Entrados los años 50 un Big Bang azotó las cabezas de los jóvenes para arrojarles algo para la posteridad. El disc Jockey Alan Freed dio nombre al fenómeno y le llamó Rock’ n Roll. El nuevo sonido había llegado para quedarse, monopolizar las pistas de baile, incomodar a los conservadores, acabar con las segregaciones raciales y sobre todo, dar una nueva forma artística con la que expresarse a distintas generaciones de jóvenes disconformes.
Aunque nunca hemos tenido claro quién fue el inventor del género, ni su primera canción, ¿lo es “Rock Around The Clock” de Bill Haley y sus cometas? ¿ lo es “That’ s All Right Mama” de un chico blanco de Tupelo ? ¿ O el “Tutti Frutti del superviviente Little Richard? Puede que todos y otras lo sean a la vez.
Luego el invento se fue engrandeciendo, con un Elvis que se desató como la mayor fuerza de la naturaleza habida y por haber y que con su inmenso talento trasladó al fenómeno sureño hacia todo el planeta, junto con el surgimiento de otros fenómenos como el mencionado Little Richard y sus histriónicos espectáculos al piano, o los rebeldes Gene Vincent y Eddie Cochran, el carismático Fats Domino que ya empezara con el experimento a finales de la anterior década, un Bo Diddley cargado de ritmos tribales, el Buddy Holly impulsándolo hacia el pop, la gran bola de fuego de Jerry Lee Lewis (aún entre nosotros), Ritchie Valens y su latin rock’ n roll, el vudú y los aullidos de Screamin Jay Hawkins, Wanda Jackson reivindicando el papel de la mujer y otros tantos y tantos pioneros de una música incomparable.
Una música que no podría concebirse sin un nombre propio escrito en letras de oro: Chuck Berry. Suya fue la primera pieza de rock’ n roll de guitarra eléctrica de título “Maybellene”, grabada en 1955 al poco tiempo de “That`s All Right Mama” de Elvis Presley, y como aquella combinando el rythm and blues con el country. Con ella Berry demostró como el rock había nacido para ser tocado con solos de guitarra eléctrica o como la guitarra eléctrica – perdonen los fans de Jazz o del Blues – había sido hecha para el rock. Pero también había demostrado como el rock era capaz de transmitir historias reivindicando el papel del intérprete compositor.
Todo empezó en Saint Louis (Mossouri) un 18 de octubre de 1926 cuando un bebé nació bajo el nombre de Charles Edward Anderson hijo de un contratista y sacerdote baptista y de una maestra y directora de colegio, cuarto de seis hermanos, vivió una infancia en la que no tuvo lujos pero tampoco abundancias. Desde bien pequeño ya tuvo interés por la música, aprendiendo a tocar con una guitarra de cuatro cuerdas con la ayuda de libros y de vecinos que le enseñaban, rápidamente fue aprendiendo hasta formar parte de una banda de blues con 10 años en la que también cantaba. Luego comenzaron sus problemas cuando yendo de viaje con dos colegas a Kansas lo detuvieron por haber realizado una serie de robos con pistola por lo que fue internado por tres años en un reformatorio.
Afortunadamente al salir siguió con la música con la que alternó con trabajos en la General Motors, en peluquería o de conserje. También se casó con Themetta Suggs con quien tuvo una hija Darlin, nacida el 3 de octubre de 1950.
Tres años más tarde entró a formar parte del Sir John Trio para tocar en el local de moda de Saint Louis Cosmopolitan. Su protagonismo fue a mas hasta que la banda pasó a llamarse Chuck Berry Combo y a tocar piezas de Country, Blues o incluso de Nat King Cole captando un público multiracial. Por aquella época su modo de tocar los riffs estaba influenciada por la técnica de un músico llamado T-Bone Walker a quien fue a ver en Chicago lugar donde conoció a uno de sus ídolos Muddy Waters, el gran bluesman quien le presentó a Leonard Chess y la cosa despegó.
Fue con la Chess Records con quien grabó el single “Maybellene” vendiendo un millón de copias y alzándose en los primeros puestos de éxitos en distintas categorías (rythm’ n blues, country y pop).
Luego llegaron otros éxitos como “Too Much Monkey Business”, “Roll Over Bethoven”, “Carol”, “Sweet Little Sixteen”, “Rock’ n Roll Music”, “Johnny B Goode”, “Memphis Tenesse”, … y un largo sinfín descomunal.
Canciones de ritmos trepidantes, guitarrazos fogosos e historias inteligentes. La vida en la carretera, las actuaciones portentosas, los coches, la fama…. y las chicas jóvenes, su perdición. Pues si bien Chuck ni fumaba ni se drogaba sí que se dejaba llevar por la tentación de las grupies (preferiblemente jóvenes, blancas y rubias), lo que le llevó a estar cinco años en prisión cuando en diciembre de 1959 contrató a una menor que había recogido en Méjico para que trabajara en su club. Dudosos fueron el procedimiento y la condena – Chuck afirmó creer que ella era mayor de edad – especulándose que fue el stablishment tan contrario a los “mensajes nocivos” de la nueva música para la juventud quien lo apartaron de la vida pública.
Su carrera continuó al salir a la calle pero desafortunadamente sus mejores discos ya habían pasado, especialmente “One Dozen Berrys” (1958) y “Chuck Berry Is On Top” (1959) , que junto al resto de su legado le hicieron entrar en la primera edición del Salón de la Fama del Rock de 1986, así como tener su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood o a ser nombrado por la revista Rolling Stone entre los cinco nombres imprescindibles del rock de todos los tiempos.
Considerado como el compositor más influyente del rock’ n roll inicial, sus letras han inspirado a monstruos como Bob Dylan (“Subterranian Homesick Blues” viene del “Two Much Monkey Bussiness”) o Ray Davies, y sus canciones han sido interpretadas por Jimi Hendrix, los Beatles, los Stones, David Bowie y toda gran banda que se tercie.
Pero no solo hablamos de un compositor sensacional sino también de un guitarrista virtuoso y cantante carismático que nunca ha abandonado los escenarios, como el 8 de abril de 2005 en Girona (Sala La Mirona) en la que algunos tuvimos el privilegio de comprobar su grandeza y la grandeza de sus canciones. En la retina de los fans ha dejado su paso de pato – tan imitado por el inigualable Angus Young de ACDC – , sus “rapeos” y una actitud rockera que solo los que llegaron de tan lejos en el tiempo llevaban en su ADN.
Su muerte el pasado sábado se produjo meses después de cumplir los 90 y del anuncio de su vuelta discográfica desde el lejano “Rock It!” (79) en un disco que se llamará simplemente “Chuck” y que contendrá mayoritariamente material original. Grabado y producido por él mismo en su ciudad nata: St Louis, dedicado a su mujer Thelmetta, y con sus hijos Charles Berry Jr., Ingrid Berry acompañándolo a la guitarra y armónica, respectivamente. La familia tras su muerte ha pedido a la discográfica que lo anticipe como mejor homenaje posible en una decisión que a buen seguro mitigará la pérdida.
Si bien se nos ha ido con la vejez y en un momento en que ya poco tenía que ofrecer (seguro que lo nuevo será continuista de su legado), no podemos dejar de sentirnos tristes pues se ha ido uno de los grandes pilares del rock que aún sentíamos que rondaba por aquí.
Por Álex Guimerà
Publicado en http://www.eldestiladorcultural.es/musica/rock/el-largo-adios-chuck-berry-1926-2017/