lunes, 30 de diciembre de 2024

DISCOS DE 2024: KEN STRINGFELLOW - Circuit Breaker:

 




Mientras su compañero de los Posies, Jon Auer, se encuentra enfrascado en la gira de esos Big Star a los que ayudó a resucitar, Ken Stringfellow nos acaba de soltar una bomba con el que es su quinto trabajo en solitario, y el primero desde “Danzing In The Moonlight” (2012). En esa última referencia que teníamos, ya lejana a día de hoy, el de Seattle se mostraba como a cantautor pop moderno de corte intimista abastecido de distintos recursos sonoros en un disco que resultaba bastante complejo, taciturno y a la postre difícil de digerir.


Es quizás a través de sus trabajos en solitario donde Ken ha querido desmarcarse del power-pop de su banda de referencia, Posies (recordemos que también se ha ido involucrando en otros proyectos harto interesantes: R.E.M., Lagwagoon, Minus 5,…), lo que ha logrado con mayor y menor éxito. Doce años después llega este “Circuit Breaker”, seguramente el mejor trabajo bajo su firma, donde las guitarras poderosas pierden protagonismo a favor del piano y del pop-rock de los setenta, con miradas a lo que hacían en esa época gente como Billy Joel, Harry Nilsson, Leo Sayer, Elton John o Todd Rungren, por nombrar algunos. Aunque el punto de conexión de las once nuevas canciones es en realidad la visceralidad de su autor, pues las nuevas composiciones nacen desde bien adentro, por lo que uno puede percibir cómo la pasión y la sinceridad emergen desde los surcos del vinilo. Ken nos habla de los sentimientos humanos más profundos y universales, y lo hace dando una lección de interpretación vocal, modulando su voz que aparece frágil y dulce en algunos pasajes mientras que en otras luce potente y áspera, en una demostración de versatilidad que resulta abrumadora.




Ejemplo de todo ello es la estremecedora “Trust”, con la que abre el paquete, de estructura creciente, en el tramo final aparece una espectacular parte vocal desgarrada. Con “If That’ s What God Wants” nos muestra su maestría en un estilo ajeno a lo que nos tiene acostumbrados y que lo llega a emparentar con Father John Misty. Su capacidad para la armonía y melodía luce especialmente en el medio tiempo “Tears Tumblin’“, mientras que con la que titula el álbum pega un salto y nos lleva al grunge más guitarrero de los noventa. En “There” se rodea de folk acústico con unos arreglos de cuerdas que junto a su afable timbre de voz puede recordar a nuestro querido Josh Rouse.

En “The Power Out Song (Prettier That It Looks)”, Ken cambia de tercio y tira por la ampulosidad y la épica del soft rock. En “Don’ t Mind The Rain”, de aromas Laurel Canyon, nos enfrentamos ante una pieza íntima con un bonito slide, mientras que en “Our Paradise” encontramos al Elton John más grandilocuente y en “Ride High” saca a relucir toda su rabia contenida. Por cierto, que nadie se preocupe con la voz de ultratumba en la ambiental e inquietante “Waiting”, se trata de un ejercicio experimental que hace con la artista y cantante Lydia Lunch. Se les pasará el susto si escuchan esa pieza pop tan redonda que se titula “Ghost Me”.


                                    

Así que si no sabéis qué disco nuevo escuchar y buscáis autenticidad, no lo dudéis, hincad el diente a ese corazón floreado de la portada, porque el nuevo álbum de Ken Stringfellow es una auténtica obra maestra que mucho me temo pasará bastante desapercibida como ha sucedido con muchos de los trabajos de su gloriosa banda The Posies. No siempre el talento gana.




Por Àlex Guimerà





martes, 24 de diciembre de 2024

DISCOS NADALENCS: Bryan Adams christmas EP (2019)




Fa cinc Nadals que el canadenc va publicar un sorprenent EP nadalenc, tant en desús als nostres temps, on incloïa cinc cançons nadalenques grabades per ell en diferents èpoques de la seva llustrosa carrera musical.

De fet, per a l' ocasió el bo d' en Bryan Adams només va grabar de nou la marxosa "Joe And Mary" i  el clàssic divertimento "Must Be Santa" de Hal Moore i Bill Fredericks que Bob Dylan había rescatat en el seu disc de nadales "Christmas In The Heart" (2009) deu anys abans.

Als anteriors,  va incorporar tres temes ja previament enregistrats per ell com són la balada "Christmas Time", el reggae-pop "Reggae Christmas" i la rockabilly "Merry Christmas".  De fet "Christmas Time" havia estat publicat el desembre del llunyà 1985 amb la cara B "Reggae Christmas", aquesta peça del compositor canadenc Jim Wallance  gravada després que el cantant es trobés amb el Ringo Starr i parléssin de gravar aquesta nadala rock. Cal dir que l' ex-Beatle mai la va enregistrar. De la cançó, a més, s' hi va fer un videoclip per a la MTV. Molt típic de l' època..

"Merry Christmas", en canvi, es mes propera en el temps ja que va ser publicada en single únic l' any 2011.

En resum, l' EP nadalenc del Bryan és una petita i variada compilació nadalenca ideal pels fans del rocker i del rock en general que vulguin endolcir els nadals. Que mai hi faltin les nadales en clau rock ' n roll.

Bon Nadal a tothom!



viernes, 20 de diciembre de 2024

PAUL MC CARTNEY AL WIZINK CENTER (MADRID), 9 de diciembre de 2024:


Menuda visita nos regaló Paul McCartney con el doblete en el WiZink Center de Madrid los pasados días 9 y 10 de diciembre. Creo que nadie se podía imaginar esa demostración de vitalidad y energía del músico considerando que su pasaporte señala inequívocamente que tiene 82 añazos. Muchos pensábamos que era nuestra última oportunidad de ver al genio de Liverpool, aunque después de la exhibición vista no tenemos nada claro de que realmente sea así.

Habiendo elegido la primera de las dos fechas señaladas, la del 9 de diciembre de 2024, el WiZink presentaba un mosaico diverso de edades y estilos: desde niños hasta abuelos todos puestos de acuerdo en gozar de una experiencia que solo el ex-Beatle es capaz de ofrecer. Para los más jóvenes, quizás era una oportunidad histórica en sus vidas para presenciar a tal leyenda; para los más veteranos la ocasión les permitía volver a su pasado más lozano a través de unas canciones que les han acompañado todos sus días. Y es que la música une, transmite emociones, se vive de forma diferente en cada persona, y no se me ocurre mejor ejemplo de todo este poder que las canciones de los Beatles. Ellos lanzaron el pop a otra galaxia, nunca su gesta ha sido superada, y su legado se transmite de generación a generación como un tesoro impagable.

                                   


Así lo vivimos las más de 15.000 almas que aguardábamos con ansias el regreso de Paul a la capital española, casi cuatro años después de su última visita. Con una puntualidad británica, escuchamos los primeros acordes de “Can't Buy Me Love”, ese clásico del “Hard Day’ s Night” que fue publicado hace exactamente 60 años y que con el paso del tiempo se mantiene intacta. Era el comienzo de un viaje del que ya no teníamos retorno.





Saltamos justo diez años para instalarnos en 1974, con los dos temas que siguieron: “Junior Farm” y “Letting Go”, piezas menores de los Wings, ésta última con la sección de viento soplando desde en medio de las gradas. Saxo, trompeta y trombón complementaron a la perfección muchos de los temas que sonaron y que hicieron lucir a la banda de referencia de esta gira “Got Back Tour”, que en realidad son los músicos que acompañan al bajista desde hace décadas. Hablamos de los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, del teclista Paul “Wix” Anderson” y del batería Abe Laboriel, estos dos últimos ubicados en un segundo nivel, elevados en la parte trasera del escenario.

                                         

El concierto fue transitando por distintas épocas de Macca, con canciones de los Fab Four junto a otras de los Wings y otras extraídas del cancionero reciente en solitario. Piezas elegidas de entre tantas y tantas que tiene que se pasearon en detrimento de otras que bien podrían haber formado otro setlist igual de letal. De los Beatles sonaron “Drive My Car”, tras un formidable video con unos coches de protagonistas, o esa “Getting Better” del "Sgt. Peppers" que vino acompañado por otro video, en este caso mostrando unas ciudades (Londres, París) post-apocalípticas en las que nacían unas flores. El optimismo de McCartney siempre presente, él era el de la serotonina y Lennon el dramático y el de la desazón existencial.

Me encantó la marchosa “Come On To Me” (“Egypt Station”, 2018), moderna y actual, con los vientos pegando el ritmo, pero también cuando al final de “Let Me Roll It” el octogenario la lió con un solo descomunal interpretado por su guitarra hippie intercalando los acordes de “Foxy Lady”, de un Jimi Hendrix al que dedicó un recuerdo. La balada standard “My Valentine” la dedicó a su esposa, Nancy, presente en el recinto mientras las pantallas mostraban unos actores haciendo signos para sordomudos. El homenaje velado a su amada Linda lo puso con “Maybe I’ m Amazed”, no hizo falta ninguna dedicatoria.
 
                                 


Aunque la cosa se puso realmente seria cuando se sacó de la chistera “I’ ve Just Seen A Face”, que es una de las grandes maravillas de los Beatles aunque no siempre reivindicada, esos punteos con la acústica y esa melodía tan preciosa entró bien dentro de nosotros. La siguió, también a la acústica la, canción más antigua de todas, la skiffle “In Spite Of All In Danger”, que compuso en la era de los Quarrymen. Este set medio acústico se rubricó con el que presentó como el primer éxito de los Beatles, “Love Me Do”. Le tomó el relevo Abe cuando bailó los pasos de la “Macarena” al son de “Dance Tonight” mientras Paul tocaba la mandolina.



Impresionante fue ver a nuestro ídolo interpretando la bella “Blackbird” mientras se elevaba el cubículo del escenario en el que se situaba, alrededor de unas preciosas imágenes de pájaros. Un momento íntimo imborrable. Elevado encima de todos continuó con “Here Today”, esa canción que compuso después de la muerte de Lennon y que le dedicó con todo su amor. Allí desnudo y sin banda, Paul no mostraba debilidades vocales, al contrario reafirmó que sigue siendo el de siempre.

                                   

Otro momento mágico lo vivimos al son de la que es la última canción de la legendaria banda “Now And Then”, creada gracias al desarrollo tecnológico, y presentada para la ocasión con su videoclip en el que coexisten los Beatles más jóvenes con los actuales. Su habitual pianola psicodélica y colorida apareció ante nosotros para abordar “Lady Madonna”, antes de la circense “Being For The Benefit Of Mr. Kite!” y de una “Something” arrancada con el ukelele y terminada con toda la banda a pleno pulmón. Sobra decir que se la dedicó a su hermano George. Paul a lo largo de la noche hizo esfuerzos en hablar castellano, se notaba que lo leía, pero no se le daba nada mal, por algo lo estudió en la escuela como segunda lengua.

La recta final había llegado y con ella “Obla-Di-Obla-Da”, con el público haciendo los coros, y la canción más reconocida de sus Wings, “Band On The Run”, con la portada del álbum en cuestión luciendo en la pantalla con sus personajes moviéndose al son de la música. Para “Get Back” Paul volvió a agarrar su Hofner y volvió a darle caña, que es algo que no dejó de hacer en toda la velada; pero para “Let It Be” se puso tras el piano de cola para deleitarnos con uno de los mayores himnos que jamás hayan existido. Sin abandonar su puesto, “Live And Let Die”, que vino acompañada con la espectacular pirotecnia, fogonazos y aquellas bromas que muchos esperábamos en las que el músico hace ver que ha quedado ensordecido o afectado por los estruendos. Pero por si no habíamos tenido himnos ni trucos suficientes, “Hey Jude”, con esa otra artimaña habitual suya en la que hace corear los “nanananás” al público, mujeres y hombres por separado y a todos juntos en éxtasis. Era el broche perfecto al concierto antes de los bises.

Una pausa en la que no faltaron los cánticos “oe oe oe oé” a los que Paul se apuntó para musicalizar, y en la que las banderas española, británica y LGTB fueron ondeadas al unísono por la banda. La vuelta arrancó con uno de los grandes momentos (hubo tantos) de la noche: “I’ve Got A Feeling”, en donde Paul alternó con John en la pantalla como si estuviera presente en aquel momento, de hecho lo estaba, claro. La tecnología permite instantes asombrosos, como éste en el que a uno se le pusieron los pelos de punta.



Más cañeras fueron el “Sgt. Peppers (Reprise)” y la satánica (?) “Helter Skelter”, que dejaron paso al final habitual con “Golden Slumbers-Carry That Weight- The End”, que fue el que en 1970 cerró el disco “Abbey Road” y la carrera de la banda más grande jamás conocida.Fue el final de un directo deslumbrante, por la perfección del sonido, por los medios puestos al son del espectáculo, por la destreza instrumental de los músicos, por la conexión de McCartney con su público, por las distintas atmósferas (festivas, introspectivas, emotivas, salvajes, modernas…) por las que viajamos a lo largo de las tres horas, pero sobre todo por ver a ese hombre que tanto y tanto nos ha regalado y comprobar que sigue más lozano, elegante y generoso que nunca, haciendo lo que más le gusta, vaciarse ante su público. Durante esa noche no hubo espacios para la nostalgia vacía, sino para la gratitud y para el homenaje sincero a los momentos compartidos con esas canciones que se han convertido en banda sonora de nuestras vidas.

El maestro se fue, y todo el Wizink siguió vibrando con ese sentimiento colectivo de admiración hacia un hombre que sigue desafiando el paso del tiempo con la misma energía que nos encandiló a finales de los sesenta.


Por Àlex Guimerà


Publicado en  https://www.elgiradiscos.com/2024/12/paul-mccartney-un-viaje-con-destino-los.html

jueves, 12 de diciembre de 2024

THE LEMON TWIGS- Sala Apolo (Barcelona) 3/12/2024:



Una de las giras más aclamadas de este final de año ha sido sin duda alguna la de The Lemon Twigs, una gira que en 2024 ha tenido dos pasos por nuestro país, la primera de ellas en plena primavera. De este modo, el pasado 3 de diciembre la Sala Apolo de Barcelona repetía con sus inquilinos, ya que unos meses antes algunos afortunados tuvimos la ocasión de disfrutar de la que es una de las bandas jóvenes más emergentes del panorama musical, en ocasión del Primavera Sound. Y digo afortunados porqué el recinto se queda corto viendo lo que ofrecen estos dos hermanos de Long Island encima del escenario.


Antes de ello, pudimos disfrutar del buenrrollismo de unos teloneros a los que a buen seguro vamos a seguir la pista, Music City. Un quinteto de Dublin que apenas han publicado un sencillo y que desde 2018 han girado teloneando a otras bandazas. Liderados por un curtido aunque joven Conor Lumsden (ha sido músico de apoyo de distintos proyectos y es miembro fijo de la banda The #1s), su sonido es un power pop cargado de guitarras, melodías y dinamismo, con esos hits, de títulos como “Pretty Feelings” y “Do I?”, que esperemos que tengan continuidad en forma de elepé. ¡Encima se atrevieron a cantarnos un villancico rock!


Pero no nos distraigamos, que hemos venido a hablar de los hermanos D’ Addario y sus acompañantes quienes nos hicieron vibrar al ritmo de un espectáculo inolvidable que conjugó virtuosismo instrumental y teatralidad. Con un setlist que se centró demasiado en sus dos últimos álbumes, “Everything Harmony” (2023) y el flamante “A Dream Is All I Know” de este año, la presencia de sus tres y formidables primeros álbumes solo tuvo presencia con dos temas. Pero no nos quejemos, pues el inicio fue atronador pues encadenaron “My Golden Years”, “The One” (la única que tocaron del excelso “Songs For General Public” 2020) y “In My Head”. Grandes joyas pop que bien podrían haberse reservado para la recta final pero con las que buscan encender a un público que en la sala Apolo tuvo mejor acogida en junio.


                               

La puesta en escena fue espectacular también, con Michael vestido a lo Beatle o “British Invasion” y Brian ataviado a lo glam con purpurina y esa guitarra “glitter” total. Son los dos mundos por los que ha transitado su música, sesentas y setentas, tirando su última entrega hacia el pop psicodélico, el sunshine y el Beat de su primera década. Enseguida comprobamos atónitos las capacidades instrumentales y vocales, la cohesión de sonido y cómo las canciones crecen en directo, pues piezas como “Church Bells”, “I Wanna Prove To You” o “Peppermint Roses” brillaron especialmente. También arrojaron una “Transparent Day” reivindicando esa genial banda californiana llamada West Coast Pop Art Experimental Band.


Pero no nos olvidemos de los acompañantes, pues el tímido Danny Ayala, quien está con ellos desde pequeños, demostró lo bueno que es tras esa camiseta de The Rubinoos a las segundas voces, al bajo (ese Hofner de Paul McCartney) y a los teclados. Luego está Reza Matin , miembro de Uni Boys quien con su look a lo Joey Ramone alternó batería con guitarras. Y es que el cambio de instrumentos fue constantes, con Michael demostrando lo letal que es a la batería, cuando no estuvo luciendo solos imposibles o marcando unas líneas de bajo vibrantes. Lo mismo Brian quien lució de “guitar hero” pero también defendió las cuatro cuerdas a las mil maravillas. Son unos músicos espectaculares que no fallan lo más mínimo, pero es que además su capacidad vocal es de otro planeta, capaces de aguantar las harmonías imposibles, llegar a notas altas y hacer que parezca sencillo. Es lo que sucedió con la bella “‘If You And I Are Not Wise” o la acelerada “Ghost Run Free”.


                                      

En el cancionero también se atrevieron a presentar dos piezas inéditas que auguramos serán incluidas en un inminente álbum, “I Got A Broken Heart” y “You Still My Girl”, piezas con ese toque Byrds y Cosmic folk. Estaremos atentos, claro. A destacar también esa parte de los bises con Brian solo a la guitarra acústica y su titánica voz defendiendo por las nubes “Corner of My Eye” y “When Winter Comes Around”. Tras ellas ese trepidante final con “Rock On (Over And Over)”, que conecta el pop de los sesenta (por nombrar una banda encajaría en los Beach Boys) con el de los setenta (aquí me vienen en mente los Wings).


De nuevo, The Lemon Twigs demostraron por qué son una de las bandas más auténticas y emocionantes de su generación, impecables y prodigiosos músicos, enérgicos y espontáneos, es un lujo poderles ver en directo en su mejor momento. Su paso por Barcelona y por otras de nuestras ciudades a buen seguro que quedará marcado como un hito para quienes presenciaron su ecléctico y conmovedor universo sonoro.

Por Àlex Guimerà




                        

martes, 10 de diciembre de 2024

DISCOS DE 2024: PETER PERRETT- Cleansing:




La redención nunca fue un asunto sencillo para Peter Perrett. Con The Only Ones lo tenía todo de cara para abrazar el éxito pero el destino quiso que se perdiera en el pozo de las drogas, luego tuvo varios intentos fallidos de volver a la palestra (como su proyecto The Ones de 1996) lo que no acabó de lograr hasta hace bien poco. Pues la grata noticia de su resurrección artística llegó en 2017 cuando nadie daba ni un penique por él, y lo hizo con aquel maravilloso "How The West Was Won", que tuvo continuidad dos años después con otra gema como fue "Humanworld".

Han transcurrido unos años desde entonces, y nuestro protagonista ha superado una pandemia y algunos problemas de salud, para publicar su tercer disco en solitario, "Cleansing", que ha llegado en formato de doble álbum y en donde se purifica emocionalmente, a la vez que reflexiona sobre el desgaste de la vida misma. A sus 68 años cumplidos, Perrett se embarca nuevamente en un viaje introspectivo en donde vuelve a exorcizar sus demonios y lo hace a través de una paleta con los colores más sucios del rock. Para ello, Peter se rodea de un buen equipo formado por sus dos hijos Jamie (guitarra y productor) y Peter Jr. (bajo) a los que añade la presencia de dos grandes leyendas del rock británico como son Johnny Marr (Smiths) y Boby Gillespie (Primal Scream) junto a Carlos O' Connell, de los emergentes Fontaines D.C.



Con tal elenco Peter pinta un disco magnífico formado por veinte canciones cantadas con su desgastada y frágil voz para enunciar sus luchas internas que logra convertir en universales, y lo hace encima de ese rock salvaje herencia del legado de Lou Reed y de la Velvet. La inicial “I Wanna Go With Dignity” es toda una declaración de intenciones, pues su letra nos habla sobre la lucha del hombre en búsqueda de una redención que le permita recuperar su dignidad. Además la pieza cuenta con la guitarra de Carlos O'Connell de los Fontaines D.C., aportando ese aire modernizado.

Si me hicieran elegir una de todo el paquete quizás elegiría "Fountain On You", un medio tiempo maravilloso de romántico estribillo. Le seguirían de bien cerca otras como “Secret Taliban Wife”, con esa guitarra desgarrada que se eleva mientras los coros rezan "always doing time", o la emotiva "Feast For Sore Eyes". Aunque con 20 canciones el veterano rockero tiene tiempo de todo: languidecer como haría el mejor Lou Reed ("Do Not Resuscitate"), experimentar con sintes ("Woman Gone Bad"), meterse en pantanos post-rock ("Kill A Franco Spy"), marcarse riffs imborrables ("World In Chains", "Less Than Nothing"), ponerse ceremonioso ("Crystal Clear")...





Marr aporta las guitarras embrutecidas en el pop de ultratumba "Back In The Hole" y Gillespie las segundas voces en el pop naif de cámara "All That Time", con esas atmósferas caóticas bañadas con violines. Algo parecido sucede en "Set The House On Fire", que podría haber firmado la versión deprimente de Eels.

Sin duda "Cleansing" es la culminación de ese camino que tomó Peter Perrett en 2017, pues quizás es el disco más completo y personal de los tres en solitario que ha firmado hasta la fecha, ya que a través de ese su particular sonido sucio y denso se deshace de sus fantasmas personales que en realidad también son los nuestros. Nos revolcamos en la tristeza y en la desesperación, para finalmente entrever un resquicio de luz esperanzadora. Y es que, como dice Perrett, siempre hay algo que esperar a pesar que a veces nos pueda parecer que lo único que queda es el polvo.

Por Àlex Guimerà

miércoles, 27 de noviembre de 2024

BRYAN ADAMS- Palau Sant Jordi (Barcelona) 12 de noviembre de 2024:



¿Mainstream sí o Mainstream no? El eterno debate. Esta duda me acecha cada vez que he contado que voy a ver en concierto a Bryan Adams y recibo respuestas de estupefacción, donde el interlocutor se reivindica hablando maravillas de los conciertos de los circuitos de salas pequeñas independientes y de los grupos más alternativos. Pero la verdad es que a uno todo eso le trae al pairo cuando sus intereses están únicamente en la música y no en las etiquetas. Y claro, uno a estas alturas es plenamente consciente de que Bryan Adams no va a revolucionar la música, pero tampoco tiene dudas de que tiene grandes canciones de rock que lleva escuchando toda su vida y que sus conciertos en estadios son de lo mejorcito en cuanto a espectáculo, tanto por su sonoridad como por el entretenimiento que ofrece.


Por eso, y tras su reciente visita en 2021, volvimos al Palau Sant Jordi para disfrutar de nuevo de la gira de "So Happy It Hurts", en la que el rockero trajo de nuevo un setlist lleno de éxitos y un show incluso mejorado en cuanto a dinamismo y ritmo. Con un lleno en gradería y pista, cabe decir que el público estuvo a la altura respondiendo a los envites del cuarteto coreando, aplaudiendo, bailando y mostrando una entrega a esas canciones que les han ido acompañando desde mitad de los años ochenta en plena niñez; a los noventa en sus adolescencias y hasta la madurez de los actuales días.

Arrancando con ese speach de introducción que abre “Kick Ass” y en la que narra una fábula sobre la misión del rock con la humanidad, el concierto comenzó con lo que todos esperábamos: aguerridas guitarras, ritmos bailables y diversión rock. Con Keith Scott liderando los solos a la guitarra, Bryan alternó las seis cuerdas con el bajo que en ocasiones quedó aparcado, completando la banda el batería Mickey Curry y el virtuoso teclista Gary Breit. Sólo cuatro músicos para tanto estadio supieron llenar con su música todos los rincones del Palau, en un repertorio que rozó la treintena de piezas y en las que pocos hits faltaron a la cita al lado de temas más recientes de su discografía (y bastante recomendables, cabe decirlo).




Como es habitual la segunda canción fue “Can’ t Stop This Thing We Started”, a modo de declaración de intenciones, para seguir con una “Shine A Light” que Bryan dedicó a su padre recientemente fallecido; “Heaven”, que acertadamente convertida en un medio tiempo, o “It’ s Only Love”, dedicada a “esa gran dama” llamada Tina Turner, con quien la cantó allá por 1984, extiendo ese lazo con una “The Best” de la gran solista que intercaló en la parte final. Estas dos últimas sacadas del disco “Reckless” que es del que más canciones se escucharon en la noche, como la formidable “One Night Love Afair”, casi nunca destacada por sus seguidores pero que es una gran canción.


Una fan de las primeras filas pidió “Kids Wanna Rock”, que fue tocada a toda caña, como la versión de los magníficos Kiss (“Rock’ n Roll Hell”) o esa “When The Night Comes” que compuso para Joe Cocker. Los momentos de máxima diversión llegaron con “You Belong To Me”, con Bryan invitando al público a descamisarse y a ondear sus camisetas, lo que pudimos ver en las pantallas con fans bailando sin pudor con sus carnes al aire. O esa “So Happy It Hurts” con el coche inflable volando por encima de nuestras cabezas, mientras en pantallas salía el videoclip de la canción con el descapotable en cuestión y la madre de Bryan de copiloto. A ella tuvo un recuerdo, reconociendo que le debía toda su carrera. Pero los momentos musicales más formidables los trajeron esa maravilla que es “Back To You” y que popularizó en su Unplugged de 1997 y la icónica “Summer Of 69”. Las baladas con las luces de los móviles iluminando todo el aforo se dieron cita con “Please Forgive Me” y “Every Thing I Do (I Do It For You)”, ésta última con ese piano y guitarra lacrimógena y un falso final en el que no faltó el recuerdo al gran Paco de Lucía con “Have You Ever Really Loved A Woman?”, acompañada por las imágenes en pantalla del clip que hizo en ocasión a la película "Don Juan De Marco".


Para los bises, Bryan solo con la guitarra acústica y esa sentida “Straight From The Heart”, antesala de “One For Love” con la que nos vinieron a la cabeza sus compañeros Rod y Sting. Era el cierre a un espectáculo en el que pudimos ver el gran estado de forma con el que ha llegado a la madurez ese joven rockero que apareció a escena en los lejanos años ochenta, que ha sabido mantenerse a lo largo de los años con altos y bajos, y que llega a nuestros días lucido musicalmente y con unos últimos discos que son bastante recomendables para los amantes del rock clásico.

por Àlex Guimerà

viernes, 15 de noviembre de 2024

REDD KROSS- Sala Apolo 6/11/24:




Si existiera una Escuela de Rock como la de la película de Richard Linklater, yo seguramente apostaría por los hermanos McDonald para que impartieran el curso de actitud "rockandrollera". Pues pocos tipos en la franja de edad de los sesenta años son capaces de ofrecer un show tan enloquecido y energético como el que dan Steve y Jeff, algo de lo que podemos dar fe por lo que pudimos ver el pasado día 6 en la Sala 2 de Apolo. Pero vayamos por partes...


Este año los Redd Kross han publicado un homónimo disco doble con el que han recibido grandes críticas después del algo incomprendido “Beyond The Door” (2019). Como excusa para promocionarlo, este otoño se encuentran enfrascados en una gira europea con siete shows en nuestro país tras los cuales los californianos volverán hacia su tierra a seguir liándola.

Así que, ansiosos de rock'n'roll, acudimos a una cita que tenía como telonero a Dale Crover, quien haría doblete tras su set acústico en solitario aporreando los tambores junto a los cabeza de cartel. El que fuera miembro de Melvins y por poco tiempo de Nirvana, presentó su tercer álbum como solista, “Glossolalia” (2024), y lo hizo al mando de la acústica para desplegar piezas como la que titula el álbum (coescrita con Tom Waits, por cierto) o una versión de “Harvest Moon” de Neil Young, al que también se atrevió a imitar en estética y gestos. Quizás la guitarra se escuchó demasiado pesada, pero el clima íntimo y las canciones motivaron a muchos a hacerse con una copia del vinilo.



Tras apenas tiempo para escuchar una buena selección de temas de los sesenta ("The Letter", Box Tops), la recogida y llena Sala2 de Apolo recibió cálidamente a los Redd Kross cuando aparecieron a escena luciendo sus habituales atuendos blancos de corte hindú y pintura de colores por encima. Ya en el arranque pudimos comprobar ese salvajismo, esa rebeldía y ese descaro rockero que desgraciadamente las nuevas generaciones van perdiendo en pro a cierta “profesionalidad”. Pero qué queréis que os diga, ver a esos tíos con esa actitud adolescente saltando, montando sus numeritos, agitando al público y divirtiéndose encima de las tablas hace que uno se contagie y se lo pase fabulosamente. Encima si muestran músculo instrumental y vocal la cosa se pone seria, ya que el bajo de Steve sonó genial, los solos de Jeff y Jason Shapiro iban a toda pastilla, y la batería de Dale fue el latido efervescente que iluminó toda la velada. Quizás hay que apuntar algunos problemillas en la sonorización, aunque ante tal despliegue artístico la cosa quedó en anécdota.


Y qué decir del repertorio, que incluyó desde unas tempranas “Stay Away From Downtown” y “Uglier”, del maravilloso álbum de vuelta “Reserching The Blues” (2012) , a “Pretty Please Me” y “Mess Around”, del "beatleiano" álbum “Show World” (1997), pasando por las ochenteras y garageras “Linda Blair” y “Neurotica” o esa gema bubblegum como es “Annie’ s Gone”. En medio no faltaron las nuevas “Candy Colored Catastrophe”, “I’ ll Take Your World For It” o “Born Innocent”, esta última presentada por Jeff gritándonos: “¿Hemos nacido inocentes? ¿Habéis nacido inocentes? ¡Todos somos inocentes!”.

Maravilloso repertorio de pop poderoso, que se dejó por el camino enormes canciones (todas no caben), formidablemente interpretado con buenos coros y guitarrazos. Para la parte final nos regalaron dos versiones como la salvaje “Crazy Horses”, de The Osmons, con su riff pesado y “Deuce”, de los Kiss, otros magos del espectáculo en los conciertos de rock. Porque supongo que de eso se trata, de dar un buen show.


Por Àlex Guimerà

jueves, 31 de octubre de 2024

BIG STAR- Radio City 50 Aniversary- Sala Apolo 26 Octubre:


Con toda Barcelona metida en su casa y en los bares por culpa del llamado "clásico" futbolero, un reducto de seguidores del mejor rock americano nos resistimos al evento deportivo para gozar de la vuelta a la ciudad de la superbanda de Jody Stephens, tras el éxito que tuvo el año pasado. La excusa de rememorar el disco “Radio City” en su cincuenta aniversario nos servía más que de sobra para poder volver a rendir homenaje a la música y a la magia de Big Star.


Programado demasiado temprano para lo que estamos acostumbrados (20:30 h), la sala, en una más que aceptable entrada, recibió con cálidos aplausos a Jon Auer (The Posies), Pat Sansone (Wilco), Chris Stamey (The Db’s), Mike Mills (R.E.M.) y al único superviviente de la formación original de la “Gran Estrella”, Jody Stephens. Y la verdad es que con tal “Dream Team” del indie americano el espectáculo fue apto para los paladares más exigentes, pues la solvencia y el talento del quinteto, junto con la pasión y el respeto que ponen en el proyecto, dan un resultado que es de muchos quilates.


Todo eso quedó patente ya desde la primera nota de “Feel”, pero sobre todo por la temprana “The Ballad Of The Goodo”, con su melodía “beatleniana” y sus coros armonizados. A ellas les siguieron la potente “Don’ t Lie To Me” y la acústica y mística “The India Song”, antes de que comenzaran a atacar íntegramente el disco de homenaje. La capacidad instrumental y vocal de los cinco músicos no puede calificarse más que de excelente, lo que pudimos comprobar a lo largo de las más de dos horas de bolo ya que apenas se percibieron fisuras en el sonido, fallos técnicos o sobre esfuerzos vocales. Está claro que estos tipos están rodados en mil y una batallas y van muy sobrados cada vez que se suben a un escenario. Personalmente uno quedó sorprendido con el propio Jody, quien a sus 72 años tiene una pegada impresionante a la batería, enérgica y poderosa, clavando esos redobles de antaño con los que su banda ayudó a definir el género del Power Pop. Otra de las gozadas de la velada fue poder escuchar los más de treinta temas que llegaron a interpretar repartidos con la voz principal de cada uno de los músicos, a cada cual con mejor capacidad vocal.


Pero entre todo me quedo con la aproximación al revival que hacen de Big Star, respetando su esencia, reviviendo su sentimiento y demostrando que los que no estuvieron allí con ellos son devotos de esa música que además les ha marcado en el pasado. Por su parte el propio Jody se mostró cariñoso con el recuerdo a sus compañeros, siendo constantes las palabras de agradecimiento y reconocimiento a Alex Chilton y a Chris Bell.




Esta gira, que en Europa apenas pasa por España, Reino Unido y Noruega, parece ser la excusa de unos amigos para reunirse y disfrutar tocando juntos la música que les gusta. Ello quedó patente al ver cómo se lo pasaron encima del escenario con ese colegueo tan desenfadado entre ellos. Esa atmósfera encima de las tablas hizo que el público nos sumergiéramos de lleno en la magia de la música de una banda que, a pesar de su legado ahora aclamado, fue poco comercial en su época.


Cierto que “Radio City” no vendió demasiado cuando se publicó, pero escuchándolo de nuevo en directo íntegramente por esos tipos uno se da cuenta de que es un auténtico discazo. Status que propician gemas como la inicial “O My Soul” con esos ritmos imponentes; la maravillosa “September Gurls”, cuya melodía tantas veces han robado los Teenage Fanclub; la oda powerpopera “Back Of A Car”; la acústica y dulzona “I’ m In Love With A Girl” o la stoniana “Mod Lang”, por decir algunas; piezas deslizadas en nuestros oídos y ante nosotros entre bromas –Auer bromeó con un espectador por su parecido con Robyn Hitchcock - , explicaciones de los músicos sobre cómo les influyeron esas canciones, recuerdos de un sentido Jody a esos lejanos años setenta, y los cambios de instrumentos entre los músicos (bajo, guitarras eléctricas y acústicas, teclados, percusiones, slides, …).


Especial reconocimiento se merece el bueno de Chris Stamey que tocó de todo y con maestría, el carisma de Mike Mills (la estrella más reconocida de todos) cantando con la campana en la mano o un Jon Auer con su gorro de leñador dirigiendo el cotarro o la voz de Sansone que es quizás la que más se asemeja a las originales, aunque el resto hay que decir que también van sobrados de garganta para emular las voces delicadas y dramáticas de Alex Chilton y Chris Bell.


Tras el repaso al segundo álbum de los de Memphis, el quinteto hizo un receso de quince minutos para volver con un segundo set en el que nos deleitaron con numeroso material del primer disco “Big Star” (1972), del “3rd” (1976) y de Chris Bell. Así nos lanzaron la pegadiza “When My Baby’ s Beside Me”, la desconcertante pero maravillosa “Jesus Christ”, la íntima “Try Again” (¡menudo slide guitar!), la eterna “I Am The Cosmos” de Chris Bell y las esperadísimas “Thirteen” -con un arpegio de acústica de lágrima- y la poderosa “In The Street”. Para los bises quedó la otra joya de Bell, “You And Your Sister”, y el final perfecto con “Thank You Friends”. Sin duda, salir de la Sala Apolo esa noche fue como llevarse un pedazo de historia con nosotros, como si hubiéramos robado un eco de esas melodías que seguirían sonando en la mente mucho después de que las luces se apagaran.

Por Àlex Guimerà











lunes, 21 de octubre de 2024

LIGHTNING SEEDS- Tomorrow' s Here Today / Greatest Hits Tour- Sala Razzmatazz 2 16/10/24:




Ian Broudie no sólo es un tipo muy simpático, sino que es único en su especie, pues su carrera ha sido algo disfuncional ya que alcanzó el éxito sin haber formado aún siquiera la banda, lo que le hizo ir siempre a contracorriente. Por ello nunca se ha sentido cómodo en los conciertos, hasta que hace unos años todo cambió al conseguir unos compañeros con los que tras muchas giras y shows en vivo, actualmente considera que forman una gran banda y, lo que es más importante, ha logrado sentirse feliz con ellos encima de los escenarios. Ante tales revelaciones, no pude resistirme a poder dar testimonio en su parada barcelonesa de la gira conmemorativa de su 35 aniversario y poder disfrutar en vivo de esas canciones que, tras haber conocido a su autor, las siento más cercanas.


Ya desde el primer momento en que Ian Broudie y compañía aparecieron en el escenario -al ritmo de la sintonía de la serie de HBO "Succession", por cierto- para abordar "Marvelous", supuso un auténtico viaje nostálgico a los noventa, pero también una muestra de que su pop sigue vigente con la frescura de siempre. Si bien esa sala 2 del Razz no acabó de llenarse tanto como uno esperaría, sí que hubo un notable clima de concierto con esa mezcla de fans de antaño, fieles adeptos ingleses y nuevos seguidores, que junto a la banda lograron crear una atmósfera vibrante y cargada de energía positiva.


Sorprende la juventud de los nuevos miembros de la formación, quienes junto al propio Ian y al bajista Martyn Campbell, forman un combo que funciona de verdad. La experiencia de los veteranos y la energía de los más jóvenes hacen lucir las canciones que sonaron francamente bien. Por ello, la escenografía del concierto centró toda la atención en la banda y en su música con la ayuda de unas luces que iban cambiando sutilmente para acompañar las distintas atmósferas de cada tema. Con todo, el eje central del directo fue un setlist que demostraba el catálogo imbatible de la banda, aunque apareció algún que otro tema menos conocido de la banda y alguna que otra versión.


Mis momentos favoritos llegaron de la mano de la sensacional "Change", el baladón "Perfect", la melódica "Sense", las versiones de "Wole Wide World" (Wrecked Eric) y de "You Showed Me" (The Byrds), o las legendarias "Lucky You" y "The Life Of Riley". Estofas pegadizas, ritmos arrolladores, efectos de teclados, baterías potentes, algunos solos intercalados de un Ian modo "guitar hero", y esas estructuras de las canciones tan pluscuamperfectas que convierten al de Liverpool en un compositor único. Porqué el músico de las gafas de sol y peinado monacal es ante todo un compositor, y lo de actuar le viene de modo accidental, aunque por lo que vimos parece haberle cogido el truco ya que despliega formidablemente sus dotes musicales en estos directos en los que finalmente ha logrado disfrutar, y eso se nota.


Maravilloso el cierre con "Pure", seguramente su tema más reconocible y esperado -con una parte de "Imagine" de John Lennon intercalada por allí- al que le siguió una apasionante versión de "Be My Baby", de la que Ian dijo que era la que más le apetecía tocar y ciertamente supo llevársela a su terreno. Y tras ella, la futbolística "Three Lions" que toda la sala coreamos cual hooligans con su estribillo "it' s comming home!" como santo y seña. Fueron los últimos coletazos de ese concierto plagado de grandes y emocionantes canciones, formadas por bellos estribillos y coros, que finalmente podemos decir que llegan interpretados en directo por una gran banda. Sus esfuerzos le han costado al bueno de Ian.

Por Àlex Guimerà

miércoles, 25 de septiembre de 2024

MIS AÑOS ROCKEROS- Jordi Sierra i Fabra:





Uno siempre ha tenido mucha admiración por este escritor único en su especie como es Jordi Sierra i Fabra. Prolífero y versátil hasta la médula, no se me ocurre ninguna otra pluma en nuestro país con mayor capacidad para cambiar de registro y siempre salir exitoso. Ha escrito novela negra (la saga del inspector Mascarell es formidable), novela adolescente e infantil, poesía, ensayo...y lo que a los melómanos más nos interesa, ha escrito todo tipo de biografías de rockeros, ficciones y guías musicales, sin las cuales muchos de los aficionados al rock nos habríamos perdido una gran parte del conocimiento adquirido a lo largo de los años. Y esa extensísima, e incluso me atrevería a decir que casi infinita obra musical, se despliega a través de una carrera que comenzó como crítico musical y de la que este entretenidísimo libro da testimonio.

Con prólogo del que es uno de los mejores críticos musicales actuales, Jordi Bianciotto, el libro es una especie de autobiografía del propio Jordi que repasa sus experiencias vitales como marco a su trayectoria como periodista musical, pretexto o catapulta hacia su verdadera vocación de escritor. Jordi repasa su infancia en plena dictadura franquista con sus fantasías y con el nacimiento de ese impulso que llevaría toda su vida (y lleva aún hoy en día) con la escritura y la creación de historias. Las luchas con su padre para hacerle comprender su verdadera pasión y cómo estas le llevaron a estudiar Arquitectura Técnica y a tener un empleo que aborrecía, del que se desprendió con sus primeros trabajos como periodista musical, en esa España gris que censuraba los Beatles y todo aquello que olía a libertad.

Y así comienzan los años rockeros de un Jordi que fue pionero en este género que llamamos periodismo musical, desde sus pinitos radiofónicos en "El Gran Musical", a su paso por publicaciones míticas como Disco Express, o fundar una revista que aún sigue en la actualidad siendo referente como es la "Popular 1", o aquella "Súper Pop" que tantas adolescencias marcó en los ochenta. Entre medio, escribió el primer tratado sobre la historia de la música popular que se hizo en España, "1962-72 Historia de la Música Pop”, múltiples biografías de bandas y rockeros legendarios -Springsteen, Dylan, Led Zeppelin,... de cualquiera de los más grandes del rock, Jordi ha escrito una monografía-, el diccionario de los Beatles y un larguísimo etcétera que han dejado una importante huella de la que él mismo considera la mejor época del rock.

Estamos ante una maravillosa obra catártica que retrata una época irrepetible y unas experiencias que le hacen único, un auténtico pionero y leyenda entre los críticos del rock. Muy interesante es el último capítulo que hace referencia a sus vivencias con los más grandes del rock, con entrevistas, conciertos en Londres y anécdotas de lo más variopintas.

En pleno 2024 tenemos toda la información musical a un click, todo es bastante fácil y muy accesible, pero no siempre fue así y merece la pena revisar cómo fueron los inicios de la difusión de la cultura del rock en nuestro país, de la mano de este escritor (por encima de todo) que merece todo nuestro reconocimiento, respeto y admiración.

Por Àlex Guimerà

domingo, 1 de septiembre de 2024

TRAVIS- Sala Razzmatazz, 28 de Agosto de 2024:



Con las vacaciones recién terminadas a nuestras espaldas y con la avalancha en todos los medios del retorno de los Oasis, la parada de los escoceses Travis en Barcelona se antojaba como una especie de catarsis para los cuarentones que llenamos la sala Razz. Tras su última visita a la capital catalana de 2018, cuando revisaron su obra magna "The Man Who", el retorno venía propiciado por la reciente publicación del álbum "L.A. Times", un trabajo forjado -como indica el título - en la actual residencia de Fran Healy (en Los Angeles), único autor de las nuevas canciones.




Mientras escuchábamos la BSO de la mítica sit-com "Cheers", el cuarteto hizo entrada encabezado por las pintas de un Fran que lucía pelo rojo y una holgada camisa de pintor, y quien sin mediar palabra se dispuso a abordar junto a los suyos la nueva "Bus". Una formación siempre carismática gracias a una puesta en escena que va desde el bajista Dougie Payne, metiendo los coros sin dejar de esbozar su sonrisa picarona; la esforzada entrega a la guitarra de Andy Dunlop, quien también destacó mucho en los teclados; la parsimonia del batería Neil Primrose, un tipo al que parece que nada va con él, o al gamberrismo afable del propio Fran, dinámico y elocuente en sus parlamentos. Él mismo nos dijo que la música de Travis trata sobre la vida en general, sobre los momentos de euforia, de tristeza, sobre las subidas y bajadas que tiene la vida. También nos impresionó cuando antes de la emotiva "My Eyes", del disco "The Boy With No Name" (2007), nos contó que dedicó la canción a su hijo cuando nació, un chaval que ahora tiene 18 años (¡ufff!)
                                   

Del repertorio, hay que destacar las nuevas "Alive", en donde Fran preparó al público para los coros; una "Raze The Bar" que titula la gira; la dinámica "Gaslight" o la sixties "Home". Pero fuimos especialmente felices cuando escuchamos las gemas "Writing To Reach You" o "Driftwood", o esa "Side" presentada como una canción que habla sobre el respeto entre las personas, al igual que la mítica "Sing" arrancada con ese logrado banjo. Igualmente hubo tiempo para concesiones como "I Love You Allways" y "Good Feeling", del lejano disco de debut de 1997, que como nos dijo Fran muchos obvian creyendo que el debut de la banda es "The Man Who". Y no nos olvidamos de la delicada "Closer" o del momento íntimo de la nueva "Naked In New Yopr City". Todas ellas sonaron antes de la rompedora "Turn" que cerró a todo gas el set que dejaba paso a los bises.

                                  

Estos llegaron con "Flowers In The Window", con la que el combo se juntó en primera fila con la pandereta de Neil y una única guitarra en manos de Healy, aunque las manos de Dougie y Andie también intervinieron en un simpático truco. Acústica también fue la pieza reclamada por unos letreros que lucían entre el público , hablo de esa "Baby One More Time" (o más bien "Hit Me Want More Time") de Britney Spears que tan bien versionan y que consiguen dignificar el bluff de la canción original. Para el cierre dejaron los esperados saltos de la que es quizás su mejor canción, "Why Does It Always Rain On Me?", con toda la sala puesta patas arriba entregada a esa melodía incomparable tan cargada de melancolía adolescente.


Pasan los años, lejos queda ya ese extraño periodo de finales de los noventa post-Brit Pop en el que surgió Travis, las bandas se han ido separando y algunas han vuelto y todo, el rock y el pop ha pasado a un segundo término en popularidad entre los más jóvenes, pero nuestros protagonistas nunca se han ido, han seguido publicando sus discos, dando sus conciertos, haciéndose mayores junto a nosotros, y lo que es mejor, no han dejado de ser fieles a sí mismos y a esa música que siempre formará parte de nuestras vidas.

Por Àlex Guimerà

Publicado en https://www.elgiradiscos.com/2024/09/travis-companeros-de-viaje-hacia-la.html