vibrando con ese sentimiento colectivo de admiración hacia un hombre que sigue desafiando el paso del tiempo con la misma energía que nos encandiló a finales de los sesenta.


Por Àlex Guimerà


Publicado en  https://www.elgiradiscos.com/2024/12/paul-mccartney-un-viaje-con-destino-los.html

jueves, 12 de diciembre de 2024

THE LEMON TWIGS- Sala Apolo (Barcelona) 3/12/2024:



Una de las giras más aclamadas de este final de año ha sido sin duda alguna la de The Lemon Twigs, una gira que en 2024 ha tenido dos pasos por nuestro país, la primera de ellas en plena primavera. De este modo, el pasado 3 de diciembre la Sala Apolo de Barcelona repetía con sus inquilinos, ya que unos meses antes algunos afortunados tuvimos la ocasión de disfrutar de la que es una de las bandas jóvenes más emergentes del panorama musical, en ocasión del Primavera Sound. Y digo afortunados porqué el recinto se queda corto viendo lo que ofrecen estos dos hermanos de Long Island encima del escenario.


Antes de ello, pudimos disfrutar del buenrrollismo de unos teloneros a los que a buen seguro vamos a seguir la pista, Music City. Un quinteto de Dublin que apenas han publicado un sencillo y que desde 2018 han girado teloneando a otras bandazas. Liderados por un curtido aunque joven Conor Lumsden (ha sido músico de apoyo de distintos proyectos y es miembro fijo de la banda The #1s), su sonido es un power pop cargado de guitarras, melodías y dinamismo, con esos hits, de títulos como “Pretty Feelings” y “Do I?”, que esperemos que tengan continuidad en forma de elepé. ¡Encima se atrevieron a cantarnos un villancico rock!


Pero no nos distraigamos, que hemos venido a hablar de los hermanos D’ Addario y sus acompañantes quienes nos hicieron vibrar al ritmo de un espectáculo inolvidable que conjugó virtuosismo instrumental y teatralidad. Con un setlist que se centró demasiado en sus dos últimos álbumes, “Everything Harmony” (2023) y el flamante “A Dream Is All I Know” de este año, la presencia de sus tres y formidables primeros álbumes solo tuvo presencia con dos temas. Pero no nos quejemos, pues el inicio fue atronador pues encadenaron “My Golden Years”, “The One” (la única que tocaron del excelso “Songs For General Public” 2020) y “In My Head”. Grandes joyas pop que bien podrían haberse reservado para la recta final pero con las que buscan encender a un público que en la sala Apolo tuvo mejor acogida en junio.


                               

La puesta en escena fue espectacular también, con Michael vestido a lo Beatle o “British Invasion” y Brian ataviado a lo glam con purpurina y esa guitarra “glitter” total. Son los dos mundos por los que ha transitado su música, sesentas y setentas, tirando su última entrega hacia el pop psicodélico, el sunshine y el Beat de su primera década. Enseguida comprobamos atónitos las capacidades instrumentales y vocales, la cohesión de sonido y cómo las canciones crecen en directo, pues piezas como “Church Bells”, “I Wanna Prove To You” o “Peppermint Roses” brillaron especialmente. También arrojaron una “Transparent Day” reivindicando esa genial banda californiana llamada West Coast Pop Art Experimental Band.


Pero no nos olvidemos de los acompañantes, pues el tímido Danny Ayala, quien está con ellos desde pequeños, demostró lo bueno que es tras esa camiseta de The Rubinoos a las segundas voces, al bajo (ese Hofner de Paul McCartney) y a los teclados. Luego está Reza Matin , miembro de Uni Boys quien con su look a lo Joey Ramone alternó batería con guitarras. Y es que el cambio de instrumentos fue constantes, con Michael demostrando lo letal que es a la batería, cuando no estuvo luciendo solos imposibles o marcando unas líneas de bajo vibrantes. Lo mismo Brian quien lució de “guitar hero” pero también defendió las cuatro cuerdas a las mil maravillas. Son unos músicos espectaculares que no fallan lo más mínimo, pero es que además su capacidad vocal es de otro planeta, capaces de aguantar las harmonías imposibles, llegar a notas altas y hacer que parezca sencillo. Es lo que sucedió con la bella “‘If You And I Are Not Wise” o la acelerada “Ghost Run Free”.


                                      

En el cancionero también se atrevieron a presentar dos piezas inéditas que auguramos serán incluidas en un inminente álbum, “I Got A Broken Heart” y “You Still My Girl”, piezas con ese toque Byrds y Cosmic folk. Estaremos atentos, claro. A destacar también esa parte de los bises con Brian solo a la guitarra acústica y su titánica voz defendiendo por las nubes “Corner of My Eye” y “When Winter Comes Around”. Tras ellas ese trepidante final con “Rock On (Over And Over)”, que conecta el pop de los sesenta (por nombrar una banda encajaría en los Beach Boys) con el de los setenta (aquí me vienen en mente los Wings).


De nuevo, The Lemon Twigs demostraron por qué son una de las bandas más auténticas y emocionantes de su generación, impecables y prodigiosos músicos, enérgicos y espontáneos, es un lujo poderles ver en directo en su mejor momento. Su paso por Barcelona y por otras de nuestras ciudades a buen seguro que quedará marcado como un hito para quienes presenciaron su ecléctico y conmovedor universo sonoro.

Por Àlex Guimerà




                        

martes, 10 de diciembre de 2024

DISCOS DE 2024: PETER PERRETT- Cleansing:




La redención nunca fue un asunto sencillo para Peter Perrett. Con The Only Ones lo tenía todo de cara para abrazar el éxito pero el destino quiso que se perdiera en el pozo de las drogas, luego tuvo varios intentos fallidos de volver a la palestra (como su proyecto The Ones de 1996) lo que no acabó de lograr hasta hace bien poco. Pues la grata noticia de su resurrección artística llegó en 2017 cuando nadie daba ni un penique por él, y lo hizo con aquel maravilloso "How The West Was Won", que tuvo continuidad dos años después con otra gema como fue "Humanworld".

Han transcurrido unos años desde entonces, y nuestro protagonista ha superado una pandemia y algunos problemas de salud, para publicar su tercer disco en solitario, "Cleansing", que ha llegado en formato de doble álbum y en donde se purifica emocionalmente, a la vez que reflexiona sobre el desgaste de la vida misma. A sus 68 años cumplidos, Perrett se embarca nuevamente en un viaje introspectivo en donde vuelve a exorcizar sus demonios y lo hace a través de una paleta con los colores más sucios del rock. Para ello, Peter se rodea de un buen equipo formado por sus dos hijos Jamie (guitarra y productor) y Peter Jr. (bajo) a los que añade la presencia de dos grandes leyendas del rock británico como son Johnny Marr (Smiths) y Boby Gillespie (Primal Scream) junto a Carlos O' Connell, de los emergentes Fontaines D.C.



Con tal elenco Peter pinta un disco magnífico formado por veinte canciones cantadas con su desgastada y frágil voz para enunciar sus luchas internas que logra convertir en universales, y lo hace encima de ese rock salvaje herencia del legado de Lou Reed y de la Velvet. La inicial “I Wanna Go With Dignity” es toda una declaración de intenciones, pues su letra nos habla sobre la lucha del hombre en búsqueda de una redención que le permita recuperar su dignidad. Además la pieza cuenta con la guitarra de Carlos O'Connell de los Fontaines D.C., aportando ese aire modernizado.

Si me hicieran elegir una de todo el paquete quizás elegiría "Fountain On You", un medio tiempo maravilloso de romántico estribillo. Le seguirían de bien cerca otras como “Secret Taliban Wife”, con esa guitarra desgarrada que se eleva mientras los coros rezan "always doing time", o la emotiva "Feast For Sore Eyes". Aunque con 20 canciones el veterano rockero tiene tiempo de todo: languidecer como haría el mejor Lou Reed ("Do Not Resuscitate"), experimentar con sintes ("Woman Gone Bad"), meterse en pantanos post-rock ("Kill A Franco Spy"), marcarse riffs imborrables ("World In Chains", "Less Than Nothing"), ponerse ceremonioso ("Crystal Clear")...





Marr aporta las guitarras embrutecidas en el pop de ultratumba "Back In The Hole" y Gillespie las segundas voces en el pop naif de cámara "All That Time", con esas atmósferas caóticas bañadas con violines. Algo parecido sucede en "Set The House On Fire", que podría haber firmado la versión deprimente de Eels.

Sin duda "Cleansing" es la culminación de ese camino que tomó Peter Perrett en 2017, pues quizás es el disco más completo y personal de los tres en solitario que ha firmado hasta la fecha, ya que a través de ese su particular sonido sucio y denso se deshace de sus fantasmas personales que en realidad también son los nuestros. Nos revolcamos en la tristeza y en la desesperación, para finalmente entrever un resquicio de luz esperanzadora. Y es que, como dice Perrett, siempre hay algo que esperar a pesar que a veces nos pueda parecer que lo único que queda es el polvo.

Por Àlex Guimerà